A finales del 2019, un 67% de los ucranianos confiaba en su presidente, Volodimir Zelenski. Hoy, solamente un 47%. El 2020 prometía ser un año de profundas reformas y avances para Ucrania, pero gran parte de las ilusiones se esfumaron. La labor del gobierno ha sido entorpecida por los oligarcas que buscan frenar las reformas. La mejora económica no termina de llegar, la pandemia no ayuda y los fondos del FMI han quedado bloqueados. Las pugnas entre las élites, la guerra en el Donbass y la presencia de la extrema derecha son sólo algunos de los problemas que siguen aquejando a un país que afronta el futuro con bastante pesimismo.


 

Ucrania se vio sacudida por diversas polémicas a principios de este año. Es algo que explicamos detalladamente en un artículo en el mes de mayo. Resumiendo, se pueden destacar lo siguiente:

  • El Primer Ministro, Oleksiy Honcharuk, fue destituido en marzo a raíz de su mal desempeño y su oposición a la reforma agraria.

 

  • La ministra de finanzas, Oksana Markavora, fue cesada y sustituida por Igor Umansky, quien apenas duró un par de semanas en el puesto, siendo sustituido por Serguei Marchenko.

 

  • El reformista Fiscal General, Ruslan Ryabashopka, que tenía por objetivo perseguir a diversos oligarcas como Igor Kolomoysky, debido a fraudes millonarios, vio como sus labores eran entorpecidas. Ryaboshakpa también tenía en su mira a diversas figuras del poder judicial y el Tribunal Constitucional, órgano plagado por la corrupción. El Fiscal General tuvo que dimitir tras un voto de censura parlamentario. Irónicamente, se inició una investigación criminal contra él por diversos cargos, incluidos sobornos. El antiguo fiscal arguyó que se trataba de una persecución política.

 

  • Ucrania se vio obligada a introducir diversas e impopulares reformas agrarias, además de la legalización de la venta de tierras de cultivo (chernoziom). El chernoziom o tierra negra es un tipo de tierra de cultivo de limitada existencia en el mundo y extremadamente fértil. Las reformas que conllevaban la legalización de su venta (en principio, solo ciudadanos ucranianos pueden adquirirla) eran exigidas desde hacía tiempo por organismos como el Banco Mundial o el FMI a cambio de unos muy necesitados préstamos mil millonarios.

 

  • El Ministro de Interior, Arsen Avakov, cercano a los grupos de extrema derecha como Pravy Sektor y el Batallón Azov, así como su rama política Corpus Nacional, continúa en su puesto. Uno de los pocos políticos que ha podido preservar (no sin sobresaltos) su cargo desde el punto álgido del Euromaidan en febrero de 2014. Avakov representa uno de los principales impedimentos y voces críticas con una solución diplomática para la guerra en el Donbass y es obviamente una figura impuesta al gobierno de Zelenski por las élites de Ucrania que buscan tener atado en corto a un ministerio clave. Avakov ha llegado a designar a miembros de organizaciones extremistas en puestos de responsabilidad política dentro del ministerio. También se le acusa de introducir y mantener a individuos de dudosa moral en la policía. Un ejemplo de esto es el nombramiento de Vadym Troyan (antiguo Coronel en el Batallón neonazi Azov) como Jefe Nacional de Policía, Jefe de Policía del óblast de Kiev o Viceministro de Asuntos Internos, entre otros.

 

  • La confianza en Zelenski cayó por primera vez por debajo del 50% y se situó en el 49,4%. La confianza en su gobierno descendió hasta el 23,4% y la de su partido hasta el 38,9%. Un descenso abismal en apenas un año, ya que Zelenski llegó al poder en abril de 2019 con el 73% de los votos. La luna de miel del humorista tornado en presidente había llegado a su fin.

Durante la segunda mitad del año han tenido lugar muchos otros sucesos de relevancia que apenas han recibido atención. 

Pugna entre las élites por el control del Banco Central.

En julio dimitió Yakov Smoliy, el Gobernador del Banco Central, una figura que contaba con gran confianza por parte de los organismos occidentales. Smoliy era visto como un muy necesario reformista y afirmó verse sometido a presiones políticas, las cuales sin duda proceden del oligarca Kolomoysky. Irónicamente, su predecesora, Valeria Gontareva, también abandonó por su cuenta en 2017, completando así un éxodo generalizado de los pocos políticos reformistas del anterior gobierno, encabezado por Poroshenko. Gontareva sufrió todo tipo de amenazas e incluso abandonó Ucrania debido a presiones, llegando a sufrir ataques contra sus propiedades en Kiev y amenazas contra su vida.

Durante la época de Gontareva se nacionalizó Privatbank, además de producirse una limpieza generalizada en todo el sistema bancario, plagado de corrupción. También se siguió una política económica que incrementó la inflación y la depreciación de la moneda nacional, lo cual generó mucha animadversión hacia ella. Los propietarios de Privatbank que se vieron afectados por algunas reformas son, de nuevo, Kolomoysky y su socio Guennadi Bogoliubov. Ambos están acusados de malversar y defraudar miles de millones de dólares a través de préstamos y líneas de crédito fraudulentas durante casi una década. El equipo formado por Gontareva permaneció durante el periodo en el que Smoliy encabezó el Banco Central. Con el abandono de éste último, los oligarcas consiguieron cobrarse, en parte, su venganza contra Gontareva y su legado.

