Volodimir Zelenski causó sorpresa en Ucrania cuando anunció que se postularía a las elecciones, era  un conocido cómico que pretendía ocupar un puesto de máxima responsabilidad, muchos pensaron que no pasaría de ser un hecho anecdótico de las elecciones. No obstante, en los primeros meses de 2019 comenzó a ganar notoriedad, era un candidato que no procedía del estamento oligárquico y pretendía romper con el dominio total que estos llevan ejerciendo en el país desde su independencia en 1991. Zelenski ganó las elecciones presidenciales en segunda vuelta, imponiéndose al presidente saliente Petro Poroshenko con el 73% de los votos. Zelenski se dedicaba a parodiar al antiguo presidente, pero este mes cuando cumple un año en el gobierno, ¿cuál es el balance que deja su primer año al mando del país?


 

Aunque Zelenski proceda del mundo televisivo, se le ha relacionado con el oligarca Igor Kolomoysky, dueño del conglomerado empresarial 1+1 Media Group, donde se emitía el programa cómico “Sirviente del Pueblo” que sirvió para catapultar al estrellato al actual presidente y del cual toma el nombre su partido. La influencia de dicho oligarca ha originado siempre toda una serie de rumores sobre si es de verdad Zelenski quien lleva las riendas del país y sus dificultades para librarse de la sombra de Kolomoysky.  

A pesar de las pretendidas reformas y del lavado de cara, Zelenski se ha encontrado con una muy fuerte oposición. El primero de estos es el estamento oligárquico, que no quiere perder su control sobre el destino del país. Otro grupo son los sectores de las Fuerzas Armadas y de seguridad, además de paramilitares y veteranos extremistas, apoyados por toda una amalgama de grupos de extrema derecha ucranianos ya existentes o surgidos después del Euromaidán en 2014. Partes de la intelligentsia ucraniana no ven con buenos ojos los mensajes de unidad de Zelenski y quieren unas políticas prooccidentales más marcadas. Sumado a esto, la irregularidad y la inexperiencia en el gobierno han ocasionado entradas y salidas de diversos ministros y responsables políticos, lo cual ha erosionado la confianza de la población.

Zelenski ha descubierto que la situación real de la política en Ucrania no tiene nada que ver con la comedia. Desde el principio, los distintos poderes que mueven los hilos en el país han tratado de desbaratar o ejercer presión sobre alguien que claramente no tiene experiencia en política. Numerosas propuestas, reformas y nombramientos fueron bloqueadas por la Rada Suprema (parlamento), por ello, en mayo de 2019, Zelenski afirmó que la Rada no contaba con la confianza del pueblo y la disolvió por decreto. Tras las elecciones parlamentarias, su partido obtuvo el 43% de los votos y 254 escaños de un total de 450, asegurándose así una mayoría con la que poder maniobrar.

 

 

Con la clara intención de cubrirse las espaldas, Zelenski designó como jefe del Servicio de Seguridad Ucraniano (SBU) a Ivan Bakanov, un amigo de la infancia que prometió reformar profundamente dicha institución. El nombramiento de Bakanov causó polémica al saltarse ciertos procedimientos de designación y filtrado de datos personales sobre su persona, algo que se consideró “secreto de estado” debido al cargo que ocupa.

Según datos del propio SBU, se han descubierto decenas de casos de corrupción y despilfarro de fondos estatales dentro de las fuerzas armadas y de seguridad. Cerca de 50 funcionarios han sido juzgados y las operaciones de inteligencia y seguridad nacional se han mejorado e incrementado. Una nueva ley sobre el SBU y su funcionamiento sigue pendiente de aprobación. 

Numerosos líderes provinciales fueron sustituidos por nuevas caras y se trató de rejuvenecer a los ministerios en el intento por dar una imagen progresista y reformista. Muchas de estas caras nuevas no tenían ninguna relación con los oligarcas y por ello eran menos susceptibles a ser corrompidos o manipulados por estos. 

 

 

Pese a las reformas en el gobierno, el importante Ministerio de Interior sigue siendo ocupado por Arsen Avakov, quien retomó su puesto en agosto de 2019. Avakov ha sido criticado por ser el representante del sector de extrema derecha dentro del actual gobierno ucraniano. Su cercanía y relaciones con batallones como Azov, y la agrupación Pravy Sektor (sector derecho) le han llevado a designar a miembros de organizaciones extremistas, cuyas posiciones son prácticamente de terrorismo ultraderechista, en puestos de responsabilidad política dentro del ministerio. También se le acusa de introducir y mantener a individuos de dudosa moral en la policía. Un ejemplo de esto es el nombramiento de Vadym Troyan (antiguo Coronel en el Batallón neonazi Azov) como Jefe Nacional de Policía. 

