El verano en Rusia fue intenso políticamente. Tuvieron lugar grandes protestas ciudadanas a raíz de que la comisión electoral no aceptara la inscripción de la mayor parte de los candidatos independientes de la oposición para las elecciones locales y regionales, arguyendo un alto porcentaje de falsificación en las firmas. La forma en la que se informó en los medios occidentales acerca de las figuras de la oposición durante estos acontecimientos me llevó a pensar que el análisis del espectro político de Rusia puede resultar falto de contenido y profundidad.


El análisis político que nos llega de la Federación Rusa suele centrarse en la figura del partido político Rusia Unida (partido del gobierno del actual presidente Vladimir Putin), a pesar de que la información de éstos es también incompleta o, incluso, sesgada.

El caso de la oposición rusa es aún peor. En Rusia cabe hablar de dos tipos de oposiciones muy diferenciadas: la oposición parlamentaria y la extraparlamentaria. En la primera parte me centraré en la oposición parlamentaria, mientras que la extraparlamentaria, liderada por Alexei Navalny, ocupará la segunda parte del análisis.

La oposición parlamentaria está formada por los partidos políticos representados en la Duma Estatal: KPRF, LDPR y SP (siglas en ruso).

La evolución de la dinámica política y de la oposición en Rusia desde 1989 es compleja, pero es necesario conocer, al menos, una parte de ella para comprender la dinámica presente en la Rusia actual.

Tal y como afirma Vladimir Gelman, profesor de ciencias políticas y sociología en la Universidad Europea de San Petersburgo en su trabajo “The Extinction of Political Opposition in Russia”, la oposición política tiene dos dimensiones principales: fines y medios. Los fines de la oposición se representan en una escala continua, en un extremo de ésta escala se encuentra la oposición que se guía por los fines, es decir, se compone de partidos, políticos, camarillas y clanes que se encuentran fuera del gobierno y que desearían unirse a él sin llevar a cabo ningún cambio en el régimen político o en sus medidas (polo minimalista de la escala). Éste tipo de oposición es definida como semi-oposición. En el extremo contrario se posicionan aquellos actores que hacen uso de los medios y sí buscan un cambio radical del régimen y sobretodo de sus políticas (polo maximalista de la escala). Éstos últimos son la oposición principal.

También se pueden observar otras formas de oposición como la no estructural, la cual se orienta hacia el cambio de políticas grandes y/o importantes, la oposición estructural, cuyo objetivo es el cambio del régimen político.

Los medios de la oposición política varían entre leal, semi-leal y desleal. Los dos grandes criterios de la oposición leal son la aceptación de los medios legales para la lucha política y la renuncia a la violencia, mientras el uso de medidas puramente ilegales o violentas (o la amenaza de usarlas) es típico de la oposición desleal.

Durante la perestroika y los últimos años de Gorbachov, el incremento de la diferenciación entre las élites (a raíz de la caída del socialismo) sumado a la aparición de elecciones y del parlamentarismo, creó el germen de los movimientos democráticos. La oposición era predominantemente leal y estructural.

No obstante, este germen democratizador y pluralista murió muy rápido y contrariamente a lo que creen muchos, murió con Yeltsin (Presidente de la Federación Rusa desde 1991 a 1999). La élite procedente de los tiempos soviéticos fue reemplazada bruscamente por otra profundamente dividida. El conflicto entre el poder presidencial y el parlamentario el fue caldo de cultivo necesario para una crisis constitucional en 1993.

Yeltsin disolvió por decreto presidencial el Congreso de los Diputados del Pueblo de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia (primera institución elegida por sufragio directo) además del Soviet Supremo (quien era elegido por el Congreso). Cabe destacar que el decreto era ilegal según la Constitución de 1978. Con esto, el ex presidente buscó refrendar una nueva constitución que le otorgase mayores poderes presidenciales y la capacidad de gobernar por decreto, lo cual facilitó la futura aplicación de medidas neo-liberales. Se produjeron entonces, graves disturbios y enfrentamientos armados en la capital.

