Tras una fallida insurrección en 1979 en la que asesinaron a 50 cadetes de la escuela de artillería de Alepo, los Hermanos Musulmanes intentaron liderar un nuevo golpe contra el gobierno de Hafez al-Assad tomando la ciudad de Hama en 1989 y declarándola emirato islámico.


 

Como en 1979, la aventura que emprendieron los Hermanos Musulmanes en Hama fracasó, pero ayudó a la organización islamista a desarrollar una nueva estrategia y difundir unas mentiras que utilizaron para legitimarse en la crisis Siria de 2011 que desembocaría en la actual guerra que atraviesa el país.

Aunque los Hermanos Musulmanes existen desde 1937, fue en 1963 cuando realmente adoptaron la vía violenta dentro de Siria para intentar derrocar al Partido Baaz, que por su secularismo es un enemigo natural de la hermandad. Esto se recrudeció en 1966 cuando Hafez al-Assad asumió el poder del país. El hecho de que Hafez fuese alawita hacía que los HHMM no lo reconociesen como musulmán y aumentasen su grado de hostilidad. Tampoco reconocían a Hafez como el presidente de Siria apelando al artículo 3 de la constitución que obliga al presidente a ser musulmán.

En 1973 el gobierno de Hafez aprobó una nueva constitución en la que se eliminaba cualquier referencia al Islam como la religión del estado. La guerra entre Baaz y Hermanos Musulmanes había comenzado.

Siendo incapaces de organizar una insurrección popular islámica y con cada vez menos apoyo dentro de la comunidad suní, de forma desesperada los Hermanos Musulmanes tomaron la ciudad de Hama en 1982 tras unas revueltas a gran escala aprovechando que Hama siempre había sido un bastión de la hermandad.

A diferencia de las intentonas golpistas previas, esta vez la hermandad había desarrollado una sofisticada campaña propagandística a nivel mundial para poner a la prensa en el exterior de Siria de su lado. De este modo pudieron manejar y manipular la información a su antojo, inventando sucesos y manipulando cifras. 

Los Hermanos Musulmanes lograron difundir su propaganda de dos maneras distintas:

  • Enviando comunicados de prensa a los medios europeos y estadounidenses.
  • Utilizando los mecanismos de propaganda de Irak (Al Minbar) y de los Falangistas libaneses (Voice of Lebanon) para difundir su discurso sin que se asociase directamente a los HHMM.

 

 

La propaganda lanzada durante los días de la rebelión de Hama todavía perdura hoy, 37 años después. La mentira más común es la de calificar Hama como una masacre en la que murieron 40.000 personas. 

Más allá de que no hay datos, nombres ni información con la que se pueda corroborar esta cifra de 40.000 muertos, organismos globales o la propia propia Agencia de Inteligencia de la Defensa estadounidense estima que en total murieron 2.000 personas; la mayoría insurgentes de los Hermanos Musulmanes y soldados del ejército sirio.

Hama no fue una masacre contra población desarmada. Hama fue el escenario de una sangrienta batalla entre un grupo armado que se hizo con el control de la ciudad y el ejército de un estado soberano reconocido por Naciones Unidas.