“Brasil por encima de todo, Dios por encima de todos” fue el lema del actual presidente brasileño Jair Messias Bolsonaro para las elecciones presidenciales del 2018.


 

Las referencias a Dios y los pasajes bíblicos están siendo muy habituales en los discursos de una gran parte de la clase política latinoamericana, lo cual revela la influencia política y social que tienen las iglesias evangélicas en gran parte de los países ibearoamericanos; principalmente en su vertiente pentecostal y neopentecostal. Esta situación llega hasta tal punto que no podemos entender la caída de Evo Morales en Bolivia, o la victoria de Bolsonaro en Brasil, sin tener en cuenta el componente evangélico. 

¿Pero quiénes son realmente los evangélicos? ¿A qué se debe su auge? ¿Dónde se encuentra su apoyo social? La presencia de los evangélicos en la vida política de Iberoamérica no es un acontecimiento nuevo en la región. Durante finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, las iglesias evangélicas se implicaron en la lucha por la libertad de conciencia del individuo y por realizar una efectiva separación de la Iglesia católica respecto del Estado. El desarrollo (limitado) de las ciudades y de la industria provocó una ruptura con la tradicional cosmovisión católica heredada de la Colonia, haciendo que muchos encontraran en otros ámbitos, como las iglesias evangélicas tradicionales, una nueva cosmovisión centrada en el desarrollo de la razón y el individuo. Estas iglesias abogaban por espacios sociales, políticos y culturales que permitieran al individuo desarrollarse, no sólo desde un punto de vista espiritual y religioso, sino también desde una perspectiva económica y social. Por ello, durante aquellos años, la presencia evangélica en el terreno político podría definirse como “progresista”, enmarcado dentro de un contexto mayor: la clásica polarización política del siglo XIX entre liberales y conservadores. 

 

 

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Con el desarrollo de la industrialización durante la segunda mitad del siglo pasado, la migración del campo a las urbes aumentó, y con ello la clase media en la gran mayoría de países latinoamericanos. Al igual que en la etapa anterior, estas nuevas capas sociales buscaban un nuevo marco descriptivo que diera sentido a los cambios que estaban ocurriendo en sus vidas, por lo que las iglesias evangélicas se multiplicaron, pero con un cambio relevante: se pasa del auge de las iglesias evangélicas tradicionales (bautistas, metodistas, mormones etc.), hacia otras nuevas, como son las de carácter pentecostal. En estas nuevas iglesias se pasa de una visión basada en el desarrollo individual, a un cosmos centrado en la disciplina, la obediencia y el orden de los feligreses, mezclada con una espiritualidad festiva que se manifiesta en cultos extáticos (danzas, curaciones milagrosas, cantos, apariciones etc.) y la formación de un “nuevo contrato” entre los seres humanos y Dios mediante la llamada teología de la prosperidad. Estos nuevos espacios y valores contribuyeron a que muchos de los nuevos feligreses se integrasen plenamente en el mundo laboral urbano, a la vez que promovían una postura de desinterés hacia la política. En consecuencia, durante esta etapa encontramos una postura de “obediencia” hacia las autoridades, desde un contexto de pasividad política. Aunque existieron ciertos casos paradigmáticos de signo contrario donde lo evangélico, ya fuere a través de grupos ya fuere por la utilización de simbología religiosa, se interpuso a la situación política nacional; acabando en algún caso con gobiernos democráticos legítimos. Chile es el ejemplo de ello, ya que el 11 de septiembre de 1973, el mismo día del golpe militar perpetrado por Augusto Pinochet contra Salvador Allende, la Iglesia metodista chilena entregó mediante una carta a la nueva Junta Militar, su respaldo y un aporte económico simbólico para la reconstrucción nacional. 

Pero no es hasta finales del siglo XX cuando vemos un aumento exponencial de las Iglesias evangélicas, lo cual estaría relacionado con los cambios económicos y sociales acaecidos durante la década de los 80. 

Lo primero que se debe de mencionar es que las iglesias evangélicas sufren una serie de transformaciones en su lugar de origen: Estados Unidos. Desde comienzos de la década de 1970 se van observando ciertas voces muy preocupadas con la “rebelión” contracultural de finales de la década de los 60, la cual aspiraba a una forma de vida nueva, alejada de los códigos y conductas de la sociedad norteamericana, tales como la familia tradicional (heterosexual, nuclear y patriarcal), el consumismo o ciertos valores del cristianismo. Además de eso, la agudización del debate político debido a las protestas de grupos pro derechos de los afroamericanos, los homosexuales y las mujeres, provocó una reacción de ciertos sectores religiosos conservadores (anteriormente reacios a participar en política) que comenzaron a formar grupos de presión política bajo el paraguas de grandes plataformas como Moral Majority (Mayoría Moral) o Focus on the Family (Enfoque a la Familia), quienes fueron a su vez los difusores de las ideas de la “Nueva Derecha Cristiana” norteamericana. Este cambio ocurrido a finales de los 70 provocó que por primera vez, las iglesias evangélicas tomaran parte directamente en la política; como fuerza de presión para acabar con lo que calificaban como “una crisis espiritual” que podría acabar con el “consenso moral” que permite la estabilidad social y política. Ya desde su fundación, las organizaciones asociadas a la nueva derecha cristiana promovieron su discurso en América Latina, mediante nuevos actos de proselitismo como la difusión televisiva mediante telepredicadores, o populares programas de radio, como es el caso de “Enfoque a la Familia”; desde donde se distribuía cada semana un programa de radio a más de 1200 emisoras en toda Latinoamérica.