Finalmente, viendo el panorama que se presentaba y la emergente amenaza de una guerra civil, el ejército y gran parte de los servicios secretos y de seguridad se pusieron de parte de Yeltsin. El periodo 1991-1993 habría constituido una época benigna para el nacimiento de oposiciones políticas diferenciadas no sujetas al poder central, pero la reforma de Yeltsin cambió el rumbo.

A pesar de que con ésta nueva constitución se creó un sistema político plural y se otorgaron ciertas libertades, la concentración de poder presidencial a expensas del legislativo creó una dinámica autocrática. El proyecto constitucional restringía las capacidades de la Duma y el presidente designaba a todos los miembros del gobierno, además del Primer Ministro, incluso en contra del legislativo. Las consecuentes guerras en Chechenia junto con la severa crisis económica fragmentaron aún más a las élites. Mientras los grupos bajo el mando de Yeltsin pugnaban por acaparar el máximo control posible, los numerosos partidos de oposición creados 1993 y el 2000, poco podían hacer para enfrentarse al poder presidencial. En ese contexto, a los partidos existentes no les quedó más opción que doblegarse ante el poder de Yeltsin.

El economista político Albert O.Hirschman afirmó en su obra “Exit, voice and the State” que la elección de las estrategias de la oposición residen en: exit (protesta pasiva), voice (protesta activa) y loyalty (mantenimiento del status quo). Ninguna fue exitosa en Rusia. Incluso cuando el partido comunista, principal oposición a Yeltsin, ganó las elecciones legislativas y dominó ampliamente la Duma entre 1996 y 1999, fue incapaz de lograr una victoria presidencial (1996 y 2000). Es necesario mencionar la campaña electoral de 1996, a la que incluso la revista TIME dedicó una portada y un artículo explicando cómo consejeros estadounidenses habían ayudado a Yeltsin a ganar las elecciones a través de la manipulación en medios de comunicación.

La llegada de Vladimir Putin en el 2000 modificó fuertemente algunas de las dinámicas que se venían sucediendo. Las distintas élites (políticos, medios, empresas, líderes regionales, etc.) que pugnaron por obtener el máximo beneficio para sí mientras desangraban al país, se vieron con solo dos opciones: La primera conllevaba a subordinarse al estado y, con ello, aceptar las políticas que se aplicarían desde entonces; a cambio podrían conservar parte de su riqueza (obtenida de forma dudosa en los 90). La segunda opción era negarse y ser perseguidos, como fue el caso de Jodorkovsky y la empresa Yukos. Durante estos años el gobierno central pudo recuperar el control sobre diversos sectores de la economía además de empresas estatales que habían acabado en manos privadas debido a las medidas del gobierno Yeltsin.

El nuevo grupo de poder alrededor del Presidente dominó la política y muchos de los actores externos que gozaron de poder entre 1993 y el 2000 se amoldaron a las nuevas dinámicas, pero perdiendo autonomía y el acceso fácil a los recursos del que gozaron en la era Yeltsin. Debido a esto, gran parte del poder sufrió una re-centralización hacia el ejecutivo. Esto significó que los sectores de la oposición perdieron también el acceso a sus recursos, ya que no resultaba tan fácil conseguir el apoyo de algún empresario, medio de comunicación o líder regional. El círculo en torno al presidente se cerraba con el fin de aplacar las luchas por el poder que tanta inestabilidad crearon. Las voces díscolas con menor poder político fueron el daño colateral de dicha sustitución de las élites.

Para la semi-oposición, la integración dentro del régimen político significó su desaparición, ya que perdió su identidad y distinción dentro del mismo. La oposición extraparlamentaria como tal quedó totalmente derrotada tras las elecciones legislativas de 2003 y las presidenciales del 2004.

Analizando brevemente los 3 partidos considerados como “oposición leal” dentro del sistema político ruso, puede parecer que a simple vista son partidos muy distintos. A pesar de esto, comparten una serie de características que les convierten en partidos ideológicamente afines y políticamente dependientes del actual gobierno.

