Soy Hunan Hakobyan. Estudio en la Universidad Estatal de Ereván, en el máster de especialización de Seguridad Nacional del Departamento de Relaciones Internacionales. Al mismo tiempo trabajo en el think tank Henaket como experto militar. Participé en la Guerra de Abril del año 2016 donde fui recluta en el flanco sur de Artsaj, en la región de Jabrayil, como artillero experto de D-20. Durante la Segunda Guerra de Artsaj (del 27 de septiembre al 9 de noviembre de 2020) participé como fuerza de reserva, nuevamente como artillero, en el flanco noroeste de Artsaj; en la región de Kalbajar.

 

Antes de nada quiero dar mi más sentido pésame a los padres de nuestros valientes chicos que fallecieron durante la guerra. Espero que los heridos se recuperen pronto y se integren nuevamente en la vida real. Que olviden lo ocurrido y que sigan viviendo y mirando hacia delante.

 

Participé en dos guerras, tanto en el 2016 como en la Segunda Guerra del Artsaj en 2020. La diferencia entre ambas es muy grande. En el año 2016 nuestro adversario azerí, igual que esta vez, luchaba con mercenarios, pero entonces la actuación de Turquía fue pequeña. Se podría decir que insignificante… sobre todo si se compara con la guerra del 2020.

 

Esto se vió especialmente durante los bombardeos. Si por ejemplo durante los bombardeos del año 2016 la precisión de caída de los proyectiles azeríes era de 50 a 300 metros, ahora atacaban con gran precisión a nuestros soldados, nuestra tecnología, los edificios… Esto fue por la intervención de los especialistas turcos y la formación de los israelíes.

 

 

 

 

Los drones han cambiado la guerra. En el año 2016 el rendimiento de la artillería de Azerbaiyán era débil. Eso se veía con sus proyectiles. Nuestra situación era todo lo opuesto dado que nuestro personal, los especialistas, estaban bien preparados. Nosotros no teníamos los medios suficientes de tecnología que sí tenían ellos para poder calcular rápido. No teníamos más remedio que confiar en nuestras propias capacidades. Es por esto por lo que teníamos mejor rendimiento. En la segunda Guerra de Artsaj sin embargo ellos estaban mejor armados y contaban con la tecnología turca. Con los drones. A ellos no les hacían falta los combatientes, eran menos. Es por esto por lo que tuvimos muchas más perdidas.

 

Durante estas operaciones militares la fuerza aérea enemiga fue capaz de destruir o dejar fuera de servicio la parte principal de nuestra artillería. El bando contrario llevaba a cabo sus operaciones principalmente por medio de la fuerza aérea. Había diferentes tipos de vehículos aéreos no tripulados de fabricación turca – los denominados Bayraktar – e israelí que volaban durante la noche y el día: de reconocimiento, de vigilancia y de combate. Los drones se encargaban prácticamente de todo.

 

Los vehículos aéreos no tripulados de reconocimiento eran capaces de localizar nuestra tecnología militar y los edificios militares. Los de combate luego los destruían o debajan fuera de servicio. Por ello, en muchas ocasiones, a la artillería ni siquiera le daba tiempo a llevar a cabo su cometido. Los vehículos no tripulados sacaron del juego nuestra artillería.

 

Israel también tuvo una gran influencia por su tecnología. Los drones… se podría decir que la segunda Guerra de Artsaj ha sido un genocidio de drones. Con su tecnología bombardeaban nuestros puestos militares. Además de bombardear los puestos militares también bombardeaban edificios civiles, colegios, incluso atacaron hospitales de maternidad (Stepanakert, 28 de octubre de 2020), llevando a que murieran niños pequeños. Y durante ese tiempo la Comunidad Internacional se mantuvo en silencio. Cerró los ojos. Es una situación muy dolorosa.  Es doloroso cuando dañan a la población civil, cuando dañan los colegios, las instituciones educativas, los hospitales, los hospitales militares… Esto está fuera de las leyes de la guerra. Una cosa es que un soldado luche contra otro soldado. Otra muy diferente es que el soldado luche contra la población civil, contra los ancianos y las mujeres. Todo esto se puede comparar con el genocidio de 1915. 

