En 2018 el New York Times publicó la historia de uno de los muchos hombres que dieron su vida para combatir a la organización terrorista Estado Islámico.


 

«Reza por mí«, fueron las últimas palabras que dijo Harith al-Sudani a su padre mediante un mensaje de texto de móvil. Jamás volvería de esa misión.

Harith al-Sudani era un técnico informático que, tras fracasar en la universidad, pasó a convertirse con 36 años en el mejor espía de Irak. Durante su infiltración en ISIS logró pasar información fundamental a la inteligencia iraquí y frustrar 30 ataques con coche bomba y 18 atentados suicida.

Motivado por los crímenes que el Estado Islámico cometía en su país, Harith al-Sudani se infiltró de forma voluntaria en las filas del grupo terrorista, tras entrar en contacto con ellos en Baghdad y adoptar la nueva identidad de Abu Suhaib. Aunque era chií, había vivido durante años en la zona suní de Ramadi, por lo que supo mantener el perfil bajo y ganarse la confianza de los extremistas.

Su trabajo era sencillo a la par que peligroso: Transportar explosivos, hacer de mensajero entre células suicidas y pasar toda esa información a la rama de la inteligencia iraquí conocida como ‘Los Halcones’ para que evitasen los atentados.

Con el objetivo de proteger a su hombre infiltrado tras las filas enemigas, las fuerzas iraquíes llegaron a escenificar e inventarse atentados para que ISIS no supiese que habían sido frustrados. En 2016 sin embargo, algo salió mal.

Harith al-Sudani estaba realizando una de las múltiples misiones que el Estado Islámico le solía encomendar desde 2014. Lo que ni Sudani ni ‘Los Halcones’ sabían es que la furgoneta que coincidía tenía micrófonos que grabaron las conversaciones del conductor con la inteligencia iraquí.

 

 

Al año siguiente ISIS encomendó la última misión a Sudani; de la que nunca regresaría.

Enviaron al coronel Sudani a una granja a las afueras de Tarmiya, que estaba controlada del Estado Islámico. Ahí fue cuando lo atraparon y las fuerzas iraquíes perdieron el contacto con él. No se supo más de Harith al-Sudani hasta que su hermano Munaf lo reconoció en un video en el que un miembro de ISIS lo ejecutaba.

La familia jamás pudo recuperar el cuerpo de Sudani, pero hoy se ha convertido en un héroe para los iraquíes. Gracias al trabajo de Harith al-Sudani, ‘Los Halcones’ ahora son reconocidos como una de las unidades más importantes de la lucha antiterrorista.