Durante las últimas dos décadas China ha aumentado su presencia en los Balcanes. De forma silenciosa, el país asiático ha ido creado una considerable cabeza de puente en el antaño espacio de influencia soviético. Hasta hace poco, ha podido burlar los focos de Bruselas y Washington. Desde Grecia hasta Croacia, ha invertido considerables cantidades de dinero en sectores como la infraestructura o energía, entre otros. ¿En qué se han materializado estas inversiones? ¿Es China capaz de competir con la UE? ¿Qué ha ocurrido con el formato 17+1? ¿Representa China un peligro real o su presencia está sobredimensionada?


 

El crecimiento económico de China le ha ganado reconocimientos por todo el mundo. El rápido desarrollo atrajo a diversos estados interesados en una cooperación mutuamente beneficiosa, especialmente a partir de la crisis económica de 2008. China comenzó una serie de expansiones por diversos continentes, entre ellos Europa y en concreto la mitad oriental.  China vio la región como un lugar perfecto para ofrecer sus inversiones, préstamos y exportar productos, eso sin obviar el prestigio que podría adquirir al ganar influencia allí donde otrora la rivalidad EE.UU-URSS había estado a la orden del día. Los estados de la zona, faltos de innovación (a diferentes escalas) tras el colapso de socialismo, se ofrecían como una oportunidad, especialmente los Balcanes. 

China ya tuvo cierta influencia en la región a partir de los 60-70 del siglo pasado, no obstante, se resumía en la Albania de Hoxha. Tras la muerte de Mao Zedong, se produjo un notable cambio de estrategia. Se trasladó la atención hacia otros estados díscolos con la URSS que tuviesen más relevancia en la región, como Yugoslavia y Rumanía. Tras el colapso del socialismo en Europa y el estallido de las guerras de secesión en Yugoslavia, China perdió su vínculo con el sureste de Europa. Cuando la situación volvió a la relativa calma a principios de los 2000, una nueva oportunidad se presentó, era el momento de reinventarse. 

Con su gran crecimiento económico y teniendo el rol de conductor del comercio euroasiático, China cuadruplicó sus intercambios comerciales con la UE (101 mil millones de euros en el 2000, 395 mil millones en 2010). El interés chino por los Balcanes se vio complementado en 2012 gracias a la Iniciativa de Cooperación entre China y los Estados de Europa Central y Oriental (China-CEEC, en inglés) o mejor conocido como 17+1 (fundado como 16+1, pero Grecia se unió en 2019) cuyo objetivo primordial fue apoyar la implementación de la nueva ruta de la seda anunciada en septiembre de 2013, Belt and Road Initiative (BRI) o Yi Dai Yi Lu (Un cinturón, un camino). 

Este proyecto tiene que ir, obviamente, acompañado de grandes inversiones en transporte y comercio por toda la masa euroasiática. Como ya es sabido en gran medida, esta ruta comienza en el oeste de China y atraviesa Asia Central, Irán, Turquía y la Península Balcánica, que sirve para interconectar a su vez Oriente Medio y Europa Occidental. Ésta es mucho más corta (15-18 días), barata y segura frente a la opción de ruta marítima que tiene su origen en los puertos de Shanghái y Cantón (Guangzhou), con la cual se tarda aproximadamente 35 días, aparte de que es más cara y atraviesa el Golfo de Adén. Por su parte, la ruta ferroviaria del norte entre Europa y China (atraviesa Asia Central, Rusia, Bielorrusia y Polonia) ya inició su andadura a mediados de 2011. 

Las guerras yugoslavas de los 90 y posteriores crisis políticas fragmentaron el mercado balcánico y condenaron a la infraestructura a la destrucción o el abandono. Las conexiones de Europa Occidental con Asia central y Oriente Medio se vieron afectadas. La red comercial y energética del sureste de Europa está constituida, generalmente, por infraestructura del bloque oriental construida en su mayoría entre los años 60 y 70. La región lleva décadas intentando reformarse, modernizarse e integrarse en el resto del continente, pero a un ritmo todavía lento. Es por ello que hay un gran potencial que sigue estando desaprovechado. Las redes de carreteras, ferroviarias y fluviales todavía necesitan modernización y representan una ocasión perfecta para desarrollar la ruta sur-norte, algo que también pretende hacer la Iniciativa Tres Mares. Pero, al igual que la I3M cuenta con fuerte influencia de los EE.UU, China tiene a su vez sus propios planes y ambiciones regionales y debe competir con éstos y con los de la UE.

Estados como Bosnia-Herzegovina, Croacia o Serbia todavía dependen de desfasadas y muy contaminantes centrales de carbón que no suplen toda su demanda. Albania o Montenegro tienen importantes capacidades hidroeléctricas por desarrollar, Rumanía o Bulgaria tienen reservas de minerales o hidrocarburos que no están adecuadamente explotadas o directamente sin explotar. Además, la región podría iniciar un camino hacia cierta independencia estratégica con la combinación de proyectos de renovación y expansión de sus centrales nucleares (Rumanía, Bulgaria y Croacia) y el impulso a las energías renovables. Estas son sólo algunas de las oportunidades que ofrecen los Balcanes y obviamente cualquier potencia estaría interesada en ganar presencia fomentando ese desarrollo. 

 

GRECIA

A principios de los 2000 Grecia era el único estado de la región miembro de la UE. China se centró en impulsar sus inversiones en Grecia y desarrollar planes a largo plazo con los estados no miembros. En el caso griego, durante los duros momentos de la crisis, China apoyó la compra de bonos de dicho país, duplicó el comercio anual y estableció un fondo para el desarrollo del transporte marítimo chino. El gobierno heleno había decidido privatizar bienes estatales a raíz de la crisis de deuda soberana, sumando eso a las presiones de Bruselas, se vio entre la espada y la pared. El entonces presidente chino, Hu Jintao, firmó un acuerdo de 3.4 mil millones de euros con Atenas para permitir a la compañía estatal China Ocean Shipping (ahora China COSCO Shipping) renovar y controlar parte del puerto de El Pireo, el mayor de Grecia y entre los mayores puertos contenedores de Europa. Los planes chinos de convertir Grecia en un Rotterdam en el sur del Mediterráneo se toparon con problemas y retrasos a raíz de los problemas internos griegos, pero no obstante avanzaron. Durante el gobierno de Tsipras, Grecia se unió al Proyecto de la Nueva Ruta de la Seda. La vuelta al poder de ND (Nueva Democracia) en 2019 significó la continuación de las buenas relaciones con China, ya que fue dicho partido el que sentó las bases para la cooperación sino-helena a principios de los 2000. La privatización del puerto provocó protestas por parte de los sindicatos del puerto y las uniones obreras, no obstante, la motivación no fue un sentimiento anti-China, sino más bien una ante las malas condiciones laborales y económicas que aquejan Grecia desde hace más de una década.  Actualmente, El Pireo está controlado en un 67% por COSCO y los beneficios aumentaron conforme pasaban los años, situación que se ha visto, no obstante, algo dañada por la pandemia. 

En 2019, OceanRail Logistics, filial de COSCO Schipping, adquirió el 60% del operador ferroviario griego PEARL S.A. El plan chino consiste en impulsar la conexión ferroviaria Hungría-Serbia y conectar con los puertos griegos. En verano del 2020, tras largos años compitiendo con una compañía de Hong Kong (ya desaparecida), empresas chinas consiguieron cerrar un acuerdo de cooperación con las autoridades del puerto de Tesalónica. Esto permite a China expandir su influencia hacia el hinterland balcánico, ya que dicho puerto es un importante eje comercial que da mayor acceso a Macedonia del Norte, Bulgaria, Serbia y Rumanía, proporcionando así una base ideal para llegar a los mercados emergentes de la cuenca del Mediterráneo y el Mar Negro. Para Pekín, Grecia es la puerta que une las fábricas chinas con los consumidores de Europa, Oriente Medio y el Norte de África. 

