El sectarismo está bloqueando cualquier progreso en términos de los derechos de las mujeres en el Líbano.


 

El Líbano tiene un sistema político inusual basado en una representación sectaria donde cada partido político definido por cuestiones sectarias ha ideado un sistema delicadamente equilibrado, que en algunos casos resulta más fuerte que las instituciones estatales. 

Este tipo de tradición ahora permite que principalmente cristianos, musulmanes suníes y musulmanes chiíes tengan un sistema de poder compartido. Este modelo se modificó ligeramente en 1989, cuando el «Acuerdo de Taif» o el «Acuerdo de Reconciliación Nacional”, reorganizaron el sistema quitando parte del poder de los cristianos que se le entregó a los musulmanes. Debido al acuerdo de Taif, el poder del presidente que siempre está representado por un maronita cristiano, se redujo drásticamente.

En asuntos relacionados con el ámbito personal y de acuerdo con el artículo 9 de la Constitución, cada comunidad religiosa tiene el derecho de aplicar sus propias leyes. Para ser más precisos, las mujeres libanesas hasta hoy siguen sufriendo discriminación en virtud de 15 leyes de estatus personal basadas en la religión. 

Mientras que las comunidades cristianas tienen sus propios tribunales religiosos, las comunidades sunitas y chiítas se refieren a los tribunales islámicos. De este modo las religiones legislan sobre el estatus personal de la población en cuestiones que afectan directamente cuestiones como el matrimonio infantil o la violación conyugal.

No existe una ley libanesa específica que pueda regular el problema, porque cada comunidad tiene su propia ley, dificultando que los activistas logren una victoria legal con respecto a cualquiera de sus demandas relacionadas con los temas mencionados anteriormente. 

Sin embargo, no solo podemos culpar al clero, porque hay opiniones muy arraigadas a las que los libaneses todavía están vinculadas. A veces parece que los dogmas relacionados con la legislación sectaria de la vida son más culturales que religiosas. 

Líbano supone un verdadero desafío para todos los activistas, no solo enfocados en los los derechos de las mujeres, si no también para aquellos que presionan por el cumplimiento de la norma internacional de derechos humanos. 

 

 

Cuestiones tan aceptadas en Europa como el matrimonio civil, por ejemplo, siempre desembocan en debates acalorado donde una parte importante de la sociedad aún rechaza la idea.

En el Líbano, la única forma de casarse es a través de una institución religiosa, dejando a las mujeres vulnerables en casos de divorcio donde, en alguna religión, la sentencia es favorable para los hombres sin garantías para las mujeres.

Sin embargo, el Líbano reconoce el matrimonio civil celebrado en el extranjero. En este caso, el matrimonio está registrado en la oficina competente de estatutos personales, en la embajada o en el consulado libanés del país donde tuvo lugar. 

Las mujeres y los hombres que no quieren que el clero dicte su vida, viajan a Chipre, que está a media hora en avión desde el Líbano. 

Recientemente el gobierno libanés logró desafiar a las comunidades religiosas y declaró la anulación del artículo 562 del Código Penal, que pedía una pena menor por los delitos cometidos en nombre del «honor». 

Aun así estas nuevas medidas todavía son insuficientes, y las mujeres libanesas tienen más derechos en el Código de Trabajo que en el de estatuto personal. 

El gobierno ha realizado esfuerzos considerables en los últimos años en términos del Código del Trabajo, el Código de la Seguridad Social, etc. Hoy en día, la ley libanesa garantiza la igualdad de remuneración por igual trabajo para mujeres y hombres, lo que es un gran paso en la región. Muchos países europeos donde se supone que los derechos humanos son sagrados todavía no lo garantizan por ley.

La ley libanesa también prohíbe al empleador despedir a una mujer embarazada. 

Muchas ONG de derechos de las mujeres cada vez cuentan con mayor actividad en el Líbano, pero sigue siendo insuficiente. Los medios de comunicación tienen un papel igualmente importante para resaltar las necesidades y los defectos de la sociedad y, como mencioné antes, enseñar a hombres y mujeres sobre sus derechos y deberes. 

La educación también debe ser una herramienta crítica donde cada estudiante tome conciencia de los asuntos relacionados con los derechos humanos y el respeto de los seres humanos en su género, raza y religión.

Hace poco, los libaneses recibieron una gran noticia: cuatro mujeres han sido designadas para ocupar importantes cargos en el Gabinete del nuevo gobierno. Una de estas mujeres, Raya Al Hassan, ha sido la primera mujer árabe en asumir el cargo de Ministra del Interior. 

Es cierto que Líbano ha logrado un progreso real en estos últimos años para empoderar a las mujeres que son una parte importante en el logro de un desarrollo sostenible. Sin embargo, el sistema sectario sigue siendo el principal obstáculo para cualquier progreso real y es un obstáculo para todos los libaneses y no solo por las mujeres.