Después de los atentados contra las Torres Gemelas en Nueva York y otros puntos estratégicos de Estados Unidos el funesto 11 de septiembre de 2001, una fecha para la infamia, se articuló un plan de actuación coordinado entre las diferentes agencias gubernamentales, el Estado Mayor del Ejército estadounidense y varias oficinas directamente dependientes de la presidencia de la República Federal Norteamericana.
Una cuestión de vital importancia surgió poco después de autorizar el despliegue de tropas y el empleo en profundidad de las diferentes agencias de inteligencia en suelo afgano. La duda consistía en ¿qué hacer con los prisioneros pertenecientes a la red de al-Qaeda y al grupo radical e integrista que ostentaba el gobierno en Afganistán hasta ese momento conocido como Talibán?
Teniendo en cuenta que la CIA, como principal agencia de inteligencia estadounidense cuya actividad está orientada principalmente para el desarrollo de actividades en el exterior había adquirido un mayor peso específico en las denominadas ‘Operaciones Negras’ o ‘Black Ops’, se desempolvó una solución rápida y que ya se había utilizado anteriormente en diferentes conflictos como el de Vietnam y otras operaciones alrededor del mundo.
Fue entonces cuando se llegó a una serie de acuerdos con regímenes que en otras circunstancias habrían sido catalogados como enemigos. Ante el desarrollo de estos nuevos acontecimientos y la disposición de este nuevo tablero de juego, se optó por la máxima que se lleva aplicando durante siglos: “El enemigo de mi enemigo es mi amigo”. – Proverbio de origen árabe.
En este contexto se articuló una serie de acuerdos secretos con Siria, Libia, Yemen, Arabia Saudí, Pakistán, Zimbabue, Sudáfrica… para establecer dentro de su territorio una serie de centros clandestinos e ilegales de detención que funcionarían como un sistema de prisiones paralelo y secreto al establecido por los diferentes estados mencionados. En estos centros, coordinados por la CIA, el objetivo era la obtención de información mediante diversos métodos de presión física o psicológica que serían reprobados por la justicia y la opinión pública en cualquier tipo de democracia que se precie de ostentar dicho nombre.
Una vez esbozado y trazado el plan de actuación, llegó la hora de establecer cuáles sería los métodos de extracción de estos individuos sospechosos de terrorismo desde sus países de origen hasta los lugares de destino en los que la CIA había establecido sus centro de detención clandestinos. La opción elegida fue la activación de compañías aéreas fantasma como Air América, Air Asia, Total Air, Southern Air Transport o SAT. Lejos de limitar el trabajo de estas compañías fantasma al transporte de prisioneros, la agencia también las utilizó para cometidos tan diversos como dar apoyo a las diferentes facciones afines a la política estadounidense del momento en el sudeste asiático, el envío de armamento a la República Islámica de Irán o el apoyo de la Contra nicaragüense. Todas estas compañías aéreas serian desactivadas, o mejor dicho, mantenidas pero con un bajo -o bajísimo- perfil operativo. Esto ocurriría a finales de los años ochenta y mediados de los noventa.
El plan estaba trazado, pero todavía había que afrontar el modo de evitar que este transporte ilegal de prisioneros llegase a los ojos de curiosos y medios de información que no dudasen en delatar su Modus Operandi. Hay que tener en cuenta que estos procesos violaban de forma sistemática las leyes fundamentales sobre los derechos humanos además de la legislación de los países en los que se detenía o secuestraba al individuo en cuestión. Por otro lado, estaban también las técnicas ‘poco ortodoxas’ de interrogación y obtención de información.
Se decidió crear una serie de Holdings empresariales (empresas o personas físicas) en manos de terceros, que esta vez no se encontrarían en primera estancia de sociedades o compañías pantalla que dependieran directamente de la agencia. Algunas de las más importantes por su actividad fueron las siguientes:
1 – Aviation Specialties, INC.
2 – Devon Holding Leasing, INC.
3 – Path Corporation
4 – Stevens Express, INC.
5 – Tepper Aviation, INC.
Estos vuelos terminaron siendo detectados por las diferentes agencias de inteligencia y seguridad de países enfrentados a Estados Unidos. Diversos medios de comunicación también denunciaron las operaciones, como en el caso de España, donde un periódico local de la comunidad balear denunció la intrusión de estos vuelos cclandestinos. Existen sospechas de la realización de este tipo de operaciones y actividades por parte de la CIA utilizando aeropuertos locales de España. Esto sería posible con una cobertura logística y de aprovisionamiento por parte del servicio nacional de inteligencia, CNI.