KPRF: (Коммунистическая партия Российской Федераци) transliterado como Partido Comunista de la Federación Rusa, es liderado por Gennadi Ziugánov. Este es quizá uno de los partidos políticos rusos peor comprendidos en occidente tanto por la derecha como por la izquierda. Se tiende en ver al KPRF como sucesor del PCUS, el ya difunto partido comunista de la Unión Soviética, pero esto es irreal, puesto que ambos partidos son completamente distintos.

El KPRF nació en 1993, un poco antes de la crisis constitucional del mismo año, donde Yeltsin prohibió gran parte de los movimientos de izquierda y comunistas. Por aquel entonces, los comunistas nostálgicos eran muchos, y éstos querían ver sus deseos representados en un partido como el KPRF, pero no hay que engañarse, éste partido obedece un plan bien trazado.

Tal y como afirmó Vladimir Gelman:

“El KPRF zigzagueó desde una oposición desleal hasta una ambivalente semilealtad durante la crisis constitucional de Septiembre-Octubre 1993, hasta que se convirtió en parte de la oposición leal dentro de la dinámica del parlamentarismo y la política electoral. El partido reclamó el monopolio del ala-izquierda al igual que el de los votantes nacionalistas, y por ello sus posiciones eran bastante inconsistentes programáticamente.”

Gelman prosigue diciendo que:

“El partido necesitó de maximizar la movilización de sus votantes para poder tomar el control sobre los puestos de poder y preservar su posición dominante en el mercado político al igual que para mantener la propia unidad del partido.”

Por ello el KPRF jugó y sigue jugando con valores y alusiones a lo nacional con el fin de atraer a una masa de votantes que les permita mantener el poder que lograron a partir de 1993. Esto se explica porque gran parte de los integrantes y votantes del KPRF no añoran necesariamente los ideales del sistema socialista en sí, sino el orden, los servicios públicos y la seguridad económica que proporcionaba el gobierno central soviético y que se perdieron durante la época del neoliberalismo y las terapias de shock de los 90. Valores que algunas personas (principalmente las que tienen edad suficiente para haber vivido en la URSS) todavía hoy echan en falta.

Más allá de eso, el KPRF no tuvo reparos en amoldarse a la dinámica del liberal-capitalismo económico – si Yeltsin y los poderes a su alrededor lo hubiesen visto como una amenaza, lo hubiesen prohibido igual que hicieron con el resto -. El teórico marxista Boris Kagarlitski afirma en su obra «Russia under Yeltsin and Putin: Neo-liberal Autocracy (2002)» que a pesar de que los representantes del KPRF hablasen como Leninistas en sus mítines, el lenguaje del partido era una amalgama de alusiones al “patriotismo estatal”. De hecho, el KPRF consintió una tras otra todas las medidas anti-sociales de la época Yelstin. Otro ejemplo es que cuando Yevgueni Primakov fue nominado para Primer Ministro en 1998, gracias al apoyo del neo-liberal Grigory Yavlinsky, el KPRF aceptó de buena gana la candidatura ya que eso conllevaba tener a su camarada Yury Maslyukov como segundo al mando.

RayKom (Rayon Committee) office of the Communist Party of the Russian Federation (KPRF) in Pochinok, Smolensk Oblast. (Jan Banning

El líder del KPRF, Guennadi Ziuganov, se caracteriza por tener una amplia trayectoria política en la época comunista y sus críticas a Gorbachov y la Glasnost. No obstante, Ziuganov se supo amoldar bien a la década de los 90.

A pesar de rozar la victoria en las presidenciales de 1996, Ziuganov y sus compañeros de partido representan una tradición política anticuada y poco coherente. Brevemente podríamos mencionar que Ziuganov apela a los sectores conservadores al decir que “Jesucristo fue el primer comunista” о que la Biblia se podría contemplar desde una perspectiva socialista. Aparte de eso, siguiendo la tónica general, su partido se ha pronunciado en contra de los movimientos LGTB, y su postura en política exterior es bastante dura.