 

 

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RUMANÍA Y BULGARIA

Dos economías relativamente fuertes en la región y que se hallaban por delante en el proceso de acceso a la UE a principios de los 2000, fueron el siguiente objetivo. El gobierno chino incluyó a Rumanía y Bulgaria entre los estados europeos orientales que ofrecían las mejores oportunidades de inversión para sus empresas. En el caso de Rumanía, los sectores textiles, electrónicos y de comunicaciones eran los que más atraían. En el caso de Bulgaria fueron los de la agricultura, el motor y la energía. En 2010, el comercio bilateral entre China y Rumanía alcanzó los 2,6 mil millones de euros y con Bulgaria 630 millones. No eran cifras abismales de comercio, pero fue un buen comienzo. Tanto Bulgaria como Rumanía atrajeron la inversión debido a los bajos costes laborales, bajos impuestos y la presencia de recursos naturales sin explotación adecuada. También son estados que durante años se han caracterizado por una gobernanza débil, además de alta corrupción y una considerable economía sumergida, lo cual ofrece ventajas a la hora de negociaciones a puerta cerrada y cabildeo. Esto permitió combinar el ganar madurez en la región, explotar los recursos locales y adentrarse en el mercado, además de eludir las regulaciones antidumping de la UE al exportar productos directamente a un mercado de 800 millones de personas debido a los acuerdos de libre comercio con la UE, Rusia y Turquía.

La inversión China en Rumanía durante las últimas dos décadas se puede dividir en tres categorías. La primera es en pequeña-mediana escala e iniciada por empresas familiares a finales de los 90 y perfeccionada durante la primera década del siglo XXI. En segundo lugar, a partir de 2010, grandes multinacionales chinas entran en Rumanía como consecuencia de adquisiciones internacionales, inversiones que fueron ampliamente defendidas por el entonces primer ministro Emil Boc (entre 2008 y 2012). En tercer lugar, proyectos de inversión relevantes propuestos por el gobierno rumano durante la etapa de Victor Ponta (entre 2012-2015), que afectaban a industrias y sectores estratégicos. 

A partir de 2010 la inversión china se centró en el sector de las energías renovables, no obstante, este boom fue de corta duración, ya que diversos proyectos fracasaron y el gobierno rumano desvió su interés hacia otros sectores. Una de las operaciones más significativas fue la adquisición de una terminal de cereales y tres depósitos en el importante puesto de Constanza, por parte de la China Oil and Foodstuffs Corporation (COFCO). Pese a esto último, China no tendría tan fácil replicar con el puerto de Constanza lo que ha hecho en El Pireo o Tesalónica, básicamente porque a apenas 40 km de dicho puerto se encuentra el aeropuerto de Mihail Kogalniceanu, que cuenta con un sector militar anexo a la base aérea 86ª, empleada en ocasiones por la OTAN y que Rumanía tiene pensado expandir. 

El acuerdo de compra del 51% de las acciones de la compañía kazaja KMGI por parte del conglomerado CEFC China Energy fue anunciado a bombo y platillo como un gran avance para los planes chinos y su nueva Ruta de la Seda. En 2016, KMGI era el mayor propietario de la rumana Rompetrol. No obstante, este acuerdo no se llegó a formalizar debido a la difícil situación económica de CEFC, que más tarde acabaría declarándose en bancarrota.

La falta de estabilidad de la política rumana ha retrasado u obligado a cancelar algunos proyectos que podrían haber dado un mayor impulso a la presencia china, siendo ejemplo de esto la construcción de una planta hidroeléctrica en Tarnita, la modernización del importante puerto de Constanza o la creación de dos canales fluviales en el Danubio. No obstante, el mayor daño reciente a los planes chinos en Rumanía fue la cancelación de un proyecto de inversión de 6,4 mil millones de euros para la central nuclear de Cernavoda (la única del país) que incluía la modernización de los reactores 3 y 4. En dicho proyecto participaban la rumana Nuclearelectrica y la compañía estatal China General Nuclear, ésta última llegaría a controlar el 51% del mismo. Aparte de diversos problemas legales y económicos, también existían preocupaciones sobre el espionaje, algo que ocurrió también en República Checa. Tras acabarse las buenas relaciones con la compañía china, Rumanía decidió expandir solamente uno de los reactores de Cernavoda con la ayuda de la estadounidense AECom y colaboraciones de empresas canadienses o francesas. Recientemente, también fracasaron los planes para la renovación de la planta energética de Rovinari, en la cual la compañía china Huadian Corporation pensaba invertir cerca de mil millones de euros. Durante el 2019 también se descartó la posibilidad de la entrada a lo grande de Huawei y su 5G en Rumanía. En agosto de ese mismo año las autoridades de Rumanía y los EE.UU firmaron un memorándum para una “evaluación rigurosa” de todas las tecnologías de telecomunicaciones y proveedores, con especial atención en China. Otros estados de la zona siguieron los pasos de Rumanía.  

La mayoría de los proyectos chinos, al tocar temas sensibles de industria estratégica, fueron sin duda monitoreados por la Comisión Europea dentro del marco de control al que se someten este tipo de situaciones. Ahora Rumanía planea desligarse de China y prevé aprobar un decreto que excluirá a compañías de países no miembros de la UE que no tienen acuerdos de comercio con la organización de participar en proyectos de infraestructura rumanos. 

Si bien ocupa una posición clave en Europa, Rumanía todavía es una economía poco atractiva para hacer negocios si se la compara con Polonia, Hungría o República Checa. Sus debilidades pueden convertirse en oportunidades de inversión y cooperación, ya que al igual que sucede con Bulgaria, su falta de desarrollo o mantenimiento en diversos ámbitos como la infraestructura (sobre todo ferroviario o red de carreteras) y telecomunicaciones es grande y es un espacio que ha sido ocupado por inversores occidentales. Estos, obviamente, no ven con buenos ojos la llegada de China. A su vez, ésta última no cuenta con una imagen precisamente favorable entre los rumanos, dada la connotación negativa del pasado comunista entre diversos sectores del país y el marcado perfil euroatlántico con el que simpatiza la mayor parte de la población. La falta de predictibilidad respecto al panorama político y legislativo rumano, así como  la manifiesta debilidad en diversos ámbitos públicos y la poca coordinación entre sus ministerios son algunos de los obstáculos que han dificultado las inversiones extranjeras en general y las chinas en particular. Esto no parece que vaya a cambiar con la pequeña transformación política que está viviendo el país a raíz de las recientes elecciones locales y legislativas, es muy poco probable que Rumanía se convierta en un hub exitoso para el país asiático. De hecho, Rumanía ya se puede considerar, en mayor medida, un fracaso para los planes chinos. 

Mientras Rumanía recibía con brazos abiertos la inversión de Pekín, era sede de la reunión 17+1 celebrada en 2013 y firmaba jugosos acuerdos, Bulgaria se mostraba más reticente. El PM, Boiko Borisov, quien cuenta con una marcada postura atlantista, llegó a ausentarse de la reunión celebrada en 2014. Las inversiones chinas habían sido generalmente tímidas, si bien aumentaron una vez Bulgaria accedió a la UE.

