“Tenemos el deber de recuperar los seis millones de vidas perdidas en el Holocausto”


Este es el testimonio de Esther Shapiro, el personaje que da voz a la historia basada en hechos reales de Deborah Feldman en la serie ´Unorthodox´, que cuenta la huida de la joven de la comunidad jasídica de Williamsburg, ubicada en el popular barrio neoyorkino de Brooklin.

¿Pero quiénes son realmente los judíos ultraortodoxos y en qué se diferencian del resto? Originarios de la Europa del Este del siglo XVIII, muchos de ellos se refugiaron en Nueva York durante el Holocausto. Se hacen llamar ´la nación de la Torá´, y visten como sus antepasados. Hablan una lengua distinta, el yiddiss, ya que el hebreo (lengua sagrada) lo reservan para sus liturgias. Viven en comunidades aisladas del mundo exterior, como se muestra en barrio estadounidense o en el de Mea Sherin, en Jerusalén. Sus jóvenes no saben utilizar el buscador Google, ni saben quienes son Madonna o Elvis Presley; así lo cuenta uno de los protagonistas del documental ´One of us´, que narra la vida de tres chicos que decidieron dejar de pertenecer a la comunidad jasídica. 

Los analistas distinguen tres grandes corrientes dentro del judaísmo: el reformista, surgido a principios del siglo XIX, que acepta la evolución de los tiempos y la inclusión de las nuevas tecnologías; el conservador, que nace como respuesta a los excesos del reformista y defiende que, para sobrevivir, el judío debe mantener sus tradiciones, pero también relacionarse con el mundo exterior y aceptar  la educación secular y el método científico; y como respuesta a este, surge el judaísmo ortodoxo, que establece un seguimiento riguroso de las reglas establecidas en la Torá. Dentro de este último grupo, se incluyen los judíos ultraortodoxos o judíos jasídicos.

Las mujeres no pueden cantar en público, ni dejar ver su cabello una vez se han casado, razón por la cual suelen usar pelucas. Tampoco pueden mostrar sus tobillos ni codos, que deben cubrirlos en todo momento porque es concebido como provocación sexual. Tampoco puede rozarlas ningún varón que no sea su marido, ni siquiera de su familia, pues esto podría despertar el deseo.  Solo dormirán en la misma cama que sus maridos dos semanas al mes (la que precede y sigue al ciclo menstrual lo harán en otra cama individual), reservando las relaciones matrimoniales al viernes por la noche, siempre sin utilizar ningún método anticonceptivo: tienen el deber de repoblar los millones de vidas perdidas durante el exterminio nazi. Esto explica que cada mujer tenga entre siete u ocho hijos.

Son seguidores a raja tabla de las reglas de la Torá y del Talmud, el catálogo de las tradiciones judías. En esta posición extrema, los Jaredíes no reconocen el Estado de Israel como suyo puesto que los judíos no tienen derecho a gobernar y asentarse en la tierra prometida hasta que se revele el nuevo mesías. Tal es así que los judíos Jaredíes de la secta Naturei Karta se han mostrado a menudo favorables a la causa palestina, llegando a visitar Teherán en 2006 en un encuentro simbólico con dirigentes de la República Islámica como gesto de apoyo a la lucha contra Israel del por entonces presidente Mahmoud Ahmadinejad. En febrero de 2017 rabino Yisroel Dovid Weiss viajó a Irán como portavoz de Naturei Karta con motivo de la Conferencia Internacional en Apoyo a la Intifada Palestina.

 

MEE/Laurent Perpigna Iban

 

´Una de las normas establece que ningún judío puede entregar a otro judío haga lo que haga. Aunque cometa asesinato o pegue a su mujer. Por eso yo no podía denunciarlo´ cuenta en el documental ´One of us´ una de las protagonistas, madre de siete hijos que sufrió malos tratos durante los 12 años de su matrimonio. ´Yo no elegí casarme, soy invisible, la comunidad solo nos enseña a ser madres´. 

El precio que pagan por la libertad es altísimo. La comunidad es su familia, se ayudan constantemente, pero si deciden irse, perderán a sus amigos de toda la vida, incluso a su propia familia.  No saben matemáticas básicas, ni mucho menos conocen literatura, solo libros religiosos o permitidos por la comunidad. Esto dificulta en gran medida su incorporación a la actividad laboral en “el mundo real”.  Y cuando salen, tienen que aprender el idioma, cómo vive la sociedad, cómo funciona el mundo. 

En este ámbito, Footsteps es un grupo de apoyo a ex jasídicos que ayuda a aquellos que deciden dejar de pertenecer a la comunidad, lo que no significa que dejen de ser religiosos. Nada tiene que ver la fe con esa forma de vivir.

Pero ellos también tienen sus mecanismos de defensa. Los rabinos congregan a los fieles en multitud para advertirlos de los peligros de internet y se refieren a ello como una amenaza para el pueblo de Dios, por ello insiste en la necesidad de mantener su retirada. Además, ante la situación de expansión del Covid-19, diversos rabinos en Israel de estas comunidades ordenaron seguir manteniendo abiertas las sinagogas y las escuelas, desobedeciendo las medidas sanitarias, lo que ha provocado que sean un tercio de todos los afectados del país.

Las reglas también indican cómo ha de ser el sacrificio de los animales para que se puedan comer. Para que un alimento se considere apto debe ser puro (khoser) y siempre se debe extraer la sangre. Por esta razón no comen morcilla, ni tampoco marisco ya que lo prohíbe la Torá. La carne es entendida como muerte, y los lácteos, como vida, por lo que deben pasar tres horas entre la ingesta de uno u otro. Sus leyes religiosas también les indican como afrontar la muerte de un ser querido. Durante 30 días no saldrán de casa, y hasta que se cumpla un año, no escucharán música. Los fallecidos no pueden ser enterrados en altura, deben estar en contacto con tierra virgen y no pueden ser incinerados.

 

 


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