Pese a que el Estado Islámico ha llegado hasta Europa, es en el desierto de Siria e Irak donde realmente se le combate. Ahí es donde escuché por primera vez hablar de los Isis Hunters, una fuerza de élite entrenada por fuerzas especiales rusas para combatir al Daesh en su propio territorio. Hoy os traigo el resultado de muchas horas de conversaciones con Jamel; un soldado del ejército sirio que decidió convertirse en ‘cazador’.
Los ISIS Hunters, la brigada a la que pertenece Jamel, se definen a sí mismos como una unidad compuesta por aquellos que perdieron sus familias y sus hogares; aquellos a los que no les queda nada más que su tierra y el odio hacia sus enemigos. A pesar de estar entrenados por Spetznas rusos, solo pueden ser ‘cazadores’ los sirios que hayan sufrido una pérdida importante a manos del Estado Islámico.
Sin embargo, para Jamel, la guerra no es épica si no triste. En la guerra no hay superhéroes; solo se escuchan gritos y disparos, y en medio de todo eso, están los soldados.
‘’No te imaginas lo traumática y dura que es esta guerra, sobre todo al principio, porque tienes que matar por primera vez, ves como matan a tus seres queridos. Yo ahora me veo en el frente teniendo que vengar a mi mejor amigo. Cualquier error puede costarme la vida. No vale tener miedo hay que luchar”, explica Jamel, que de la noche a la mañana tuvo que coger las armas. A pesar de la situación, no pierde la moral. “Vamos a reconstruir Siria incluso si todos los países se ponen en contra nuestra, somos jóvenes y puede que no regresemos pero no nos importa perder la vida con tal de vengar a nuestros seres queridos”, afirma con seguridad.
Ahora está de permiso. Nos cuenta que hay veces en las que es mejor no recordar el pasado. Sin embargo, esta vez lo intentará. Los compases del tiempo marcan el sufrimiento por el que pasó, pero nos insiste en que la verdad es algo que se tiene que saber, aunque nunca se lo hubiese contado a nadie de esta manera antes.
Comienza hablando sobre cómo empezó todo para él: “La verdad es que la guerra comenzó cuando vi que las personas, mis vecinos y amigos, cambiaban en su forma de actuar conmigo. Me odiaban solo porque yo, desde la costa siria, veía discriminación y odio en sus ojos hacia los alawitas; incluso antes de que los terroristas vinieran y nos forzaran a abandonar nuestros hogares. Nosotros teníamos una buena vida, nuestra mayor preocupación era estudiar y construir un buen futuro, pero de repente vimos que habíamos perdido todo eso. Por nuestra parte, ya no recordamos lo que es la vida o el futuro, solo tenemos el temor y el miedo de reconocer en las noticias el rostro de algún familiar o conocido”.
“La guerra es algo horrible…yo lo tenía todo en la vida y en un momento dado me vi solo, sin nada ni nadie.”
Jameel sabe que hay muchas versiones sobre cómo comenzó la guerra, pero en lo que todos coinciden, es que les ha cambiado la vida. “La guerra es algo horrible…yo lo tenía todo en la vida y en un momento dado me vi solo, sin nada ni nadie”, asegura.
Lo más difícil de asimilar para Jameel fue tener que matar de un día para otro. De ese modo supo que nada volvería a ser igual. No se quiere justificar, pero quiere que le entiendan: “Yo un día estaba con mis amigos y al día siguiente me vi matando a gente, porque los revolucionarios eran unos terroristas que masacraban sin piedad y no podía permitirlo”. Continúa: “Sabes, ellos matan niños, violan a las mujeres y mutilan los cuerpos de los jóvenes. Nosotros creíamos que eran nuestros amigos porque crecimos en el mismo vecindario, eran mis vecinos… pero se convirtieron en terroristas del Estado Islámico”.
Desde el comienzo de las protestas en 2011 hasta hoy, han muerto más de medio millón de personas en Siria. Antes de la guerra era un país moderno y lleno de vida, donde el turismo cada vez era más importante, Damasco en 2008 se había convertido en la capital árabe de la cultura. De esa Siria, ya queda muy poco pero los sueños y el empeño de reconstruir el país se niegan a desaparecer.