La alta demanda de recursos primarios de la economía china había motivado la firma de acuerdos para importar recursos minerales de Bulgaria. China Minmetals, una de las mayores empresas de comercio de metales del mundo, firmó en 2009 un acuerdo por valor de 800 millones de dólares con Aurubis Bulgaria, subsidiaria local de la mayor productora de cobre de Europa. Al igual que en Rumanía, empresas chinas firmaron acuerdos con grandes empresarios locales. Siendo un ejemplo de esto la joint venture entre la empresa automovilística china Great Wall Motors (GWM) y el conglomerado Litex, propiedad de Grisha Ganchev uno de los muchos empresarios (oligarcas) que se enriquecieron durante los 90 y que actualmente controla empresas en los sectores automovilísticos (Litex Motors), del petróleo (Petrol AD y Litex Commerce AD) y el deporte (Litex Lovech y CSKA Sofia), entre otros. El objetivo de este acuerdo fue aprovechar los bajos costes de producción e impuestos de Bulgaria para lanzar al mercado europeo automóviles chinos. El proyecto sino-búlgaro dio sus primeros pasos en febrero de 2012 con la apertura de una planta de producción en Bahovitsa, cerca de Lovech (ciudad natal de Ganchev) y atrajo bastante atención, ya que se fijaron objetivos como producir 50 mil unidades por año y crear más de dos mil puestos de trabajo. Desde Bulgaria, Great Wall Motors pensaba expandirse al resto del mercado del sureste europeo. En 2016, las producciones de GWM-Litex estaban disponibles en Serbia, Macedonia (ahora Macedonia del Norte), Rumanía e Italia, pero las cifras de ventas rondaban las 3500 unidades, siendo la mayoría de las ventas vehículos exportados desde China y no producidos en la planta que se estableció en Bulgaria. El proyecto se considera, en general, fallido.

La posición de las autoridades búlgaras respecto a China y la inversión en proyectos de mayor envergadura comenzó a cambiar con la llegada de Rumen Radev a la presidencia, en 2017. Radev, a pesar de estar formado en los EE.UU, es un político más favorable a impulsar la ya casi extinta ambivalencia búlgara de buenas relaciones este-oeste. Bulgaria fue sede del 17+1 en 2018 y el propio Radev realizó una visita de estado a Pekín en 2019 para celebrar el 70º aniversario de relaciones bilaterales, llegando a impulsar el contacto entre ambos estados al nivel de asociación estratégica. 

Bulgaria firmó diversos acuerdos, destacando la inversión de 135 millones por parte de China Machinery Engineering Corporation (CMEC) en el centro logístico del puerto de Varna, el mayor del país, así como en el puerto de Burgas, los cuales podrían conectarse con el proyecto chino en El Pireo. El importante consorcio chino HNA planeó invertir más de 160 millones de euros  en el aeropuerto de Plovdiv, la segunda ciudad más poblada de Bulgaria. De hecho, ya había conseguido una concesión de 35 años. Todo consistía en renovar y controlar el aeropuerto de la ciudad aprovechando la Zona Económica Trakia, uno de los mayores complejos industriales y comerciales del país, el cual cuenta con inversiones de empresas alemanas, francesas, suizas o turcas, entre otras. HNA consideró convertir el aeropuerto de Plovdiv en un punto de conexión económico y turístico en el sureste de Europa, algo que encajaba en su perfil de conglomerado propietario de aeropuertos y aerolíneas y que se complementaba con las inversiones en los puertos de Varna y Burgas, convirtiendo a Bulgaria en una enorme baza para un gran desembarco chino en la parte oriental de los Balcanes. No obstante, HNA se acabó retirando por, entre otras cosas, dudas sobre su propia solvencia. Esto último quedó al descubierto durante enero de 2021, cuando el consorcio anunció la bancarrota. 

En 2019, las autoridades búlgaras invitaron a la corporación nuclear nacional china, además de la rusa Rosatom, la surcoreana KHNP o la francesa Framatome, para desarrollar la planta nuclear de Belene. Ésta central podría haberse convertido en la segunda de Bulgaria, pero su construcción, iniciada en 1987, se paró en seco durante el colapso del socialismo. Desde entonces, ha habido múltiples intentos por atraer inversores y reiniciar el proyecto, sin éxito, ya que Belene requiere una inversión de cerca de 10 mil millones de euros. Finalmente, a principios de 2021, el PM Borisov (quién desde el principio se ha opuesto a impulsar Belene) decidió cancelar el proyecto de nuevo, destinando la inversión y materiales obtenidos hasta ahora a la expansión de la central nuclear de Kozloduy, que sí está operativa. 

Si la inversión china en Rumanía no ha sido especialmente alta, en Bulgaria lo ha sido menos aún. Entre 2000 y 2019, China invirtió apenas 450 millones de dólares en el país y su presencia es muy minoritaria también en el plano comercial o comparado con las ayudas de la UE. Como ya se ha dicho, la presencia china en Rumanía ha acabado siendo menor de lo planeado en un principio y los grandes proyectos han quedado en nada. Bulgaria, en cambio, parece dispuesta a seguir aceptando las inversiones chinas, pero con ciertos matices, ya que no alberga la misma ilusión por China.

Los Balcanes Occidentales constituyen una compleja red de relaciones variadas entre diversas potencias y organizaciones. Los estados de la zona han suscrito acuerdos de Asociación y Estabilización con la UE y tanto Serbia, Macedonia del Norte, Albania como Montenegro son candidatos para el ingreso en la organización. A su vez, Albania, Croacia, Montenegro y Macedonia del Norte son estados miembros de la OTAN. Rusia y Turquía también han conseguido recuperar parte de su influencia en la zona, sin embargo, todavía tiene más peso el valor simbólico (vínculos religioso-culturales antes que políticos o económicos) de ésta. 

  • Las empresas estatales (acuerdos Estado-Estado) dominan las actividades a expensas de las pequeñas y medianas empresas, principales impulsores del crecimiento económico de la región.

 

  • La energía y el transporte son los sectores muy importantes para inversión china, algo más de la mitad del total de sus actividades en la región.

 

  • Serbia es el principal centro de actividad china y ha recibido más de la mitad de la financiación anunciada para los Balcanes desde el 2012.

 

  • China intenta ganar terreno en el sector de la infraestructura, realizando préstamos e inversiones (7.8 mil millones desde 2013) que compiten con los de la UE (7.9 mil millones).  

 

  • El sector digital engloba ambiciosos proyectos de tecnología de la información y las comunicaciones, la mayoría de ellos, de nuevo en Serbia. No obstante, chocan con la estrategia de contención impulsada recientemente por los EE.UU.

 

SERBIA

Principal baza de la influencia china en los Balcanes. Las relaciones entre ambos estados son una continuidad de las relaciones establecidas entre la República Popular Yugoslava y la República Popular de China, que comenzaron con el reconocimiento de China por parte de Yugoslavia el 1 de octubre de 1949 y el establecimiento de relaciones diplomáticas en 1955. Las relaciones evolucionaron a una amistad a finales de los 70 y ésta se reforzó a finales de los 90, cuando la República Federal de Yugoslavia (entonces únicamente compuesta por Serbia y Montenegro) se vio prácticamente aislada y ampliamente demonizada por gran parte de la comunidad internacional. Los lazos se reforzaron durante la campaña de bombardeo de la OTAN, en la cual también fue bombardeada la embajada de China en Belgrado, muriendo 3 de sus periodistas. Este hecho fue aprovechado para promocionar la visión de que ambos estados enfrentaban de forma conjunta una agresión imperialista estadounidense. Rusia no estuvo en condiciones de ayudar más allá de la mediática toma del aeropuerto de Pristina en junio de 1999 y su espacio fue llenado paulatinamente por China. El propio Milosevic recibió con los brazos abiertos una inversión del país asiático a finales del mismo año, la cual también motivó la apertura de varias docenas de bazares chinos en Belgrado. China defendió la integridad territorial de Serbia, ignorando las acusaciones sobre el tratamiento de los albaneses en la región de Kosovo. 