 

 

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Un segundo elemento que propicia esta expansión es la crisis económica de 1982 denominada como la “década perdida”, que tuvo una serie de consecuencias devastadoras en términos económicos y sociales. Por último, la llegada de la democracia a varios de los países del continente; la cual abría un espacio de debate político antes inexistente. 

La crisis económica del 82 fue consecuencia de los cambios acaecidos en el entorno económico internacional, y sobre todo en Estados Unidos, por la puesta en marcha de las medidas denominadas como “Reaganomics” por el entonces presidente Ronald Reagan (1981-1989). La apreciación del dólar y el aumento del déficit público norteamericano ocasionaron una década perdida en términos de crecimiento económico, provocando un aumento de la pobreza y una pérdida de poder adquisitivo de la clase media. En este contexto de crisis, hubo recortes en el gasto público, muchas grandes empresas públicas fueron privatizadas, y el desempleo aumentó de forma vertiginosa, haciendo que muchas personas tuvieran que pasarse a sectores informales en la gran mayoría de países de Latinoamérica. La inestabilidad económica, laboral y social afectó a un gran número de familias que vieron en las iglesias evangélicas una institución donde apoyarse. Ciertamente, la influencia evangélica durante estos años aumentó sobre todo en los barrios populares, debido a su gran labor social, con la cual se suplía la ausencia de ayudas y programas sociales que antes proporcionaban el estado o la Iglesia católica; convirtiendo así a las iglesias y pastores locales en instituciones de gran importancia y valor para los más necesitados. Las labores sociales realizadas por los evangélicos tuvieron muchas vertientes: desde la creación de guarderías, hasta ayudas para la búsqueda de trabajo. A día de hoy, en países con altas tasa de criminalidad como Brasil, la conversión de los jóvenes a alguna iglesia evangélica es considerado como la alternativa más segura para escapar de las garras de organizaciones delictivas dedicadas al narcotráfico. 

 

 

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A la situación de inestabilidad económica, le añadimos las consecuencias de la llegada de la democracia. La formación de estados democráticos en Iberoamérica, trajo consigo leyes y políticas que producían grandes transformaciones en el ámbito familiar tradicional. Así pues, desde 1970 hasta los 2000, los divorcios se incrementaron un 170%, las personas en unión libre también aumentaron, y es también cuando comienzan a aparecer las reivindicaciones de los derechos reproductivos y de diversidad sexual en las agendas legislativas. Todos estos cambios chocaron con la mentalidad tradicional y conservadora de una parte de la sociedad, la cual encontró en los evangélicos una vía dónde representar sus ideales de una manera más deseada. A todo esto, se le debe añadir la pérdida de credibilidad política de la mayoría de partidos tradicionales debido a los amplios casos de corrupción y de abuso de poder, los cuales siempre han sido denunciados vehementemente por varios pastores evangélicos. 

Las iglesias evangélicas cuentan con una serie de características internas que ayudan a entender su expansión más allá de los factores de cambio social, político y económico. Las dos características principales son: la facilidad de nombrar pastores y la existencia de una extensa red de medios de comunicación. Al contrario que en la Iglesia católica, en las iglesias evangélicas los pastores pueden casarse, y no necesitan los mismos requisitos educacionales. Además, la mayoría de iglesias evangélicas cuentan con una inmensa cantidad de emisoras de radio, programas de televisión (la gran mayoría de ámbito comunitario) y una fuerte presencia en las redes sociales que hace más fácil su inmersión en las capas más desfavorecidas de la sociedad. 

Todo lo expuesto hasta el momento, trata de explicar el crecimiento de estas iglesias, pero no explican del todo el motivo de su movilización política. 