“Yo quería ser piloto militar desde la infancia, ese era mi sueño cuando era pequeño aunque si te digo la verdad si no estuviera en el ejército, completaría mis estudios y trabajaría como capitán en el mar porque amo viajar y y me gustaría disfrutar de mi vida, vivirla de una manera diferente, y para eso la mejor oportunidad es el mar porque puedes recorrerte muchos países y dedicarte a conocer mundo.
Hoy día tengo 23 años, entré al ejercito con 20 años porque cuando me quise alistar no podía, tenía sólo 17 años.
En realidad llevo viviendo en la guerra media vida”, a pesar de lo que le ha tocado, Jameel mantiene la esperanza de que algún día la vida podrá volver a la normalidad.
“No somos superhéroes, estamos cansados de la guerra y solo queremos vivir una vida decente”
Le pregunto por qué decidió entrar a los Isis Hunters, pero es algo a lo que todavía no puede contestar. “Puede que lo haga después de la guerra, igual entonces te lo pueda decir”, contesta. Aquello me crea la incertidumbre de que tal vez la guerra no acabe nunca para él, que cualquier día puedo perder a un amigo.
Ante mi silencio, envuelto en tantas dudas, vuelve a hablar: “Lo que sí te puedo decir es por qué estoy en el frente, y muchas veces en primera linea. Es porque estoy con la brigada más fuerte, y juntos podemos abatir a los terroristas de manera mas eficaz’’.
Cada uno está ensimismado, yo en nuestra conversación y él en su pasado por lo que decido preguntarle por su batalla más difícil.
Todas lo han sido, pero destaca una en concreto: “Yo estuve participando en la batalla de Duma, en el este de Ghouta. Para mi ha sido la más dura porque luchábamos contra terroristas que utilizaban personas inocentes que no habían crecido para que les hiciéramos daño. Los utilizaban como escudos humanos. Además de eso, la zona estaba repleta de túneles que dificultaban mucho el combate”.
La batalla de Ghouta Oriental fue uno de los frentes más sangrientos de la guerra en Siria, con más de 10.000 muertos en combate. Era conocido como ‘el matadero’ de Damasco, porque los soldados que entraban al frente a combatir corrían un alto riesgo de no volver jamás.
Por el material poroso de su suelo, los rebeldes con ayuda de antiguos contrabandistas enrolados en Faylaq al-Rahman habían construido prácticamente una nueva ciudad bajo tierra. En ese frente, que tuvo Damasco dividido más de 5 años y mantuvo en todo momento a los rebeldes con capacidad de lanzar ataques de mortero contra los barrios residenciales de la capital, combatían contra el ejército sirio Faylaq al-Rahman, Ahrar al- Sham (los mujahidines sirios), Hay’at Tahrir al-Sham (al-Qaeda en Siria) y Jaysh al-Islam (salafistas sirios).
Además de por las armas, Jaysh al-Islam que era el grupo más fuerte, impuso su ley y orden a base del terror. Ya no sorprendían cuando difundieron videos de civiles enjaulados sobre camionetas que recorrían sus centros de operaciones. Eran escudos humanos.
Según Jameel, el miedo está siempre presente, pero cuando escucha las balas silbar sobre su cabeza todo cambia: “Pienso en que estoy aquí para proteger a las personas. A los niños, las mujeres, a los ancianos… Yo solo estoy aquí para proteger a mi pueblo. No somos superhéroes, estamos cansados de la guerra y solo queremos vivir una vida decente. Quiero que cuando tenga hijos, ellos estén orgullosos de que su padre haya defendido a su país y se haya convertido en una buena persona. También pienso en volver a casa y ver a mi madre feliz al verme de vuelta. Sabes, en el frente puedes tener un poco de miedo pero cuando las balas vuelan por encima de tu cabeza el miedo desaparece y lo único que importa es luchar y salir adelante”.