El FMI y diversos inversores internacionales, de los cuales Ucrania depende en gran medida, suelen poner gran énfasis en la  independencia del Banco Central, si esa dependencia se ve atacada, los préstamos corren peligro. Por ello, el antiguo Primer Ministro Honcharuk se mostró crítico con la renuncia de Smoliy, afirmando que: “la reputación del Banco Central ha recibido otro golpe importante, la pérdida de independencia pondrá fin a la inversión”. El elegido para suceder a Smoliy fue Kiril Sevchenko, presidente de la junta de Ukrgasbank y cercano a Arseniy Yatseniuk, antiguo Primer Ministro y una de las caras más visibles del Euromaidán.

 

Gestión de la pandemia.

Un 62% de los ucranianos están descontentos con las acciones que ha tomado el presidente para combatir el COVID-19. Si bien no muchos líderes pueden enorgullecerse de aprobar con crecese en la gestión de sus respectivos países. A su vez, un 68% está insatisfecho con el trabajo del Ministerio de Salud en su labor contra la pandemia. Cifras similares de descontentos acumulan el Gabinete de Ministros (72%) y la Rada (78%). Al igual que ocurrió con muchos países de la mitad oriental de Europa, la llegada de la pandemia conllevó la rápida toma de medidas durante la primera ola. La certeza de que la debilidad del sistema sanitario implicaría muchos problemas llevó a los gobiernos a ser muy cautos. No obstante, durante el verano, tal y como ha sucedido en países como República Checa, Bulgaria o Rumanía, tanto las autoridades como la población se relajaron. A principios de 2020, un número considerable de habitantes de las cuatro mayores urbes valoraba negativamente la calidad de las instituciones médicas:

  • Kiev: 47% malas/terribles. 10% buenas.
  • Járkov: 50% malas/terribles. 12% buenas.
  • Odesa: 52% malas/terribles/. 10% buenas.
  • Dnipro 56% malas/terribles. 11% buenas.

Según las cifras oficiales, a día 2 de diciembre, se han registrado casi más de 821 mil infecciones, de las cuales han muerto más de 13 mil personas. Ucrania ha realizado casi 5 millones de test. A finales de julio, Ucrania había contabilizado tan solo 1693 muertes y (salvo algún pico esporádico) menos de 1000 contagiados al día. A partir del mes de agosto, las cifras fueron rápidamente en aumento y el panorama ha empeorado durante el otoño. Algunas de las regiones más afectadas han sido Odesa, Dnipropetrovsk y la capital, Kiev.

Hay un sentimiento predominante de que las medidas han sido demasiado laxas e insuficientes, un 75% también afirmó estar a favor de introducir multas por no llevar mascarilla en lugares públicos. A su vez, un 58% se pronunció a favor de una cuarentena durante las navidades y el Año Nuevo.

 

Cola de inmigrantes ucranianos esperando en el cruce fronterizo de Polonia a Ucrania. Foto Jakub Orzechowski / Agencja Gazeta.

Continúa la crisis poblacional.

Este año ha destacado también porque se han vuelo a cancelar los planes para el primer censo nacional en casi dos décadas. En 1989 se realizó el último censo de la RSS de Ucrania, ya habiendo obtenido su independencia, no se volvió a realizar otro hasta el año 2001. Según el censo de 1989, Ucrania tenía una población de casi 52 millones de personas, en 2001 esa cifra se había reducido hasta algo menos de 48 millones y medio. En 1989 los ucranianos representaban un 72,7% de la población, mientras que los rusos un 22,1%. En 2001 la población ucraniana representaba el 77,8% de la población, frente al 17,3% de los rusos. Otras minorías como la moldava, bielorrusa, búlgara o judía también descendieron, a excepción de la minoría tártara, que aumentó. Perder casi 4 millones de habitantes en una década no fue precisamente una buena señal. Desde el 2001, la elaboración de un nuevo censo se fue postergando continuamente, empleando toda clase de excusas. Para este año se daba por hecho que por fin se produciría el tan polémico censo, el propio Servicio de Estadística de Ucrania lo confirmó en octubre de 2019. No obstante, el ministro de Gabinete de Ucrania, Oleg Nemchinov, afirmó en marzo que el censo no tendría lugar en 2020 y posiblemente tampoco en 2021, ya que se trata de “un placer caro que tarda tiempo en prepararse”. Ucrania apuesta por emplear una gran suma de dinero y tecnología moderna para realizar de forma eficiente el censo, la pandemia y los gastos extra que ésta conlleva han desechado la idea por el momento.

Tampoco hay que descartar que el éxodo poblacional que ha tenido lugar desde 2014 sea vea empeorado por los efectos de la pandemia y que esto favorezca también a la reticencia de las autoridades. Si ya en 2013 los ucranianos fueron la nacionalidad que más permisos de residencia recibió por parte de los estados UE (236 mil), desde el Euromaidán ésta cifra ha ido en aumento de forma considerable.