En las protestas liberales masivas de 2011, uno de los representantes del KPRF fue abucheado fuera del escenario por los manifestantes congregados, muchos de ellos jóvenes, a raíz de que dijese que había que “restaurar el poder de los soviets.” Es difícil y poco probable que el KPRF, con Ziugánov al frente, pueda capitalizar muchas más oportunidades a raíz del disgusto de la población con Putin. Pese a todo esto, el partido ha sabido mantener cierta distancia con el gobierno y capitalizar parte del descontento respecto a reformas liberales en el ámbito social y económico, siendo las protestas contra la reforma de las pensiones un ejemplo de ello. 

Los jóvenes, un sector clave para el futuro, ven en Ziugánov a un hombre mayor procedente del sistema soviético que quiere retornar al pasado, no como una garantía de futuro. El KPRF debería renovar parte de su cúpula con miembros algo más jóvenes y así mostrar más cercanía ante los votantes de la nueva generación.

En resumidas cuentas, el KPRF es un partido que aglutina las añoranzas de los aspectos positivos de una época ya acabada, además de llamar a defender la Rusia de la expansión de los valores liberales entre la sociedad. A pesar de ostentar siempre el segundo puesto en todos los resultados electorales, no es capaz de articular un programa similar al que existía en la URSS, ya que esa no es su misión dentro de la dinámica política en Rusia.

El LDPR (Либерально-демократическая партия России) Partido Liberal-Democrático de Rusia fue fundado en 1989 y desde 1991 lo dirige Vladimir Zhirinovski. El LDRP es seguramente el partido más peculiar de la Duma. En cuanto a su nombre, éste tiene muy poco que ver con su ideología. Incluso la agencia estatal rusa de información Ria Novosti define al LDPR como “ultranacionalista”. Los orígenes del LDPR aún no están del todo claros, pero es bastante posible que su origen se deba a sectores profundamente conservadores dentro de las filas del PCUS y la difunta KGB en los últimos años previos a la disolución de la URSS. Según afirma el antiguo miembro del Politburó, Alexander Yakovlev, en su obra Сумерки 2003 (Crepúsculo), el LDPR fue un proyecto común del PCUS y algunos sectores del KGB. Uno de los líderes del KGB y también considerado “el cerebro” del mismo, el general Filipp Bobkov, describió al LDPR como un partido que “controla los sentimientos de ciertos grupos sociales.” 

Uno de los sellos de identidad de LDPR son sus propuestas; una interesante mezcla de melancolía imperial junto a medidas económicas de cierto control estatal, además de una fuerte alusión a la religión. Entre las propuestas más llamativas podríamos destacar las de restaurar la grandeza (Imperial) de Rusia, la reunificación con algunas de las repúblicas soviéticas originales (primariamente Ucrania y Bielorrusia), la instauración de un sistema económico proteccionista y de carácter mixto y la protección de los rusos étnicos además y los cristianos. LDRP se caracteriza por tratar de llamar la atención con la polémica y sobre todo con su líder, Zhirinovski, todo un showman. Es un partido que reconoce, al menos en su programa, que un sistema multipartidista y funcional es necesario ya que:

“El gobierno de un solo hombre (Zarismo) o el de un solo partido (URSS) llevó a la destrucción de Rusia en dos ocasiones.”(Punto 11 del programa).

A esto debemos sumarle su fuerte proyección hacia Oriente Medio y Asia, ya que es un partido que llama a virar la política de Rusia hacia países musulmanes como Turquía, Irán, Irak o Siria. También se caracteriza por ser un partido cauto respecto a China, al menos en lo que a su influencia se refiere (amistad cautelosa). Además, propone un gran endurecimiento del código penal respecto a delitos como la corrupción o el terrorismo. 