Sobre Kosovo, conviene puntualizar que la inversión estatal china allí es prácticamente inexistente. Empresas privadas han intentado ganar presencia, China cuenta con una pequeña oficina de enlace en Pristina y se ha intentado promocionar la red 5G o la cooperación en materia civil, pero con poco impacto. Las relaciones sino-kosovares no son malas, pero tampoco relevantes. 

Una vez cayó el gobierno de Milosevic, las nuevas autoridades de Belgrado reformularon la política exterior bajo cuatro pilares de diplomacia: 1) UE, representando las aspiraciones serbias para la integración europea. 2) Rusia, aliado histórico y “hermano” cultural. 3) EE.UU, potencia con la que Serbia ha mantenido relaciones ambivalentes, pero cuya importancia e influencia en la escena internacional es imposible de ignorar. 4) China, poder económico global de rápido crecimiento. Serbia inició un proceso de transición económica estructural con el objetivo de ponerse al día respecto al resto de estados de Europa Central y Oriental. La inversión extranjera aumentó la competitividad, se mejoró la balanza de pagos y se impulsó parte de la base tecnológica, científica y empresarial que se había perdido. Ahí es donde entró China.

En agosto del 2009, el entonces presidente serbio Boris Tadic, realizó una visita a su homólogo chino, Hu Jintao. La reunión que mantuvieron ambos líderes acabó con la firma de un acuerdo de cooperación estratégica, en el cual ambos estados se comprometían a defender sus intereses nacionales, a su vez, se recalcó de nuevo el apoyo mutuo a la integridad territorial. China se opuso a la independencia de Kosovo, llegando a manifestar dicha oposición a la Corte Internacional de Justicia en diciembre de 2009. Las autoridades chinas apoyaron las acusaciones serbias que llamaban a la ONU a investigar el tráfico de órganos durante la guerra de Kosovo. Como contrapartida, los sucesivos gobiernos serbios han evitado unirse a cualquier organización, iniciativa, fórum, etc que criticase las políticas chinas en  Xinjiang u Hong-Kong. Entre otros, Serbia boicoteó la ceremonia de entrega del Nobel de la Paz al escritor chino Liu Xiaobo, opuesto a las autoridades de Pekín. 

Más allá de esos gestos, se firmaron diversos acuerdos de cooperación en materia económica y tecnológica, además de un Acuerdo de Cooperación Técnica en infraestructura, el cual allanó el camino para proyectos energéticos, de transporte, telecomunicaciones, agricultura y cultura y se reforzó con nuevos acuerdos entre el presidente serbio Tomislav Nikolic y Xi Jinping en verano de 2013. Entre 2005 y 2013, los intercambios comerciales aumentaron, situándose China como el quinto socio más importante para Serbia (por detrás de Italia, Alemania, Rusia y Bosnia y Herzegovina) en materia de exportaciones, mientras que en importaciones ocupó el cuarto puesto. 

En 2014, la compañía China Road and Bridge Corporation (subsidiaria de la estatal china CCCC) terminó la construcción del importante puente Pupin (1,5 km de longitud), sobre el Danubio. Hasta entonces, Belgrado había contado con el puente de Pancevo, construido en 1946 y llevaba años necesitando uno más moderno. La construcción del puente Pupin fue financiada en su mayor parte por el Banco chino Exim y su inauguración contó con la presencia de una importante delegación china. Constituyó el primer gran éxito en materia de infraestructura e inversión china en Europa. Si bien ayudó a la ciudad de Belgrado a solucionar sus problemas de tráfico, también constituyó un paso importante para los planes chinos de crear rutas modernas para su iniciativa BRI. 

Valla publicitaria que muestra al presidente chino Xi Jinping en Belgrado, Serbia, 1 de abril de 2020. El texto de la valla dice «Gracias, hermano Xi», en referencia a la ayuda médica que China envió a Serbia al comienzo de la pandemia.  REUTERS / Djordje Kojadinovic.

Otra importante inversión en materia de infraestructura de transportes es la construcción de la ruta ferroviaria de alta velocidad entre Belgrado y Budapest, la cual está también en manos de CCCC y la China Railway International Company. La longitud total sería de 350 km, con 184 de estos en Serbia y 166 en Hungría. Este proyecto fue ideado en 2013 entre las tres partes y a finales de 2014 se firmó un memorándum de entendimiento complementado con un acuerdo sobre la creación e impulso de una unión aduanera regional a la que se unió también Macedonia. Vucic, Orbán, Keqiang y Gruevski acordaron trabajar de manera conjunta para la consecución y modernización de la ruta de transporte intermodal por tierra y mar que uniría el puerto de El Pireo con Budapest. Este gran proyecto despertó por aquel entonces cierta preocupación en Bruselas, además de dudas debido a su coste, entre 1,5 y 4 mil millones de euros. El Primer Ministro chino, Li Keqiang, aseguró que la intención de China y su cooperación con los países de la región no era fragmentar la UE, sino alinear objetivos comunes y estratégicos con ésta. En la reunión del 17 +1 llevada a cabo en 2015, China acordó con Serbia el establecimiento de un centro logístico de transporte e infraestructura de ésta iniciativa en Belgrado, convirtiéndose así el país eslavo en el punto de conexión más importante para la BRI en los Balcanes. 

El proyecto Budapest-Belgrado, sin embargo, lleva sufriendo múltiples retrasos, problemas logísticos y sospechas de corrupción. Los modernos trenes de alta velocidad (160-200 km/h) que supuestamente van a sustituir a los ya desfasados modelos socialistas, no están circulando. Se suponía que parte de las obras estarían acabadas para 2020, no obstante, la pandemia terminó por confirmar un retraso esperado. Hungría planea completar su sección para 2025, el nuevo préstamo de 1,85 mil millones de euros que recibió de China en abril de 2019 y la decisión de mantener ciertos detalles del acuerdo en secreto levanta dudas. El hecho de que el trayecto planeado no atraviese ninguna de las grandes ciudades húngaras hace pensar que beneficia más los planes de expansión y flujo comercial chino hacia el Centro de Europa que el tránsito de pasajeros. 

Volviendo a Serbia, entre otros proyectos de infraestructura de transportes es conveniente mencionar que compañías chinas consiguieron la concesión de obras de diversas autopistas (por valor de más de 320 millones de euros), la construcción de un puente sobre el río Sava, memorándums de cooperación aérea entre Air Serbia-Air China y mucho más. Algunas de estas obras, por supuesto, cuentan con generosos préstamos bajo condiciones favorables que China no da a otros estados. 

En materia energética, una de las primeas inversiones chinas tuvo lugar en la planta térmica de carbón de Kostolac. Exim Bank otorgó más de 600 millones de euros en préstamos (a devolver en 20 años, con un periodo de gracia de 7) para ampliar y modernizar Kostolac, además de la mina de carbón homónima (una de las más grandes de Europa), las minas de Drmno y Radljevo. Estos proyectos llevan años causando las protestas de diversos grupos ecologistas debido a la alta contaminación y daño ambiental que supuestamente producen. Aparte de esto, la compañía China Environmental Energy Holdings y el grupo energético Shenzhen desean participar en la ampliación de la planta termal Nikola Tesla, la mayor del país, un proyecto de un coste estimado en dos mil millones de euros que convertiría a esta planta en un productor independiente de energía eléctrica. Incluso en el ámbito de energía renovable, Serbia y China han llegado a acuerdos de inversión y memorándums te entendimiento para la construcción de parques eólicos y de plantas de conversión de residuos en electricidad, además de para la cooperación en materia de telecomunicaciones entre Huawei y Telekom (2011-2012). 