  1. En 2014, 302 mil
  2. En 2015, 499 mil.
  3. En 2016, 588 mil.
  4. En 2017, 661 mil.
  5. En 2018, 526 mil.

Acorde a los datos más recientes del Eurostat, publicados a finales de noviembre, de los 3 millones de permisos de residencia que la UE emitió para ciudadanos procedentes de estados no comunitarios en 2019, 757 mil fueron para ucranianos. 87% de esos permisos para los ucranianos fueron emitidos por motivos de trabajo. En comparación, la segunda nacionalidad que más permisos recibió fue la marroquí, pero se haya muy por detrás de la ucraniana, al haber recibido 133 mil. Cuatro quintas partes de los permisos emitidos para ciudadanos ucranianos fueron expedidos en Polonia, país que se ha convertido en principal destino de trabajo y estudios para muchos ucranianos en edad de trabajar y para jóvenes que buscan un futuro más prometedor. Unos 2 millones de ucranianos trabajan y viven en Polonia, ya sea de forma permanente o para trabajos temporales. Desde el 2014, los inmigrantes ucranianos son responsables del 11% del crecimiento del PIB polaco. En Rusia también residen un gran número de inmigrantes ucranianos, principalmente de las regiones orientales del país. Según datos oficiales, 1.2 millones de ucranianos trabajan en Rusia, representando el 14% de la mano de obra extranjera en el país, por encima de kirguises, armenios y algo por debajo de los tayikos. También son la mano de obra de países exsoviéticos mejor pagada en el país, dentro del estándar ruso, obviamente, que es bastante desigual por regiones. Durante el primer cuatrimestre de 2020, Rusia concedió la nacionalidad a 215 mil personas, siendo un 67% de éstas originarias de Ucrania, algo que se ha tornado en bastante habitual.

Según las estimaciones de la CIA, en julio de 2020 Ucrania contaba con una población cercana a los 44 millones de personas. Es posible que ésta cifra sea incluso más baja, los ucranianos residentes en Rusia o la UE se cuentan por varios millones y la cifra se incrementa todavía más si se incluye el resto del mundo. Las remesas que envían a su país representan cerca del 9.5% del PIB nacional. Con una edad media de 41.2 años, Ucrania enfrenta una crisis poblacional y un envejecimiento que no hacen más que agudizarse. La “fuga de cerebros” está a la orden del día en el país. Si en 2007 los jóvenes de entre 15-24 años representaban el 15,6% de su población, en 2017 tan solo representaron el 10.2%. Dentro del vecindario oriental de la UE, Ucrania está por detrás de Azerbaiyán, Armenia, Georgia, Bielorrusia e incluso Moldavia, siendo el país más envejecido. También cuenta con la esperanza de vida más baja, comparada con los mencionados países postsoviéticos, situándose incluso ligeramente por debajo de Rusia. Según la ONU, dentro del grupo de los estados de Europa Oriental, tan sólo Rumanía (-0,70%) y Bulgaria (-0,71%) tienen peores datos de crecimiento poblacional que Ucrania (-0,54%) durante los últimos cinco años. Si bien es cierto que Ucrania lideraba esa lista a principios de los 2000 (-0,81%), sus cifras han empeorado respecto al periodo 2005-2015. La pandemia ha frenado en cierta medida el éxodo de la población, de hecho, durante la primera ola se observaron grandes colas de ucranianos que regresaban de Polonia antes del cierre de fronteras. Si las autoridades no se ponen manos a la obra, lo cual es poco probable, las consecuencias de la pandemia sobre la economía llevarán a más gente a emigrar.

 

Elecciones locales. Balance y consecuencias.

El 25 de octubre tuvo lugar la primera vuelta de las elecciones locales. Los días 15, 22 y 29 de noviembre, así como el 6 de diciembre, se produjo la segunda vuelta en diversas alcaldías.

 Las elecciones incluyeron un pequeña “encuesta a escala nacional” sobre diversas cuestiones:

  • ¿Apoya la idea de cadena perpetua por el crimen de corrupción a gran escala?

-82% votó SÍ.

  • ¿Apoya la creación de una zona económica libre en Donbass?

-47,02% votó NO. 46,70% votó SÍ.

  • ¿Apoya la reducción del número de diputados en la Rada de 450 a 300?

-89% votó SÍ.

  • ¿Apoya la legalización del cannabis con fines medicinales?

-65% votó SÍ

  • ¿Apoya el derecho de Ucrania a utilizar las garantías de seguridad definidas por el Memorándum de Budapest para restaurar su soberanía estatal e integridad territorial?

-72% votó SÍ.

La participación en esta encuesta fue muy baja, apenas el 25% de la población tomó parte en ella. Obviamente, Donetsk, Lugansk y la Península de Crimea no tomaron parte en ésta votación ni en las locales.

El resultado de las locales arrojó un país dividido políticamente, con mayor auge de formaciones regionalistas y con una clara disfuncionalidad entre las élites. A su vez, la participación fue bastante baja, con un 36%, diez puntos menos que en las locales de 2015. Las elecciones se celebraron bajo una nuevo Código Electoral que descentraliza el poder. Se combina el sistema de elección mayoritario con la autonominación de candidatos y las listas abiertas. También se buscó modernizar el sistema de recuento, que si bien es, en teoría, más seguro, es también más lento. A falta de que se publiquen los resultados definitivos de la segunda vuelta en algunas pocas alcaldías, el balance es el siguiente:

En cuanto a la elección de diputados en consejos locales.

  • Los representantes de Servidor del Pueblo (SP), partido de Zelenski, consiguieron la mayor cantidad de escaños (17,59%) a escala nacional, pero sufriendo un gran desgaste.

 

  • Batkivshchina, partido nacionalista de derecha liderado por la expresidenta Yulia Timoshenko, fue el segundo con 12,39%.