En cada conversación bromeo con que está un poco loco, y él se ríe, porque en Siria todo el mundo le dice lo mismo. Su madre la primera, que siempre ha estado en contra de que se enrolase en los ISIS Hunters por el enorme peligro que conlleva. “Mi familia tiene miedo de que yo no regrese, siempre han protestado contra mi decisión y me dicen que tenga mucho cuidado porque saben que tal vez no vuelva”, explica.
Aunque no se lo quiera decir a su madre, él es consciente en todo momento del peligro. Recuerda entonces a su mejor amigo, que lo perdió en Deir ezzor, tras un ataque de la Aviación Norteamericana. “Todo aquello fue un genocidio, murieron más de 50 personas porque los Estados Unidos defendieron a los terroristas que estaban luchando contra nosotros. He perdido a muchos amigos en la guerra, y la verdad es que no quiero perder más”, se lamenta.
Fue el 7 de febrero de 2018. El Ejército Sirio acompañado por una fuerza de 30 ISIS Hunters estaban avanzando contra el Estado Islámico en Khasham, al este del río Éufrates, en el desierto de Deir Ezzor. Al acercarse a la planta de procesado de gas de CONICO, estallaron los enfrentamientos entre gubernamentales y Fuerzas Democráticas Sirias (kurdos y rebeldes árabes) que se encontraban en esa posición, por lo que EEUU comenzó una serie de bombardeos contra el Ejército Sirio y los ISIS Hunters en apoyo a las FDS según el propio mando de la Operación Resolución Inherente (la coalición internacional en Siria liderada por EEUU en la que participan Reino Unido, Francia, Qatar, Arabia Saudí…).
Nos tomamos unos minutos de descanso de la entrevista, porque aunque él no quiera reconocerlo, los recuerdos pesan. Pasado rato y casi finalizando la entrevista, le pregunto sobre qué nos diría a aquellos que no vivimos en una guerra, que nuestras vidas están envueltas en problemas que nada tienen que ver con los suyos.
Jameel sabe lo que dice la prensa europea a diario sobre la gente como él, por lo que no busca convencer a nadie, solo que entiendan por qué está en el ejército: “Quiero que sepáis que defiendo a mi país; es mi tierra, es donde nací, donde crecí. Ahora mismo es todo lo que tengo y no permitiré que nadie nos ponga en peligro, y creo que si se pone en la misma situación, comprenderán mis sentimientos y defenderán su tierra de la misma manera o incluso más”.
Por mi mente pasan miles de preguntas, ¿qué harías tu si de repente en tu barrio tus vecinos o amigos quisieran matarte? ¿Cogerías las armas o te dejarías matar?
Después de darle vueltas a nuestra conversación de más de cinco horas, me pregunto por qué decidió contarme su historia.
Sin que haga la pregunta, él me responde: “El pueblo sirio está cansado, yo estoy cansado. Van a ser casi 8 años de guerra. Yo solo quiero que se sepa la verdad, y se nos visibilice a los que estamos luchando pero también a todos los mártires que han perdido la vida”.
Ya no me queda nada más que una pregunta. Ya conozco la respuesta, pero algo dentro de mi tiene la esperanza de que haya cambiado.
¿Vas a volver al frente próximamente?
Y entre risas porque conoce mi preocupación, responde: “Si, amiga mía. Ésta es mi vida… ¿por qué no iba a ir?”
La guerra son los civiles, los mártires y los soldados. Jameel es un cazador que no descansará hasta ver su país en paz. Detrás de los números hay personas como él, que aunque tal vez mañana mueran, decidieron quedarse para luchar, cada uno a su manera.
Excelente nota. Jameel… Un héroe.
Gracias. Gran reportaje, personal, sensible, humano…
no deberíais publicar fotos de alguien de éstas unidades porque nunca se sabe quien las puede ver y para que les pueden servir….
fíjate que en España estando en paz los fotos de cuerpos de operaciones especiales lo evitan…
gran artículo, pero 5 horas de conversación darían para mucho más… extenso, anecdotas, vivencias,…
Él autorizó la subida de las fotografías. Me contó muchas anécdotas y vivencias que darían para más pero esas si que no las pude contar en público porque le hubiera puesto en peligro.