China también se ha dedicado a adquirir acciones de empresas Serbias que pasaban por dificultades económicas o directamente a comprarlas en su totalidad. Entre ellas RTB Bor (minería) o ATB Sever (maquinaria eléctrica), entre otras muchas. Un caso sonado fue  el del gran conglomerado de acero serbio en Smederevo, el cual pasó de ser la principal compañía exportadora del país a quedar en la estacada cuando U.S Steel la revendió a Belgrado en 2012 debido a la bajada de los precios internacionales de acero. En 2016 fue adquirida por la china Hesteel Group y renovada. Ahora Hesteel Serbia, da trabajo a más de 5000 personas y ha recuperado gran parte de su rentabilidad. 

Existen incógnitas acerca del papel chino en Serbia debido que su inversión es pequeña en comparación con las inversiones e influencia de la UE. Además, su importancia para el crecimiento económico acelerado se limita a determinadas industrias, como la infraestructura de transporte, la energía y los sectores de las TIC. Si bien existe una tendencia de crecimiento y expansión en otras industrias, estas inversiones son criticadas por basarse exclusivamente en préstamos de Estado a Estado, lo que a la larga produce dudas acerca la viabilidad y rentabilidad. No obstante, parte de esto también deriva de las circunstancias serbias, como la inadecuada estructura económica, la desfasada tecnología, la poca liquidez o corrupción, entre otras. 

Es necesario añadir que, durante los últimos meses, China ha conseguido un pequeño impulso en popularidad en la región balcánica debido a que sus vacunas han ayudado de manera decisiva a Serbia en su proceso de vacunación, catapultándola a ser uno de los estados que más vacunan. Las autoridades de Belgrado adquirieron todas las vacunas disponibles, sin importar el país de procedencia. Serbia también se ha encargado de entregar,convenientemente, algunas de éstas vacunas a estados vecinos o directamente a vacunar a croatas o bosnios que se han desplazado hasta Belgrado. No obstante, se trata de un factor temporal que tampoco alterará mucho más la balanza, sobre todo ahora que la UE también ha mostrado interés (de forma tardía) en proporcionar vacunas a los estados balcánicos que no son miembros de la UE, lo cual es una muestra más de que la llamada «diplomacia de vacunas» es una parte importante de la estrategia de todos los grandes actores, sin excepción. 

 

MACEDONIA DEL NORTE

La presencia china en Macedonia del Norte consiste principalmente en inversiones en el sector público, no obstante, las relaciones entre ambos estados no empezaron precisamente con buen pie. Después de la fragmentación de Yugoslavia, Macedonia del Norte (entonces ARYM) reconoció durante un corto periodo de tiempo a Taiwán. El viceprimerministro, Vasil Tupurkovski (AD), forzó dicho reconocimiento al hablar de la existencia de un gran acuerdo de inversión por parte de las autoridades en Taipéi (mil millones de dólares), el cual crearía cientos de miles de puestos de trabajo. Tupurkovski realizó estas declaraciones durante la campaña electoral en octubre de 1998, que llevó a VMRO-DPMNE a alzarse con la victoria en dichos comicios y gobernar junto con el apoyo de AD y el partido de la minoría albanesa. No obstante, en 1999 empezó a quedar claro que las inversiones prometidas no llegarían, ya fuese porque Tupurovski no decía toda la verdad o porque en Taipéi no estaban seguros de la operación, aún a pesar de que cargos taiwaneses visitasen Skopie. El viceprimerministro fue destituido, las relaciones con Taiwán fueron rotas y la vista fue puesta en China. 

Macedonia del Norte ha recibido préstamos bancarios tanto por parte del estado chino como de fondos de cooperación al desarrollo. Fue el primer país del 17+1 en emplear la línea de crédito que fue puesta a disposición para proyectos de infraestructura. A su vez, fue de los primeros países de Europa donde China puso en práctica modelos ya aplicados en África o partes de Asia, al financiar por completo la construcción de centros de educación primaria. Entre 2006 y 2010 tuvo lugar el mayor proyecto entre China y Macedonia del Norte, al financiar la primera la remodelación de la importante planta hidroeléctrica de Kozjak. A su vez, la estatal Synohydro participó en la construcción de las autopistas entre Kicevo-Ohrid y Miladinovci-Stip. 

De acuerdo con los procedimientos generales, todos los proyectos implementados con dinero chino deben ser implementados por una empresa china, generalmente de propiedad estatal. El contratista es determinado directamente por el gobierno chino, seleccionado a través de un procedimiento de licitación pública en China o seleccionado por las autoridades macedonias entre varias empresas ya previamente preseleccionadas por las autoridades del país asiático. En ninguno de los casos el procedimiento cumplió la legislación macedonia sobre contratación pública, la cual se ha intentado armonizar con el acervo comunitario UE para promover el acceso a la organización. En otros dos casos, en los que se proporcionó financiación con cargo al presupuesto de Macedonia y un préstamo del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo, las empresas estatales chinas ganaron licitaciones públicas mediante un procedimiento de contratación ordinario: Yutong fue seleccionada para suministrar a la ciudad de Skopie 200 autobuses y CRRC Zhuzhou para el suministro de trenes eléctricos. A pesar de empezar con buen pie, Macedonia del Norte es el estado que menor participación ha tenido en la iniciativa, ya que apenas ha intervenido en los eventos oficiales. Tampoco existen conexiones entre las formaciones políticas de ambos estados, ni cooperación tecnológica o en defensa a destacar. 

 

MONTENEGRO

Las relaciones entre Montenegro y China se resumen en unos pocos proyectos, pero de considerable envergadura, siendo el más emblemático de ellos la construcción de la autopista Bar-Boljare (con un préstamo chino al 85% por valor de 890 millones de euros). Este proyecto ha provocado reacciones encontradas. Por un lado, las autoridades y los ciudadanos montenegrinos afirman que se trata de un proyecto muy necesario para el futuro desarrollo y crecimiento económico del país. Por otro, con el tamaño de la economía y alto nivel de deuda existe cierto escepticismo respecto al proyecto, ya que se puede tratar de un ejemplo de diplomacia de la trampa de la deuda por parte de China. No obstante, Montenegro acudió precisamente al país asiático porque el BERD y el BEI rechazaron financiar el proyecto durante los estudios de viabilidad económica realizados entre 2006 y 2012. Las autoridades de Podgorica también acudieron a China para adquirir 4 buques de carga que incrementasen su poder comercial y desarrollasen el puerto de Bar. 

Como punto negativo, cabe destacar que recientemente la Fiscalía General montenegrina ha decidido llevar a cabo una investigación acerca del daño medioambiental que han producido las obras de Bar-Boljare en el río Tara. La ONG MANS lleva años ejerciendo como acérrimo enemigo de la inversión china en Montenegro, algo normal dentro de la lucha por las influencias, ya que está vinculada a ECPMF y al Think Thank OBTC, dedicados a defender los intereses de la Comisión Europea en el Sureste de Europa.

Como se ha mencionado anteriormente, la deuda ha sido un problema importante en Montenegro, sin embargo, no ha alterado de manera drástica las actitudes hacia China. La relación deuda/PIB se situó cercana al 70% en 2015 y actualmente ha superado el 90%. El turismo es un sector cada vez más importante (25% del PIB), y el número de turistas chinos en Montenegro ha aumentado (si ignoramos la pandemia), algo que obviamente es visto positivamente por autoridades locales. En el campo de la energía, en noviembre de 2019 se inauguró el Parque Eólico Mozura, construido por un consorcio entre la empresa maltesa Enemalta y la Compañía de Energía Eléctrica de Shanghai. Ese mismo mes, un consorcio chino liderado por Dongfang Electric ganó la licitación para la reconstrucción del Central térmica de Pljevlja. La cooperación a nivel de la administración pública parece expandirse, aunque a una velocidad moderada, la diplomacia china es más visible y está aumentando en presencia y confianza. La cooperación académica también se está impulsando y las universidades locales firman acuerdos de cooperación con China, que incluyen intercambios de estudiantes y profesores, así como visitas de estudio. 