 

  • El partido Plataforma de Oposición-Por la vida (POPL), defensor de los derechos de la minoría rusa y sucesor a escala nacional del Partido de las Regiones (Yanukovich), fue tercero, obteniendo un 11,75% de los escaños.

 

  • El partido Por el Futuro fue el cuarto con más escaños, obteniendo un 11,42%. Por el Futuro recoge a la formación nacionalista UKROP, está fuertemente vinculado con Kolomoysky, debido a la publicidad que recibe en 1+1 Media Group (propiedad del oligarca) y es también una de las formaciones que apoya al SP de Zelenski en la Rada.

 

  • Solidaridad Europea (SE), de Petro Poroshenko, ocupó el quinto lugar con un 10,73%.

 

  • El resto de escaños se repartieron entre regionalistas, extrema derecha e independientes, representando estos últimos un 15,82% de las candidaturas presentadas. Es notable que más de un 30% de los escaños estén ocupados por formaciones que no se encuentran entre los cinco grandes de la Rada, esto evidencia una clara falta de confianza de la población no sólo en los partidos tradicionales, sino en formaciones como SP, que hace dos años fueron rupturistas con el sistema político. También merece la pena destacar la práctica inexistencia de formaciones de izquierda que se alejen, aunque sea, ligeramente del neoliberalismo.

Por puntualizar, formaciones de extrema derecha como Svoboda, que suelen ser motivo de noticia a pesar de ser apoyados por sectores de marginales y exaltados, obtuvieron un 2,6% de los votos, principalmente en regiones del oeste (Ternopil, Ivano-Frankivsk y Jmelnitski), donde son fuertes.

En cuanto a la elección de alcaldes, cabe destacar que un 52% de los elegidos fueron candidatos autonominados y que cuentan con el respaldo de partidos locales. De los cinco grandes los resultados son:

Servidor del Pueblo obtuvo el mayor número de alcaldes elegidos, casi el 30,74%. Por el Futuro obtuvo un 12,43%, Batkivschchina un 7,24%, Por la Vida un 7,1% y Solidaridad Europea un 5,6%.

Los grandes vencedores de estas elecciones fueron aquellos alcaldes que establecieron sus partidos a nivel local en la Ucrania posterior al Euromaidán. La descentralización es un hecho innegable e inevitable. La falta de eficiencia del gobierno central durante años de caos ha fortalecido a esas autoridades locales en materia de autonomía.

Un gran ejemplo de esta descentralización es lo sucedido en el este y sur del país, regiones que como es sabido cuentan con gran presencia de la minoría rusa y donde las formaciones rusófilas y regionalistas continúan su auge. Volodimir Buriak obtuvo una firme victoria en Zaporiyia con su partido Unidad. En Odesa, Guennadi Trujanov ganó en segunda vuelta con el 54% de los votos. Guennadi Kernes continúa en la alcaldía de Járkov (60%), pero con su nuevo partido, Bloque Kernes-Járkov Exitoso. Es reseñable el desempeño de la formación Proposición, creada en junio de este año por los alcaldes de Dnipro, Kropyvnytsky (antes Kirovgrad), Mykolaiv y Zhytomyr. Los alcaldes de Kropyvnytsky y Zhytomyr (Andrei Raykovych y Serhy Sukhmolin) consiguieron la victoria en primera vuelta el 25 de octubre y los de Dnipro y Mykolaiv (Boris Filarov y Oleksandr Senkevych) se alzaron con la victoria en la segunda vuelta celebrada a finales de noviembre, obteniendo amplios márgenes. El auge de este “partido de los alcaldes” podría traer quebraderos de cabeza a las autoridades centrales en un futuro, ya que dominan 2 de las 10 ciudades más pobladas.

En Kiev, el alcalde, exboxeador y antigua figura visible del Euromaidán, Vitali Klitsckho, revalidó su puesto con un 50% de los votos. Klitschko lidera su propio partido desde hace años (UDAR) y ya se ha afianzado en la capital.

Como contrapartida a esto, los candidatos del SP de Zelenski, al ser los más votados, consiguieron puestos en todas las regiones, pero no obtuvieron victorias en ninguno de los 10 grandes ayuntamientos, algo que no es buena señal para el partido gobernante en el país. Incluso en Krivoy Rog, ciudad natal de Zelenski, la formación de éste no se impuso. El ganador en la primera vuelta fue Yuri Vikul, que encabeza su propia formación de carácter rusófilo y lleva siendo alcalde desde 2010. Vikul es antiguo miembro del PCUS. Vikul no se presentó a la segunda vuelta por motivos de salud, dado que ya tiene 71 años, siendo sustituido por otro miembro de su formación.  

La formación del expresidente Petro Poroshenko consiguió recuperar parte de su poder. Si bien sus candidatos no ganaron ninguna carrera por las diez grandes alcaldías, sí consiguieron llegar a la segunda vuelta en tres regiones. De hecho, han conseguido mejores resultados en Odesa (10%), Mykolaiv (10%) y Jerson (9,2%), abandonando así sus tradicionales feudos del oeste.

El partido Por el Futuro, del oligarca Kolomoysky, consiguió la victoria en más de diez ayuntamientos como Poltava, Cherkasy o Kremenchuk. Si bien la mayoría son de mediano-pequeño tamaño, habrá que observar su futuro desempeño y si el oligarca considera que vale la pena invertir más dinero en su nueva aventura política.