Mantener a Avakov en el ministerio muy probablemente se deba a la necesidad de calmar los ánimos de los grupos más reaccionarios en Ucrania, aunque en ocasiones pueda ser contraproductivo para el propio gobierno. Estos grupos, van desde los batallones neonazis como Azov u organizaciones como C14, que cuentan con apoyos y simpatizantes en todo el espectro político derechista ucraniano así como dentro de sectores del ejército y veteranos de guerra. Estos grupos suelen tildar al gobierno de “traidor” por participar en las negociaciones que buscan resolver diplomáticamente el conflicto en el este del país.

La resolución de este conflicto fue una de las mayores promesas de Zelenski. Hay que decir que tanto el presidente como su gobierno han tenido serias dificultades al tratar de aplacar la ira de los sectores críticos con el protocolo de Minsk y con las negociaciones en el Cuarteto de Normandía (integrado por Ucrania, Rusia, Alemania y Francia), formatos que buscan encontrar una resolución al conflicto. Estos sectores, como ya se ha dicho, no aceptan ninguna otra vía que no sea la militar. Durante el último encuentro del Cuarteto en París se llegó a tímidos acuerdos sobre alto el fuego, que han sido rotos por las dos partes, e intercambios de prisioneros, los cuales han sido generalmente exitosos. Cuestiones como la retirada de la línea del frente, la celebración de elecciones en Donetsk y Lugansk y el estatus de dichos territorios dentro de Ucrania siguen siendo cuestiones pendientes a tratar si se quiere resolver el conflicto. 

Para avanzar más en la vía diplomática del conflicto, Zelenski nombró a Andriy Yermak como Jefe de la Oficina del Presidente, sustituyendo a Andriy Bohdan (supuestamente cercano a Kolomoysky). Yermak tiene posiciones más dialogantes con Rusia y lo más probable es que el cambio se deba a un intento de Zelenski de encontrar nuevos cauces de negociación con dicho país, el cual también hizo ciertos cambios en cuanto a sus responsables respecto a la política exterior con Ucrania.

Como ya se ha dicho, Zelenski se ha caracterizado por querer transmitir un discurso de unidad a la población. Su felicitación navideña, retransmitida por la televisión ucraniana, fue un éxito en redes sociales debido a su alta calidad comunicativa. Si bien gran parte de lo que Zelenski dijo no sorprende en absoluto a cualquiera familiarizado con las teorías de comunicación política o con las triquiñuelas emotivas tan típicas de los líderes, este mensaje caló hondo en los corazones ucranianos e incluso fue alabado por miembros de la sociedad civil y el mundo de la cultura en Rusia. Zelenski llamó a ser una sola nación, dejar las diferencias a un lado, independientemente de las adscripciones ideológicas o las preferencias por Occidente o Rusia y a pugnar por una Ucrania mejor. Este tipo de mensajes, si bien consiguen adeptos entre la gente de a pie, causan rechazo en aquellas personas que quieren políticas más claras de acercamiento con Occidente y de distanciamiento con Rusia.

 

 

En el plano económico, el Gobierno de Ucrania y el Servicio Estatal de Estadística afirman que el crecimiento durante el último trimestre de 2019 ha sido del 4,2% y arroja datos sobre incrementos en el poder adquisitivo, el consumo y la inversión. A pesar de esto hay que tener en cuenta la debacle económica vivida a partir del 2014, si bien las cifras que aporta el gobierno se pueden considerar positivas, simplemente se está recuperando lo perdido durante los últimos años. Un ejemplo de esto es que el poder adquisitivo en Ucrania todavía es bastante menor al de vecinos como polacos, rusos y bielorrusos. 

El esperado crecimiento que se preveía para este año no es el prometido, que auguraba un 7%. No obstante, se vislumbraba un 3,5% de crecimiento, una cifra moderada que se ha visto dilapidada por la pandemia del Covid-19. Los pequeños avances económicos logrados por el gobierno de Zelenski se verán seguramente afectados por la situación que atraviesa el mundo. Ahora, el Banco Nacional de Ucrania prevé una caída del 5% en la economía y un posterior repunte. Se prevé una subida de la inflación al 7% y el aumento del desempleo al 9,4%, cifras que podrán ser peores dependiendo de lo que dure la pandemia.  