Prácticamente no hay cooperación en materia de seguridad y tecnología entre Montenegro y China. Montenegro es miembro de la OTAN y esto limita severamente cualquier oportunidad de cooperación relacionada con la seguridad con China. Los partidos del gobierno surgido tras las elecciones de agosto 2020, si bien opuestos al aparentemente incombustible Presidente Milo Dukanovic y sus políticas, han reafirmado la pertenencia de Montenegro a la organización y no se han distanciado del camino a la UE. 

Las relaciones bilaterales se han expandido, Montenegro ve a China como una potencia en ascenso que puede brindar nuevas oportunidades, al igual que la ven en Albania. Las expectativas siguen prevaleciendo sobre las actitudes críticas debido a la necesidad de abordar los problemas de desarrollo, pero ello no significa que se deba ignorar el hastío con la falta de resultados en los grandes proyectos. 

Construcción de la autopista Bar-Boljare (parte del proyecto Bar-Belgrado). El nuevo gobierno de Montenegro se ha visto obligado a ampliar el plazo para la construcción del primer tramo de la carretera, pero la sombra de la duda planea sobre el proyecto, al buscar Montenegro otros financiadores.

 

ALBANIA

La conexión entre Albania y China se remonta a los 60, cuando se produjo la ruptura de relaciones entre Tirana y Moscú. Los estrechos vínculos entre las élites de los partidos comunistas chino y albanés jugaron un gran papel a lo largo de varias décadas. Si bien ahora Albania es miembro de la OTAN y candidata a la UE, eso no ha impedido que se llegase a compromisos específicos. Cuando Albania inició su apertura económica en los 90, sus mayores socios comerciales fueron estados vecinos o de la región, entre otros Italia, Grecia o Turquía. Con el tiempo, China también comenzó a recuperar su presencia, llegando a convertirse en el tercer mayor socio por volumen de comercio anual. 

El comercio e inversiones entre China y Albania se han focalizado en importantes comisiones intergubernamentales, en un intento por reactivar la cooperación existente antaño. En 1989 se estableció la Comisión Conjunta Económica y Comercial y desde entonces se han celebrado nueve reuniones de alto nivel entre ambos estados. En la sesión celebrada en 2014 se firmaron acuerdos para cooperación en materia industrial, de agricultura y turismo. Sin embargo, al igual que sucede con Macedonia del Norte, las autoridades no se han involucrado lo suficiente para que los acuerdos lleguen a fructificar. El apoyo del gobierno albanés no ha estado a la vanguardia. La única fuerza impulsora para que se establezcan una asociación con las fábricas chinas y se compren sus productos han sido los esfuerzos de los empresarios locales. Muchas empresas albanesas, ya sean pequeñas, medianas o grandes, tienen como único punto de conexión con proveedores chinos plataformas en línea de empresa a empresa o ferias y exposiciones. Es casi imposible encontrar un minorista o mayorista de tamaño considerable en Albania que no importe productos chinos, por esta razón, estos empresarios creen que se deben hacer más labores de apoyo. 

El proyecto económico más significativo entre ambos países es el de la compañía Geo-Jade, que opera el campo petrolífero de Patos-Marinza, uno de los mayores en Europa. A su vez, el puerto de Durrës está incluido en la red china de puertos comerciales en el Mediterráneo, si bien la zona económica que se pretendía desarrollar a su alrededor lleva cuatro años estancada. Los aeropuertos de Kukës y Vlorë (este último proyecto todavía parado) han sido objeto de acuerdos para su renovación y ampliación en materia de turismo. La minería es otro de los puntos a destacar, empresas chinas poseen operaciones en Bulqizë y Kukës, no obstante, se trata de entidades pequeñas, ya que más de un centenar de las empresas del sector son todavía de propiedad albanesa. 

Realmente, China no ha conseguido ningún contrato público importante, ya que si bien las autoridades de Tirana están dispuestas a cooperar con el país asiático, consideran necesario evitar que China consiga una presencia excesiva. En 2017 fracasó la operación china para la construcción de la planta hidroeléctrica de Kalivac, la cual fue concedida a un consorcio turco-albanés, así como el proyecto de la autopista que conecta Tirana con Macedonia del Norte, la cual fue otorgada a una compañía local. 

La postura de China con Albania no es conflictiva, en contraste con otros actores, y es bien recibida por los albaneses. Los esfuerzos chinos consisten meramente en pulir una imagen positiva, en lugar de llevar a cabo un moldeado sistemático de percepciones. En particular, la cooperación a nivel de partidos políticos se remonta a 2013, cuando el Partido Socialista de Albania, el Partido Democrático de Albania y el Movimiento Socialista para la Integración asistieron al IV Foro de Partidos Políticos de Alto Nivel China-Europa, pero ha habido poca compenetración interinstitucional más allá de eso. No obstante, los intentos para una cooperación académica más amplia están teniendo sus frutos con algunos programas de intercambio y vínculos emergentes con la Academia China de Ciencias Sociales, estructurados en torno a la investigación relacionada con la BRI. La cooperación académica se ha realizado principalmente con la Universidad Estatal de Albania, en Tirana, donde funciona un Instituto Confucio desde 2013. En materia tecnológica, desde 2009 Huawei ha jugado una labor importante en la instalación de las redes 4G, así como en los proyectos 5G. 

La presencia china en Albania causa especial preocupación al liderazgo de la OTAN, principalmente porque este país balcánico tiene todas las papeletas para ser una de las principales bazas políticas e ideológicas de la organización en la región, tanto por el valor estratégico de sus puertos como por su contraposición a Serbia. Pese a todo, de momento nada apunta a que Albania pretenda desligarse del euroatlantismo que tanto beneficio ha traído a sus intereses regionales.  

 

BOSNIA Y HERZEGOVINA 

Si bien Bosnia cuenta con diversas inversiones chinas, no constituye un área clave dentro de la BRI debido a que tiene una posición geográfica y unas características internas algo problemáticas.  La compañía Shandong se encarga de construir (y también gestionará los peajes) de la autopista de Prijedor-Banja Luka, que unirá las dos ciudades norteñas. No obstante, este es un proyecto menor en comparación con el gran corredor Vc (700 km), que unirá Bosnia de norte a sur, el cual está siendo financiado por el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD) y el Banco Europeo de Inversiones (BEI).

El mayor proyecto chino en Bosnia lo constituyen los préstamos (530 millones de euros) para la construcción de la planta hidroeléctrica de Stanari (en territorio de Rep. Srpska) y el suministro de todos los equipos necesarios para su funcionamiento. En segundo lugar se encuentra la ampliación de las plantas de carbón, especialmente la planta de Tuzla (700 millones de euros en préstamos). La ampliación de Tuzla, al igual que sucede con diversos casos ya mencionados en Serbia, causa preocupación debido al impacto medioambiental que tiene, según afirman diversos grupos ecologistas, y provocó quejas en Bruselas debido a que incumple los planes que prevén la eliminación de la producción de energía eléctrica por combustión de carbón para 2050. Pese a estas quejas, China fue el único país que estuvo dispuesto a llevar a cabo las obras en Tuzla, planta que todavía provee a Bosnia de una energía muy necesaria. Pese a todo, Tuzla podría ser uno de los últimos proyectos en cuanto a generación de energía a carbón en los Balcanes Occidentales, sobre todo debido a que Bosnia tiene mucho potencial para la construcción de plantas hidroeléctricas, para que esto se lleve a cabo hacen falta inversiones.