Dado el progreso de Ucrania en la descentralización, las elecciones locales se tornan más importantes. La descentralización aumenta significativamente los presupuestos locales y podría dar pie a mejorar la infraestructura, que se haya en un estado deplorable. Si la participación política local continúa floreciendo (para bien), los ciudadanos verán que sus votos son importantes y que los resultados electorales son producto de sus preferencias y no las de otros. Pero esto también podría conllevar desventajas. Es cierto que los dirigentes locales ya no tienen que rendir pleitesía a unos altos cargos y burócratas de Kiev ni aceptar etiquetas partidistas. Conlleva que tengan más poder de presión frente a unas autoridades centrales que deben aprender a cooperar y cumplir sus promesas. Tanta autonomía, poder de presión y unos mayores fondos puede llegar a ser un gran caldo de cultivo para la corrupción a nivel regional y el caciquismo entre unas elites que se dividen el país en zonas de influencia.

 

APF/Prensa presidencial turca. Foto de Murat Kula.

Conflicto armado en el este y rearme ucraniano

Cuando Zelenski llegó al poder, una de las misiones que tenía era evitar las concesiones a Rusia en Donbass. Sobre él pendía la imagen, difundida por parte de grupos de la extrema derecha, de ser blando e ingenuo en su posición como comandante en jefe de las fuerzas armadas. A día de hoy el panorama respecto a Rusia continúa siendo ambiguo. Si bien es obvio que Zelenski no es un rusófilo e hizo hincapié en la necesidad de defender los intereses y valores ucranianos, no ha podido doblegar la voluntad de los sectores más duros y nacionalistas. Éstos últimos no le toman en serio ni a él ni a la diplomacia que despliega, ya que apuestan por una solución bélica del conflicto en el este del país. Si bien se han producido diversos avances en materia de desminado e intercambio de prisioneros, las negociaciones con la DNR y LNR siguen congeladas. Kiev es reticente a negociar directamente con las autoridades de éstas dos regiones, pero tampoco le son de mucho agrado las presiones de Rusia en el formato Normandía (Francia, Alemania, Rusia, Ucrania). Los esporádicos intercambios de artillería en el frente siguen siendo algo habitual y las esperanzas de paz que creó para algunos la llegada de Zelenski se esfuman.

Ucrania cuenta con más de un centenar de tanques, decenas de unidades de artillería autopropulsada y remolcada de 100 a 203 milímetros, decenas de sistemas múltiples de lanzamiento de cohetes BM-21 Grad, siete sistemas de misiles antiaéreos Buk así como emplazamientos de misiles antitanque en el frente. Las fuerzas ucranianas acusan a las “fuerzas de ocupación rusas” de provocaciones y de hostigamiento con francotiradores además de contar con 3000 tropas sobre el terreno. Muchos focos de tensión en el espacio postsoviético están entrando en ebullición. No sería sorprendente que el conflicto en el Donbass volviese a explotar tarde o temprano. Las recientes adquisiciones de material militar por parte de Ucrania alimentan esta creencia.

En cuestiones de defensa, Zelenski ha desempeñado una labor bastante activa. Desde que llegó al poder, Ucrania mostró interés por los drones Bayraktar TB-2 de fabricación turca que tanto han dado que hablar en conflictos como el de Siria o el Alto Karabaj. Ucrania ya ha adquirido 12 de éstos drones, planea hacerse con otros 6-12 en 2021 además de abrir una cadena de producción en alguna de las fábricas del conglomerado Ukroboronprom. En 2019, Ukrspetsexport y la turca Baykar Makina establecieron Black Sea Shield, para desarrollar sistemas aéreos no tripulados, tecnologías de motores y municiones guiadas.

Ucrania planea producir, entre otras, una versión del Bayraktar denominada “Akıncı”, la cual cuenta con motores turbopropulsores Ivchenko-Progress, de fabricación ucraniana. Es un dron más grande, con mayor autonomía y más armamento. Es también posible que las autoridades ucranianas estén interesadas en exportar su producción si los drones muestran buenos resultados.

Zelenski visitó Turquía durante este otoño, firmando un acuerdo de buena voluntad con Erdogan y previendo un acuerdo de libre comercio entre los dos países en 2021, además de una mayor cooperación en materia armamentística. Erdogan afirmó que el comercio entre ambos países alcanzaría los 10 mil millones de dólares. Turquía ayudará a Ucrania con el suministro y tecnología para producir drones, mientras que Ucrania ofrecerá a Turquía sus conocimientos en materia de motores para aviones y misiles. El CEO de la conocida compañía Antonov aseguró que desean cooperar con la industria turca en el desarrollo de los An-178. De esta forma, el proyecto ucraniano que vio la luz en el 2015 podría llegar a ser más exitoso en los mercados internacionales. 

Estos guiños de Ucrania a Turquía no son algo nuevo. En mayo, Zelenski anunció que las dos festividades musulmanas Eid al-Adha y Eid al-Fitr, serían festivos oficiales en el país. Irónicamente, la fecha elegida para anunciarlo coincidió con el aniversario de la deportación de los tártaros de Crimea en 1944. Turquía se mostró bastante preocupada con lo sucedido en Crimea durante el año 2014, así como con el estatus de la minoría tártara en la península. En agosto, la viceministra de exteriores ucraniana, Emine Dzheppar (origen tártaro crimeo), afirmó que Ucrania estaba interesada en adquirir el estatus de observador en el Consejo Túrquico. Hungría es un ejemplo de país europeo que ya tiene este estatus en dicho consejo. Ucrania parece decidida a prestar una mayor atención a la minoría tártara, intentando ganarse así a Turquía. Ambos países consideran a Rusia su rival regional, si bien las relaciones y el entendimiento entre Ankara y Moscú son mucho mejores de lo que parece a simple vista.