Un punto candente los últimos meses ha sido el de las reformas agrarias y la legalización de la venta de tierras de cultivo. El “chernoziom” o tierra negra es un tipo de tierra de cultivo de limitada existencia en el mundo y extremadamente fértil. Las reformas llevaban siendo exigidas desde hace tiempo por organismos como el Banco Mundial o el FMI a cambio de unos muy necesitados préstamos mil millonarios. La falta de avances en la materia motivó la destitución del Primer Ministro Oleksiy Honcharuk en marzo, siendo sustituido por Denys Shymal. La reforma que legaliza la venta de tierras de cultivo se aprobó, pero con fuertes críticas de la oposición y del sector agrícola. A día de hoy se sigue buscando aprobar una reforma bancaria que evite que los oligarcas que se enriquecieron de forma ilícita reclamen compensación después de haber sido despojados de aquellos de sus activos que fueron nacionalizados. 

El despido de figuras clave, como el ya mencionado Primer Ministro, durante los últimos meses ha causado incertidumbre y pérdida de confianza en el gobierno no solo dentro del país, sino fuera. La ministra de finanzas Oksana Markarova fue cesada para ser sustituida por Igor Umansky, quien a su vez fue cesado sin motivo aparente después de varias semanas en el puesto y sustituido por Serguei Marchenko. Uno de los ceses más sonados (a través de una moción de censura) ha sido el del Fiscal General Ruslan Ryaboshapka, quien tenía en su mira a diversos oligarcas, Kolomoysky incluido, debido a diversos fraudes millonarios. Ryaboshapka también perseguía ambiciosos planes de reforma y depuración de responsabilidades dentro del sistema judicial del país. 

Zelenski prometía cambios sustanciales y grandes lavados de cara, pero muchos de estos se están viendo frenados o revertidos ya sea por la intromisión de los diversos poderes que pugnan en el país, la inexperiencia de los jóvenes políticos y la propia inexperiencia del presidente ucraniano. 

Las recientes encuestas llevadas a cabo revelan el claro desgaste del gobierno y del presidente. De acuerdo con el Centro Razumkov, el porcentaje de votantes que consideran que el país se encamina hacia la dirección correcta ha descendido del 57% (septiembre 2019) al 25% (febrero 2020). A su vez, el porcentaje de votantes que considera que Ucrania se encuentra en la dirección equivocada ha aumentado del 17% al 53%. 

Zelenski llegó al poder con el 73% de los votos y a finales de 2019 un 67% de los ucranianos confiaban en él. Con la llegada del 2020 las cifras comenzaron a bajar. En febrero, la confianza en Zelenski cayó por primera vez por debajo del 50% y se situó en el 49,4%. La confianza en su gobierno descendió hasta el 23,4% y la de su partido hasta el 38,9%. Las altas cifras de las que gozó a lo largo del 2019 se han disipado, si bien todavía son buenas para los estándares a los que estamos acostumbrados en Occidente.

Según una encuesta de SOCIS en marzo, las mayores preocupaciones de los ucranianos son (de mayor a menor): la guerra en el este del país, los bajos salarios y pensiones, los altos precios de los servicios públicos, la falta de atención médica de calidad, el desempleo y la corrupción. Un 40,4% de los ucranianos volvería a votar a Zelenski y un 31,5% volvería a votar a su partido, no obstante estos resultados no impedirían una  victoria, el candidato de la oposición más votado serían Poroshenko, con un 11,8% y Yuri Boyko con el 8,8%. 

Está claro que la luna de miel de Zelenski con la popularidad se ha acabado, ahora es un político que debe afrontar decisiones clave y cualquier paso en falso puede desembocar en importantes problemas y daños en su imagen. Su presidencia se enfrenta a múltiples intrigas y sabotajes y a una pandemia que desde luego no estaba entre sus planes. Si Zelenski consigue encauzar de nuevo la presidencia hacia el camino correcto y sabe sortear bien los obstáculos que le ponen sus rivales, reformando todavía más los sectores clave del país, podría pasar a la historia como el presidente más exitoso de la Ucrania independiente. En caso contrario, podría sufrir un destino parecido al de sus predecesores. 

 

 

 


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