La alta contaminación en diversas ciudades de Bosnia y Serbia está relacionada con las centrales termoeléctricas de carbón que China ayuda a mantener. Sin poder económico suficiente y con los fondos de la UE destinados a energía verde, China queda como la única alternativa.

CROACIA

Croacia estableció relaciones con China en 1992, pero el interés del país asiático por la “perla del Adriático” no empezó a despuntar hasta hace poco. Más allá de acuerdos en materia cultural y educativa, las relaciones entre ambos estados llegaron a un nuevo nivel cuando la compañía China Road and Bridge Corporation (CRBC) obtuvo en 2018 el permiso para construir el puente de Peljesac, el cual cuenta también con financiación por parte de autoridades europeas (360 millones de euros). El Primer Ministro chino, Li Keqiang visitó Zagreb en 2019 con una gran delegación, constituyendo la primera visita de un primer ministro chino al país balcánico.

En Croacia se da la paradoja de la financiación europea y la presencia de compañías chinas para el proyecto de Peljesac. El puente conectará dicha península con el resto de Croacia continental sobre el Adriático, proporcionando una ruta alternativa al corredor Neum, franja de Bosnia y Herzegovina que tiene salida al mar y se encuentra encajonada entre esas dos partes de Croacia. El proyecto ya ha sufrido un retraso a 2022 como consecuencia de la pandemia, no obstante, todo parece indicar que se completará a pesar de las protestas de las autoridades de Sarajevo, las cuales son ignoradas por la UE. El interés nacional de Croacia en buscar un vínculo contiguo entre las dos secciones de su territorio se produce a expensas del acceso de Bosnia al mar. Particularmente polémica es la altura del puente, 55 metros, ya que podría obstruir la entrada de grandes barcos en territorio bosnio y frustrar todo intento de desarrollar la pequeña franja costera.

Cuando Croacia y Bosnia formaban parte de Yugoslavia, un puente no era necesario, ya que era un solo país. Debido a la desintegración, viajar desde la histórica ciudad de Dubrovnik a Split ahora implica pasar por Bosnia y sus puestos de control fronterizos. El proyecto parecía haberse archivado cuando golpeó la Gran Recesión, solo para resucitar cuando la Comisión Europea asignó la mayor parte de los fondos necesarios en 2017. Dado que la costa de Bosnia tiene apenas 20 km, la construcción del puente Peljesac tiene implicaciones estratégicas, ya que es la segunda línea costera más corta del mundo, después de Mónaco. Para un estado con una historia de repetidos intentos de vecindad por forjarlo, el acceso continuo de Bosnia al Adriático podría ser vital. A medida que la UE financia el interés nacional de su último estado miembro, se restringe el acceso de Bosnia al mar. Lo que muestra la controversia del puente de Peljesac es que la pertenencia a la UE puede ayudar a un país a perseguir un interés nacional que de otro modo no podría lograr, incluso en perjuicio de otro estado que aspira a formar parte de la organización. 

Desde 2018, Croacia y China han firmado diversos acuerdos bilaterales para la modernización de la conexión ferroviaria Zagreb-Rijeka, también existe interés por la renovación de puertos como Uljanik y 3 Maj y por la expansión del importante puerto de Rijeka, la construcción de terminales en Omisalj o Krk y el desarrollo de la agricultura y el turismo. China estaría interesada en revitalizar el valle del Neretva, con gran potencial agrícola y para las energías renovables. Más allá de la construcción de fábricas para automóviles sostenibles y la creación de varios centenares de puestos de trabajo, el resto son incógnitas. Son muchos los ojos que están puestos en Croacia, estado que aspira a situarse entre los principales puntos del comercio y el transporte de mercancías y pasajeros en el sureste de Europa. 

No hay que olvidar que Croacia es también un eje importantísimo dentro de la Iniciativa 3 Mares, constituyendo uno de los principales puntos de entrada del gas natural licuado estadounidense para el centro y este de Europa. Siendo ya miembro de la UE y la OTAN, si las autoridades en Zagreb son inteligentes, podrán aprovechar los múltiples intereses extranjeros para su propio beneficio, buscando cierta balanza.

 

CONCLUSIONES

Existe una percepción errada del auténtico potencial y presencia china en la región. Pekín usa esto a su favor para hacer palanca respecto a la UE y los EE.UU, como atestiguan los cada vez más habituales análisis advirtiendo del “peligro chino”. Se han llegado a publicar artículos donde se acusa a los estados de la mitad Este de Europa de “acostarse con China”, lo cual es irreal. 

Se ha estado usando, de forma hábil, la carta china para asustar a Bruselas y Washington cuando se tiene alguna desavenencia. Un ejemplo son las declaraciones del Presidente de Serbia, Aleksandr Vucic, cuando comenzó la pandemia del Covid-19. Vucic aceptó la ayuda china y cargó duramente contra la UE. Sin duda, su discurso fue bastante mediático y causó pavor en algunas audiencias occidentales, pero no caló especialmente entre muchos serbios o entre los más avezados observadores de la región. El Presidente húngaro, Viktor Orbán, también se ha pronunciado varias veces a favor de China y ha amenazado con “virar” hacia ésta, pero las ya habituales prácticas por parte de los estados del grupo Visegrado no deberían sorprender. En 2015, el presidente checo Milos Zeman visitó Pekín durante el desfile militar que conmemoraba el final de la Segunda Guerra Mundial. Fue el único jefe de estado de la UE en hacerlo, polémica que se incrementó cuando afirmó que la República Checa era un “portaaviones chino imposible de hundir”, aludiendo a la inversión procedente de dicho país. No obstante, la ilusión ha ido disminuyendo y recientemente Zeman se ha mostrado crítico con la falta de inversión y compromiso por parte de China. La UE sigue llevando la voz cantante en cuanto a ayudas, programas de cooperación y un largo etcétera. China sería incapaz de desplazar a la organización así como así. Por muchas declaraciones polémicas que haya, los estados de Europa Central y Oriental son inmunes a diversos aspectos de la influencia china por obvias cuestiones de brecha cultural y separación geográfica, China no puede (ni parece que lo busque) implantar su modelo. 

Lo que es más irónico es que si se pudiese acusar a alguien de “acostarse” con China, ese alguien sería Europa Occidental. Un ejemplo de ello es que la inversión extranjera directa china en Europa se situó en 2019 en casi 12 mil millones de euros, siendo las grandes economías occidentales las que más atraen, mientras que los estados de Europa Central y Oriental recibieron algo más del 1,5%. Contabilizando estas inversiones entre el 2000 y 2019, únicamente 10 mil millones de los 130 mil millones invertidos en el continente fueron a parar a Europa Central y Oriental.

Existe una evidente desilusión con la iniciativa 17+1. Diversos estados decidieron no enviar a representantes de alto nivel en la reunión celebrada el pasado 9 de febrero, a pesar de que Xi Jinping prometió ayudas económicas y vacunas. Lituania está prácticamente fuera y en su lugar planea desarrollar relaciones y comercio con Taiwán, algo que podría provocar un efecto dominó con las otras dos repúblicas bálticas y quizás extenderse hacia el sur. Es destacable que todos los estados de la 17+1 (excepto Bosnia, Hungría y Montenegro) se han unido al “5G Clean Network” que ha impulsado EE.UU para combatir la expansión de Huawei, lo cual no es una señal positiva para Pekín. Las críticas a China entre los estados del grupo Visegrado son también cada vez más habituales. En los Balcanes, de momento, no existen tantas críticas hacia China (si exceptuamos el caso de Rumanía). 