 

La comunidad internacional también cerró sus ojos cuando Azerbaiyán comenzó a usar armas ilegales como el fósforo. Cerró sus ojos cuando Azerbaiyán utilizaba municiones de racimo, que están prohibidas de acuerdo a la normativa internacional. La Comunidad Internacional, el mundo civilizado, cerró los ojos. Lo que no entienden es que este peligro también es una amenaza para occidente. Para los países de Europa. Si miramos hacia atrás… la historia se puede… No quiero que sea así, pero analizando la situación y el tiempo, si nadie los detiene, veremos el día en el que nuevamente los soldados turcos, en este caso los drones trucos, lleguen hasta Viena. Tienen las mismas aspiraciones y las seguirán teniendo hasta el estrecho de Gibraltar. Nuestro mundo civilizado no debe cerrar los ojos ante el expansionismo turco. Cada paso similar debe responderse con las actuaciones correspondientes.

 

 

 

 

Hace poco se llegó a un acuerdo entre Turquía y Ucrania en relación a los drones. Creo que los drones pueden volver a utilizarse en Ucrania, especialmente contra Rusia. Turquía ya creó tensiones en las regiones del mar Mediterráneo, y estoy seguro de que tambiénpodrían utilizar sus drones contra Grecia, contra Bulgaria… Dado que Turquía nunca ha renunciado a su política expansionista. Su retórica no cambia.  A medida que el turco se fortalece y la Comunidad Internacional cierra los ojos ante su fortalecimiento militar, este se va a ir aprovechando del contexto creado y va a darle continuación a su política.

 

Como dije, en las dos guerras ejercí como artillero. Para la guerra moderna es especialmente relevante el rol del artillero, dado que si en el siglo XX los combates se llevaban a cabo fundamentalmente por medio de las antiguas tropas, con fusiles, ahora el fusil ha perdido su rol e importancia dando paso a la artillería, la defensa antiaérea… y también a los vehículos aéreos no tripulados.

 

Durante esta última guerra la artillería ha mantenido un papel fundamental. Ha habido posiciones que el bando contrario tomó simplemente por el trabajo de artillería sin tener que disparar siquiera una bala. Lo mismo por nuestra parte. Ha habido posiciones que hemos podido recuperar sin disparar siquiera una bala gracias al trabajo de la artillería y los cálculos bien hechos de los chicos.  

 

 

 

Los militares azeríes se encontraban principalmente en la retaguardia y no tuvieron una gran participación. En primera línea se encontraban principalmente los mercenarios que trajeron de Siria, de cuya participación hay numerosas pruebas. Nos hemos dirigido al Tribunal Europeo en relación a esto y los procesos judiciales continúan, así que tenemos la esperanza de obtener los resultados correspondientes por parte de las organizaciones internacionales.

 

Turquía fue la responsable de desplegar a los mercenarios. Ahora sabemos que estos se desplegaron sobre todo en el sur de Artsaj; en Jabrayil y Fizuli. Y esto es una amenaza inminente para la convivencia pacífica. También es una amenaza para el norte de Irán. De hecho y dadas las circunstancias, se prevé que si no se toman las medidas correspondientes, en un futuro cercano la tensión se traslade a Irán y la región, de nuevo, se vea arrasada por nuevas guerras.

 

 

 

Además de mercenarios en el ejército azerí también había unidades especiales turcas. La guerra la han llevado a cabo principalmente esas unidades mientras los reclutas se encontraban en la retaguardia. Esas unidades las vimos incluso durante su desfile de la victoria. Y no es casual que durante ese desfile el presidente de Turquía, Erdogan, rememorase el nombre de Enver, de Enver Pasha. Todos sabemos que fue uno de los principales artífices y responsables del genocidio de 1915. Y no creo que hiciera este llamamiento por casualidad o que ese nombre tan solo se dirigiera a nuestro pueblo. Esto, en primer lugar, se dirigía a la comunidad internacional. Estaba dirigido a nuestro aliado Rusia. Erdogan quería dejar claro que lo que hicieron hace cien años lo volverían a hacer. 