Aparte de esto, el gobierno de Zelenski ha firmado diversos acuerdos para adquirir patrulleras costeras de Francia, Estados Unidos y el Reino Unido, ya que la flota ucraniana se vio diezmada por las deserciones durante la crisis de Crimea en 2014. Se ha llegado a especular con que las autoridades ucranianas planean una escalada en el Donbass aprovechando sus nuevos acuerdos y adquisiciones en materia armamentística. La presencia de observadores ucranianos en el reciente conflicto en Alto Karabaj no se ha terminado de confirmar, pero dada la creciente cooperación con Turquía y que Ucrania se manifestó a favor de que Azerbaiyán restaurase su integridad territorial, no sería algo totalmente descartable. Se habló de, entre otros, la presencia de especialistas militares del GUR, defensa aérea y guerra electrónica.

Ucrania también ha firmado acuerdos de cooperación estratégica con Polonia y ha sido incluida en el Triángulo de Lublin junto con Polonia y Lituania. El Triángulo de Lublin es un proyecto de cooperación política, cultural, económica y militar que podría complementar a la Iniciativa 3 Mares así como a otros formatos existentes entre países de la mitad este de Europa. Zelenski y Duda discutieron la posibilidad de que Ucrania se uniese a la Iniciativa 3 Mares, pero todavía no ha trascendido nada destacable. Lo que sí está claro es que las ambiciones geopolíticas de Turquía con Ucrania serán un nuevo desafío regional no solo para Rusia, sino también para los estados de la UE y OTAN que mantienen desavenencias con Turquía. Quizás, una Ucrania en la esfera turca no sea una idea del todo descabellada, dado que la continua cuestión Rusia vs Occidente no hace más que tensar la situación en el país. No obstante, dado que Ucrania es un pivote geopolítico clave, la pugna seguirá latente.

 

Crisis en el Tribunal Constitucional

A finales de octubre, el Tribunal Constitucional ucraniano sorprendió con un movimiento inesperado. Anuló la responsabilidad penal por irregularidades en la declaración de la renta. El TC afirmó que la obligación (para funcionarios) de realizar la declaración de la renta en formato electrónico era inconstitucional. Además, atacó a la nueva ley de anticorrupción y declaró como inconstitucionales los poderes de la Agencia para la Prevención de la Corrupción. Irónicamente, 4 de los 18 jueces del tribunal estaban siendo investigados por las autoridades. El TC lleva años siendo un organismo fácil de influenciar por los oligarcas y políticos. Se señaló a sectores prorrusos como los responsables de ésta cuestionable decisión judicial, ya que 48 diputados habrían enviado una carta al TC exigiendo la inconstitucionalidad de las nuevas leyes anticorrupción. Grupos de manifestantes se congregaron frente al edificio del TC para protestar. Zelenski afirmó que la decisión del TC era un “peligro para la seguridad nacional” y decidió actuar contra la decisión del tribunal, aunque eso conllevase a su vez contradecir a la constitución ucraniana. A principios de diciembre, la Rada ucraniana decidió restaurar la ley anticorrupción que había sido atacada por el TC, no obstante, se sustituyó la pena de prisión (por grave corrupción) por una sanción, provocando críticas por parte de diversas organizaciones. Lo más importante de ésta crisis es que las acciones del TC han hecho que el FMI suspenda el programa de financiación. La ley anticorrupción y la responsabilidad penal por la declaración electrónica de la renta fueron dos condiciones impuestas por el FMI (préstamo de 5 mil millones de dólares) y ahora el último tramo ha quedado suspendido para éste año, aun cuando la Rada decidió contradecir la decisión del TC. Ucrania ha dado imagen de inestabilidad que no gusta. 

 

La deuda ucraniana, dificultades venideras. 

Si bien el esperado crecimiento del 7% quedó en previsiones de 3,5% durante el primer trimestre del 2020, era una cifra relativamente aceptable. El Servicio Estatal de Estadísticas arrojó datos positivos, con un ligero aumento del poder adquisitivo y por ende el consumo. Ucrania parecía tener controlados bastantes de sus problemas, pero con la llegada de la pandemia, todo ha ido a peor. La moneda nacional continuará debilitándose durante el próximo año y los salarios podrían bajar.