Uno de los lemas de la BRI es el “beneficio mutuo” que China y los países participantes deberían poder sacar de ella. Evaluar como un fracaso, y a corto plazo, los resultados de una iniciativa que llevará décadas podría ser atrevido, pero la realidad es que es imposible destacar muchos grandes proyectos exitosos o determinar beneficios significativos. Sin embargo, dado que la mayoría de los proyectos se implementan en países con acceso limitado a financiación y una situación política y macroeconómica relativamente inestable, reside la duda de si estos podrían encontrar otras fuentes. Ese es, por ejemplo, el caso de Macedonia del Norte y Montenegro, que agotaron todas las demás posibilidades para financiar sus carreteras antes de dirigirse a China. 

Muchas veces, los estados balcánicos han aceptado las propuestas del 17+1 para no ofender a su socio chino o, como se ha dicho antes, porque sus anteriores oportunidades no fructificaron. Pero cuando se dan cuenta de que en muchos casos no tienen beneficios concretos o que necesitan gastar fondos nacionales para que la cooperación con China funcione, se vuelven menos entusiastas e incluso se comienzan a desvincular, como ha sucedido con Rumanía. La asimetría que se deriva del tamaño de los países y economías se ve agravada por los recursos invertidos por los gobiernos de la región para hacer el mejor uso posible de la cooperación, lo que lleva a su vez a una asimetría del conocimiento entre partes. China está reuniendo un amplio conocimiento sobre todos los países, incluso los más pequeños, con un nivel de detalle asombroso. Ha estado capacitando y utilizando a profesionales del lenguaje y expertos de los Balcanes, involucrando a su red diplomática, los Institutos Confucio (todos los estados de la región cuentan con uno o más) además de los Think Tanks para recopilar ideas importantes para dar forma a sus políticas y objetivos.

Por otro lado, algunos de los estados de la región (excepto Serbia), sobre todo los más pequeños, tienen una comprensión muy limitada de China y no han dado ningún paso específico para remediar esa situación. La falta de experiencia y la nula estrategia hace imposible que los responsables políticos tomen decisiones informadas, sean más proactivos en la cooperación y maximicen sus intereses.

El lanzamiento de la iniciativa 17+1 se ha considerado como un intento de socavar aún más la unidad de la UE, ya dividida con respecto a China. Ciertas voces afirman que, dados los mecanismos ya establecidos entre China y las instituciones de la UE, no se necesitan nuevos foros para la cooperación. Sin embargo, esta perspectiva omite el hecho de que, por ejemplo, los países de los Balcanes Occidentales todavía no son estados miembros de la UE y que sus intereses específicos no se expresan en las reuniones de dicha organización, ni reflejan que la mayor parte de la inversión china en Europa se destina a los países de Europa Occidental, especialmente a las dos economías más grandes, Alemania y Francia. Los países de los Balcanes reciben incluso menos inversiones chinas que sus vecinos de Europa Central. Además, no son elegibles para los fondos estructurales de la UE, lo que crea más limitaciones para sus gobiernos cuando se trata de asegurar fondos para infraestructura y crecimiento, por lo que a menudo China es la única alternativa. Pekín ha tratado de presentarse como un socio creíble y responsable para la UE, que es su mayor mercado. Por lo tanto, desde la cumbre del 17+1 en Sofía (2018), los documentos conjuntos sobre Directrices de cooperación 17+1 contienen referencias al hecho de que la cooperación debe ser complementaria a las políticas y proyectos relevantes de la UE, respetar las regulaciones y estándares de la UE, y estar en línea con la asociación estratégica integral UE-China, la Agenda UE-China 2020, el Plan de Inversiones para Europa y la Red Transeuropea de Transporte. Aunque en la práctica esto puede acabar siendo distinto, como ya se ha mencionado con anterioridad. 

China necesita amigos en la mesa cuando el Consejo de la UE adopta documentos, especialmente cuando se trata de la Política Exterior y de Seguridad Común. Los países miembros que mantienen una cooperación muy intensa con China, como Hungría o Grecia, han bloqueado en alguna ocasión los documentos que expresan una postura crítica hacia el país asiático. Por lo tanto, tener más aliados en los foros en los que hay que tomar decisiones por unanimidad supondría menos críticas en temas sensibles y de amplia cobertura mediática como Xinjiang, Hong Kong, Taiwán o el Mar de la China Meridional, entre otros. La cooperación de China con los estados balcánicos, en sí misma, no parece capaz de alejar a dichos estados de su adhesión a la UE, ya que su influencia se limita, por el momento, al sector económico, siendo la penetración ideológico-cultural sumamente complicada, por no decir imposible. En este sentido, Macedonia del Norte, Montenegro o Albania son diferentes de Serbia, donde la influencia económica de China ya se ha extendido al debate político y acapara incluso los medios de comunicación. Sin embargo, desde el punto de vista de Bruselas, para que dichos estados aprovechen al máximo los beneficios de la cooperación, deben cumplirse dos condiciones previas: En primer lugar, la cooperación debe adherirse al espíritu de los valores de la UE y aplicarse de acuerdo con la legislación y las normas de la UE, de modo que pueda ser sinérgica con el proceso de adhesión a la UE, que es un interés estratégico nacional primordial, y así refutar toda sospecha sobre una agenda oculta.  Hay que tener en cuenta las necesidades de los estados balcánicos y el actual desajuste de lo que China puede ofrecer. Contar únicamente con préstamos para la financiación de infraestructuras como núcleo de la cooperación no es sostenible ni beneficioso para ambas parte. Es por ello que China no parece tener un plan predefinido, sino que se mueve bastante sobre la marcha. 

Los proyectos no finalizados o suspendidos subrayan que no todos los anuncios deben tomarse al pie de la letra y que un proyecto, incluso cuando se inicia, a menudo puede encontrarse con múltiples obstáculos. Si algunos gobiernos de los Balcanes pueden abordar las preocupaciones legales, ambientales y de corrupción cuando surgen, esto será una señal de resiliencia, si tales preocupaciones no se abordan, una señal de alarma para la gobernanza y las inversiones chinas. De todas formas, aunque los resultados obtenidos no parezcan satisfactorios, no convendría dar por derrotada a China.

Hay que ser conscientes de que China se adapta rápido y algunos de sus métodos se parecen cada vez más a los de la UE y los EE.UU. La preferencia inicial por trabajar con empresarios y expandirse hacia las instituciones gubernamentales ha terminado incluyendo a otros actores de la región, ya sean instituciones educativas, institutos de investigación, Think Tanks, cámaras de comercio y demás. En el marco de su cooperación, China crea sus propias organizaciones y redes, tales como como la red de estudios BRI, la red de Think Tanks 17+1 o el Instituto China-CEEC en Budapest, entre otros.. Este enfoque permite lograr múltiples objetivos: recopilar información sobre las políticas de los países extranjeros, investigar las percepciones sobre China en varios países e influir en cambios positivos en la opinión pública, obtener un alto conocimiento sobre sus políticas para ajustarlas y aumentar su eficiencia, además de promover su modelo de desarrollo como un poder blando a la par con la UE y los EE.UU. 

Aunque conviene no exagerar la influencia de China en los Balcanes, esta es más alta que nunca, lo cual ha atraído la atención generalizada de los actores occidentales que buscan defender su espacio de influencia o incluso mostrar mayor interés por una región, a grandes rasgos, ignorada. Los estados balcánicos deberían aprovechar la ocasión para establecer una balanza que les ayude a negociar en mejores condiciones con los grandes actores y así dejar de ser instrumentalizados o tratados como un patio trasero.