A diferencia del KPRF, el LDPR es un partido que mayoritariamente apoya las medidas de Rusia Unida.  Tal es así, que entre el periodo 2011-2016 nunca votó en contra del presidente, y en el periodo vigente se caracterizan por apoyar mayoritariamente al gobierno. Aglutina a los sectores posiblemente más radicales del electorado ruso (sin tener en cuenta a los partidos de corte neonazi ilegalizados), aunque también los de sectores de población discordantes con Rusia Unida y el KPRF. Dentro de todo, no deja de ser un partido afín a la dinámica de partidos existente y rara vez se desliga de la órbita del Kremlin.

CP (Справедливая Россия) o Rusia Justa es un partido fundado en 2006 a raíz de la fusión de tres partidos políticos: Patria, Partido Ruso de los Jubilados y el Partido Ruso de la Vida.

Su líder Serguéi Mirónov, afirmó que el partido tenía la socialdemocracia por ideología. En los años posteriores dos partidos más se unieron a la formación: el Partido Popular de la Federación de Rusia y el Partido Socialista Unido de Rusia, ambos provenientes de la izquierda.

Rusia Justa se caracteriza por aglutinar los votos de votantes de izquierdas más moderados que los del KPRF. En su programa se definen como “socialismo del siglo XXI”. De los 4 partidos mayoritarios de la duma, Rusia Justa tiene el menor número de diputados, pero afirma ser la principal formación de izquierdas al contar con una membresía que oscila en torno al cuarto de millón. Es un partido del que no se puede decir mucho más. Generalmente ha sido fiel al gobierno, aunque es destacable su preferencia por Medvedev. Apoyó las reformas modernizadoras de Medvedev en su etapa como presidente (2008-2012), pero se opuso a las de Putin como Primer Ministro. Durante las últimas presidenciales (2018) decidió apoyar la candidatura de Putin en vez de proponer un candidato propio.

Las últimas elecciones presidenciales así como las locales y regionales han evidenciado un crecimiento del apoyo para el KPRF y LDPR, aunque estos apoyos parecen tener más relación con la política exterior que con factores económicos y sociales. Un ejemplo de ello es el caso de Sebastopol, Crimea. En dicha ciudad, Rusia Unida ha perdido muchos apoyos (de un 77% en 2014 a un 38% en 2019). Dichos apoyos han ido a parar al KPRF y a LDPR. A primera vista, algunos achacarían este cambio a causas económicas, pero contrario a ello, está ligado a la política exterior. La península de Crimea continúa teniendo la economía de más rápido crecimiento en Rusia según el Instituto de Estudios Estratégicos Complejos. Las ofertas económicas que KPRF o LDPR pueden ofrecer a la península no son muy distintas a las de Rusia Unida, pero su postura respecto a la situación de Crimea y Ucrania es mucho más inflexible. El LDPR se ha hecho también con regiones del Lejano Oriente ruso como Jabárovsk ya que gran parte de sus apoyos en los últimos años provienen de las regiones y repúblicas del Lejano Oriente ruso, los territorios más susceptibles a la creciente influencia China y donde partes importantes de la población consideran que el gobierno central les abandona. KPRF y LDPR son, sin duda, los grandes candidatos a ganar unas elecciones en caso de fragmentarse Rusia Unida, a pesar de formar parte del sistema en menor y mayor medida respectivamente.  

El creciente apoyo a éstos partidos evidencia el desgaste de Rusia Unida, pero no significa un «cambio de régimen», ya que son partidos que siguen la política del gobierno central y la perspectiva de grandes cambios tectónicos gracias a ellos es ínfima. Convendría recordar que Rusia Unida y concretamente Vladimir Putin han demostrado una gran capacidad para atraer de vuelta a sus votantes en diversas ocasiones. No obstante, esto les debería servir de aviso a corto plazo, ya que Rusia evidencia cada vez más la necesidad de una nueva generación de líderes; una generación que sea capaz de adaptarse más rápido a los crecientes cambios que moldean el espacio socio-político, sin recaer en los errores de los 90, y respondiendo de forma más eficiente a los desafíos internacionales que enfrenta el país.