Ucrania se enfrenta a una crisis monetaria durante la segunda mitad del 2021. De momento el país cuenta con 26 mil millones de dólares en reservas internacionales brutas y ha cumplido con la mayoría de las obligaciones de pago de deuda. Ucrania tiene los fondos necesarios para cubrir cerca de cuatro meses de importaciones y para mantener la estabilidad de su moneda nacional. Pese a esto, parece que el gobierno tendrá dificultades para hacer frente a toda la deuda de 11 mil millones de dólares que vence durante el tercer cuatrimestre del año. En caso de apuro, se puede financiar parte de la deuda con las reservas, sin dañar demasiado el tipo de cambio ni la inflación, pero no todo. Los problemas comienzan en el tercer trimestre, cuando vence esa deuda que fue reestructurada hace años, en los meses posteriores al Euromaidán. El presupuesto de 2021 cuenta con un déficit del 6% del PIB debido a que el gobierno ha tenido que destinar grandes sumas de dinero para compensar el daño que causa la pandemia. Como resultado de la crisis del TC, el programa del FMI se ha suspendido de facto. Ucrania ya había recibido 2.100 millones de dólares en junio, pero ahora está claro que el próximo tramo de 700 millones de dólares no ha llegado ni llegará antes de 2021. Las autoridades necesitarán depender más del financiamiento interno del déficit fiscal. Pero no todo es malo, la cuenta corriente se ve bien gracias a la caída de los precios del petróleo y las remesas se han mantenido estables a pesar de la situación en la que se haya el mundo. Ucrania podrá seguir saliendo adelante durante los próximos meses. Sin embargo, es probable que la situación se vuelva insostenible a mitad de 2021, lo cual obligaría al país a regresar al FMI en busca de apoyo. Cada vez que Ucrania enfrenta una crisis, el gobierno acaba cediendo o cometiendo errores y el programa del FMI se reinicia.

 

Extrema Derecha y la polémica nueva ley educativa.

Los grupos de extrema derecha ucranianos siguen su expansión, si bien representan una pequeña parte del espectro político que se suele sobredimensionar, deberían ser motivo de preocupación debido al número de veteranos de guerra que engrosan sus filas. Diversos grupos como Tradición y Orden, C14 o Azov y su rama política (Corpus Nacional) se están haciendo oír en otras partes de Europa. Ya sea publicitándose a través de directos en redes sociales o captando en círculos de la MMA, entre otros.

Azov presentó otra de sus “creaciones”, el grupo Centuria, el cual ha empleado símbolos romanos para publicitarse. Irónicamente, esto causó un malentendido con otro grupo de extrema derecha que lleva el mismo nombre y emplea simbología parecida. Desde el año pasado, diversas organizaciones asociadas a Azov intentan infiltrarse en las escuelas de oficiales del ejército ucraniano a través de “cursos patrióticos” y demás reclamos. Ya que Azov es parte de la Guardia Nacional Ucraniana y cuenta con el respaldo del ministro de interior, Avakov, llevar a cabo estas tareas tampoco les resulta muy difícil.

Andriy Biletsky, antiguo comandante del batallón Azov y uno de los líderes de su rama política (Corpus Nacional), concedió una entrevista en verano en la que aseguró que “al menos” 4000 personas habían pasado por las filas de Azov. Según sus declaraciones, alrededor de la mitad de esas personas estarían involucradas en el Corpus Nacional. Gran parte de los manifestantes que presionaron durante semanas al gobierno de Zelenski en Kiev para “no capitular” en el conflicto del Donbass están relacionados con el movimiento de extrema derecha. El hecho de que diversos partidos de corte nacionalista como los de Poroshenko, Timoshenko o Tiagnibok hayan ejercido durante años el discurso que emplea Azov (con algo más de moderación), dificulta en cierta medida el crecimiento real de estos grupos a escala política. Pese a ello, su capacidad para desplegar músculo, presionar al gobierno (con la connivencia de Avakov) y moverse por las redes sociales, les convierte en un buen reclamo y en ejemplo para grupos similares en otros lugares del continente europeo, que ven en Ucrania una base de operaciones y para su formación. Eventos como los de la Radical Alliance, junto a grupos húngaros, polacos o rusos no deberían sorprender. Recientemente fue revelado, aunque era un secreto a voces, que movimientos como Azov o la Misanthropic Divison habían obtenido beneficios económicos a través de la venta de artículos y publicidad en redes sociales como Facebook o Instagram, aparte de que emplearon dichas redes para el reclutamiento de miembros extranjeros. Facebook ya sabía de esto, es más, las cuentas de Azov ya fueron suspendidas en alguna que otra ocasión en el pasado, pero éstos siempre encontraban una manera de regresar. Las acciones de la extrema derecha que opera en Ucrania seguirán dando que hablar, su coqueteo con grupos europeos e incluso estadounidenses (Rise Above Movement) irá incrementándose con la connivencia e inacción del gobierno ucraniano.

Otro tema que ha dado que hablar fue la nueva ley educativa de Ucrania, creada en tiempos de Poroshenko y adoptada con el nuevo curso escolar. Esta ley ha provocado las protestas de diversos estados como Hungría, Bulgaria, Moldavia y Rusia, cuyas minorías se ven afectadas. Quienes la apoyan afirman que ayudará a consolidar la identidad nacional y lengua de Ucrania, pero los estados mencionados afirman que la ley atenta contra el derecho de las minorías a emplear su lengua. La lengua de los tártaros, por su parte, está sujeta a una enmienda que la protege. La ley en cuestión requiere que el 40% de las asignaturas se impartan en ucraniano a partir de los últimos cursos de la escuela primaria pública. En secundaria y en la universidad el ucraniano sería la única lengua en emplearse. A su vez, idiomas como el húngaro contarán como lengua extranjera. Si las minorías quisiesen optar a cursar la lengua de su etnia, tendrían que renunciar a la posibilidad de cursar lenguas como el inglés, alemán o español, situándose en una clara desventaja respecto a la población étnica ucraniana. Recientemente hubo registros del SBU (servicios secretos ucranianos) contra la minoría húngara y las asociaciones culturales de ésta en la región de Transcarpatia. Las autoridades ucranianas acusan a los húngaros étnicos de estar preparando actividades «dirigidas a violar la soberanía de Ucrania». La polémica fue alimentada por un video en redes sociales en el que representantes políticos locales de la étnia húngara interpretaban el himno húngaro además del ucraniano. 