 

Turquía y Azerbaiyán no han renunciado a su retórica y hacen uso de cualquier momento para poner de relieve que van a hacer realidad sus planes pantúrquicos. Es por ello por lo que hago una llamada a occidente para que estén atentos a todo esto, considerando que ese peligro turco también es una amenaza para ellos.

 

Además de la guerra, quiero hablar también el trato que han dado a nuestros soldados rehenes. Hay numerosos vídeos de cómo los militares azeríes decapitan a nuestros chicos, cortan sus orejas, les descuartizan… y todo eso lo graban con una especial crueldad para subirlo a las redes con unos objetivos concretos: presionar psicológicamente a los padres, a los familiares y a toda nuestra nación. Eso debe ser juzgado por el derecho internacional y por la Comunidad Internacional, dado que este tipo de acciones pueden ser precursoras de futuros conflictos militares. Estas acciones deben restringirse claramente, y para ello deben responsabilizarse personas concretas por crueldades concretas.

 

 

 

 

Los combates finalizaron el 9 de noviembre, pero la verdad es que aún no he pensado acerca de su impacto en mi vida y mi forma de ver la vida. Creo que no ha cambiado nada para mí. Puede haber personas a las que se les note alguna maldad hacia el bando enemigo, pero no creo que esto sea lo correcto. Uno no debe llenarse de maldad, independientemente de todo lo que ocurra.

 

Al pasar por este tipo de experiencias uno no debe perder sus valores humanos. Lo fundamental para que un soldado salga de esta situación de estrés en un corto periodo de tiempo es el amor de la familia, el amor de su pareja. Si recibe el calor y amor de su familia y de su pareja, entonces será capaz de lograr sobrepasar todo ello. Ver cómo trata el bando contrario a nuestros soldados, a nuestros ciudadanos, es una presión psicológica y crea rabia en una persona. Es difícil no llenarse de esa rabia, pero lo más importante es que uno no pierda sus valores humanos, que no se vuelva malo y que siempre mire hacia adelante.

 

Durante estos treinta años en nuestro ámbito educativo, en nuestros colegios, incluso en nuestros jardines de infancia, no se nos ha educado jamás en que se deba matar al turco o que se deba matar al azerí. Por el contrario, en los colegios azeríes sí se enseñan este tipo de cosas, lo cual es una amenaza para la convivencia pacífica en la región. Hay numerosas pruebas de cómo en los jardines de infancia azeríes se enseñan banderas con los colores armenios, fotos de armenios y se nos presenta a los armenios como asesinos. Eso no está bien. Creo que con este tipo de actuaciones no habrá paz en la región. Por eso creo que para asegurar la paz en la región es necesario tener un estado armenio fuerte y estable. Debemos fortalecernos a toda costa. 

 

 

 

 

Es cierto que en esta guerra también nuestras propias actuacionesnos llevaron a la derrota. Siempre pienso que las cosas se podrían no haber hecho así.  Haciendo las cosas de otro modo al menos no habríamos tenido esta cantidad de pérdidas. Es posible que hubiéramos perdido la guerra, pero al menos, no habríamos tenido tantas víctimas. Pensar eso es justo lo más doloroso. Habría sido mejor un acuerdo, aun con las peores condiciones posibles, que la guerra. Pero nos vimos envueltos por la guerra. Y eso también es consecuencia del fracaso de nuestra política exterior. 

 

Respecto al futuro de Armenia… Estamos viviendo uno de los momentos más duros de nuestra historia. Pero estoy seguro de que llegará esa luz, esa esperanza que nos llevará hacia delante para que podamos recuperarnos. Para que podamos curar a nuestro estado, recuperar nuestra economía, nuestra armada… Y que podamos recuperar la dignidad de nuestra nación. Para ello solo hace falta voluntad política y disposición. 

 

En nuestra sociedad hace falta plantar la noción del «nosotros», la noción de la unidad nacional. Definir e implementar un nacionalismo y las prioridades. Y será entonces cuando podamos marchar hacia delante, gracias a nuestra juventud. Gracias a la participación de la juventud, quien con su amor por la patria y sus capacidades profesionales, puedan evitar daños mayores en el futuro. Tenemos que recuperar lo perdido.