Dos cohetes, lanzados supuestamente desde Gaza, alcanzaron la ciudad de Tel Aviv la pasada noche y las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) respondieron rápidamente con bombardeos a los alrededores de Khan Younis, al sur de la franja.


 

A pesar de que tanto Hamas, como Yihad Islámica, han negado haber lanzado los cohetes, las IDF han asegurado en twitter que pueden confirmar que el ataque fue realizado por parte del gobierno gazatí. 

 

 

Es la primera vez, desde el año 2014, que suenan las sirenas en Tel Aviv. Además, el gobierno israelí aseguró que, si fuera llevado a cabo algún ataque contra la ciudad, las IDF lanzarían una operación a gran escala sobre Gaza.

Sin embargo, la «respuesta» israelí no ha sido fiel a las contundentes amenazas acerca del posible ataque a Tel Aviv. Las IDF han bombardeado Khan Younis, Gaza y Beit Lahiya, entre otros objetivos ya tradicionales en los constantes bombardeos a la franja; causando un número muy reducido de heridos, lo que sugiere que las bombas son lanzadas contra zonas casi despobladas. Otro objetivo son los campos de cultivo a lo largo de toda la franja, lo que afecta a la economía gazatí en un plazo más largo, pero por el momento, en este ataque a la franja de Gaza, las IDF no han realizado ninguna acción fuera de la tradición.

El ataque a Tel Aviv ocurre a menos de un mes de las elecciones del Knesset, donde la derecha israelí está aunando sus fuerzas en una heterogénea coalición encabezada por el actual primer ministro, Benjamin Netanyahu, que está haciendo un gran esfuerzo por lavarse la cara ante sus votantes. Si tenemos esto en cuenta; así como la ligera «respuesta» israelí, que incumple las amenazas realizadas; y le sumamos el rechazo de la autoría del ataque a Tel Aviv por parte de Hamas, no es demasiado alocado plantearse si realmente este último suceso es una cuestión de acción-reacción o únicamente de acción por parte de Israel, es decir, una acción de falsa bandera.