 

Caso Zhvania

Un nuevo gran caso judicial se está gestando en Ucrania y sin duda dará mucho que hablar en 2021. La continuación del juicio contra Poroshenko y los posibles cargos que se presenten contra personalidades que despegaron con el Euromaidán deberían ser motivo de noticia. David Zhvania, antiguo socio del expresidente Poroshenko, confesó que éste último le ordenó sobornar con 5 millones de euros a un alto cargo de la UE a cambio del apoyo a Poroshenko durante las elecciones ucranianas de 2014. Zhvania señaló a Oleksandr Turchinov, Arseni Yatseniuk, Vladimir Klitschko, Andreiy Parubiy y otras personalidades del Euromaidán como parte de una banda criminal que se hizo con el poder en 2014 con tal de lucrarse económicamente. Zhvania, que reside en el extranjero, promete desvelar en un proceso penal todo tipo de información que incrimina a los miembros de la “banda criminal” en asuntos como el cambio de gobierno a principios de 2014, la entrega de Crimea a Rusia o el crimen organizado.

Poroshenko, que ya enfrenta diversos cargos como alta traición, corrupción, prevaricación y nepotismo, ve como se le acumulan los problemas. El expresidente siempre ha afirmado que se ve sometido a una “persecución política”. Queda por ver si Zhvania llega a intervenir activamente en los procesos judiciales y si muestra pruebas convincentes para sostener unas acusaciones que sacudirían todavía más los cimientos.

 

El Instituto Sociológico de Kiev preguntó a los ucranianos en octubre. Un 33% votaría a Zelenski en caso de que hubiese elecciones presidenciales. Representa una pérdida de siete puntos porcentuales respecto a abril. Para sorpresa de algunos, Petro Poroshenko sigue segundo en cuanto a intención de voto, e incluso mejora sus datos, un 17,3% votaría por él, si bien es una cifra menor del 24% que obtuvo en las elecciones de 2019. Según los datos más recientes de noviembre, en caso de celebrarse elecciones legislativas, el partido Por la Vida (minoría rusa) sería el más votado con un 22%. Le seguiría Solidaridad Europea (Poroshenko), con un 19,3% y Servidor del Pueblo con un 18,7%. El candidato que llegó para acabar con las antiguas élites se ve sobrepasado por éstas. A pesar de ello, Zelenski sigue siendo el político mejor valorado, con un 47% de la población siendo optimista con él. El presidente ucraniano todavía goza de una ventaja considerable (Poroshenko 29%, Timoshenko 26%), pero no es capaz de producir los resultados esperados y eso repercute en su entorno.

El 57,5% de los ucranianos cree que su país se desmorona y se dirige hacia la división. Un 44% es pesimista respecto a la situación en el país, un aumento de diez puntos respecto a abril.

Las perspectivas de mejorar las relaciones con Rusia mejoran. Un 56% cree que Ucrania conseguirá la paz y normalizará las relaciones con Rusia. Así piensan de forma mayoritaria en el Donbass (71%) y en el sur (60,5%), pero también en el oeste (52%), que se caracteriza por ser más hostil a Rusia. Los votantes de Poroshenko son los únicos que se muestran mayoritariamente negativos respecto a esto, un 62% cree que habrá más conflicto con Rusia.

En cuanto al panorama internacional, el país sigue dividido. Un 49% de los ucranianos apoya integrarse en la UE, frente a un 13,8% que prefiere integrarse en la Comunidad Económica Euroasiática que lidera Rusia y un 27% que prefiere no unirse a ninguno. Por su parte, un 41% apoya acceder a la OTAN, mientras que un 37,1% prefiere neutralidad y un 13% opta por la OTSC. El apoyo de los ucranianos a un ingreso en la OTAN ha descendido respecto al 2014, cuando un 47,8% apoyaban el ingreso en la organización. Los votantes de los candidatos de la minoría rusa prefieren en su mayoría (53%) no unirse ni a la OTAN ni a la OTSC e incluso un 42% de los votantes de Zelenski y un 35% de los votantes de Timoshenko optan por no involucrar a Ucrania en ninguna de las organizaciones.

Un 91% de los ucranianos afirma que no abandonará su país si les es concedida la nacionalidad rusa, un 68% afirma lo mismo en caso de obtener ciudadanía de un estado UE o de los EE.UU.

Ucrania sigue aguardando la llegada de una clase política y un líder cuyos intereses sean mejorar la vida de la ciudadanía y no engordar sus bolsillos o rendir pleitesía a potencias extranjeras. A pesar de haberlo intentado, empezando con buen pie en 2019, todo indica que Zelenski no será ese líder. Los obstáculos de las aparentemente inamovibles élites y la inexperiencia, además de la falta de actuaciones decididas, todavía lastran al gobierno. A cada paso hacia delante que se toma, se retrocede dos. 2021 también será un año tenso para el presidente que prometió ocupar el cargo durante únicamente un mandato, consciente de las difíciles reformas que debía llevar a cabo. Una parte de la población todavía sigue confiando en él, pero si no comienza a dar resultados palpables, es posible que no llegue a 2024.