Al igual que ocurrió en la década de los 70 en Estados Unidos, los cambios sociales y la crisis económica fueron vistos por los evangélicos como un ataque directo a sus valores y creencias. La homosexualidad, el aborto y el feminismo se metieron en el saco de la “ideología de género”, entendiéndolos así como causantes de los grandes males de la sociedad, tales como la violencia de género, el narcotráfico, la drogadicción o la inestabilidad social y política. Así, se formó en torno a las iglesias evangélicas una agenda moral -basada en la defensa de los valores tradicionales de la familia- que se convierte en el principal móvil de acción política. Pero salvo en lo que atañe a la defensa de la familia y los valores cristianos, las propuestas políticas suelen limitarse más al rechazo de ciertos proyectos legislativos, que al apoyo a una propuesta concreta. Asimismo, hasta ahora, los pastores evangélicos, sus portavoces y sus defensores en los medios de comunicación, no tienen una posición concreta sobre ciertas cuestiones centrales de la política como pueden ser las relaciones internacionales o la economía. Sin embargo, es indudable que esta política de rechazo demostrado hacia la mal llamada ideología de género ha sido el catalizador principal de las movilizaciones de los evangélicos, gracias al cual han conseguido que sus actos y movilizaciones hayan recibido el apoyo de otra serie de actores como pueden ser parte de la jerarquía católica y sectores conservadores de la sociedad.  

 

 

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Otra de las características principales de la acción política de los evangélicos es que no mantienen un patrón común regional. Mientras que en algunos países se movilizan para evitar la promulgación de ciertas leyes contrarias a sus creencias (como ocurrió en Argentina en 2018 con la votación de la ley del aborto), en otros forman grupos de presión política, y en ciertos casos forman partidos políticos con intenciones de alcanzar la presidencia. Esta variedad de estrategias de movilización se debe a la existencia de una cierta pluralidad política entre las distintas iglesias; ya que aunque todas las iglesias evangélicas compartan una agenda moral, la existencia de una gran cantidad de iglesias y pastores hace que cada pastor o líder evangélico tenga una cierta independencia de opinión acerca de ciertos temas políticos. Por último, destacar que los evangélicos son muy disciplinados a la hora de votar, y siempre tienen en cuenta la recomendación de los pastores, por lo que tener el apoyo de cierto pastor o líder evangélico puede llegar a ser decisivo en determinados contextos de votación. 

En la actualidad, las personas pertenecientes a alguna congregación evangelista representan más del 20% de la población iberoamericana (en algunos países centroamericanos llegan a representar más del 40%). Su gran numero y la disciplina a la hora de votar, hacen que el voto de los evangélicos sea un bien preciado para la gran mayoría de los candidatos. Da igual la identidad política o el espectro ideológico al que pertenecen; todos buscan el apoyo de los evangélicos mediante el acercamiento, aunque sea en el discurso, a los valores e ideales que estos defienden. Una buena prueba de la importancia del apoyo evangélico en las elecciones presidenciales la podemos encontrar en México, donde el actual presidente, Andrés Manuel López Obrador, pasó en menos de 6 meses de decir que nunca se iba a vincular con el partido evangélico Encuentro Social, a proponer, el mismo día que fue respaldado por este partido, una “Constitución moral” para el país. 

Esta dependencia de algunos líderes políticos hacia los evangélicos, es el principal temor de una gran parte de la sociedad latinoamericana. Y es que puede llegar el caso de que los líderes que han conseguido llegar a la presidencia gracias al apoyo de los evangélicos, aprueben políticas públicas que en la práctica supongan un retroceso en las conquistas sociales de minorías étnicas o la discriminación de miembros de otros credos religiosos. En Bolivia por ejemplo, está el caso de Jeanine Áñez, ex-presidenta interina conocida por considerar la religiosidad indígena como satánica y pagana. O el caso brasileño, donde varios analistas perciben una sensación de intolerancia religiosa por parte de algunos grupos evangélicos hacia las religiones de raíz africana como el Camdoblé. 

 

 

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No contentos con la influencia que ejercen en la política, en el último lustro se está observando una preocupante paramilitarización de varios grupos evangélicos -como los Gladiadores de Cristo– pertenecientes a la Iglesia Universal del Reino de Dios; iglesia que dio su apoyo incondicional a la candidatura de Bolsonaro en 2018. Esto implica que algunos fieles, además de estar aprendiendo el dogma de sus respectivas iglesias, están obteniendo también una formación militar para luchar como “verdaderos soldados de Cristo”. Si bien este no es un fenómeno nuevo en Latinoamérica (como lo demuestra por ejemplo la fundación de El Sodalicio en el Perú de los setenta), sí que es un fenómeno que merece ser vigilado, ya que ¿qué pasaría si en algún momento estas iglesias decidiesen pasar de los votos a la acción directa para conseguir sus objetivos políticos?Varios analistas creen que el fenómeno evangelista está provocando una vuelta a la clásica polarización política latinoamericana del siglo XIX entre anticlericales y conservadores, el cual se dejó notar hasta bien entrado el siglo XX. 

En cualquier caso, no se puede negar el rápido crecimiento que están teniendo las iglesias evangélicas, y de que su discurso político ha provocado un aumento de la tensión política allá donde están presentes. Es una lucha maniquea entre rojo y azul que no permite matices, por lo que excluye cualquier intento de negociación o pragmatismo. Este discurso maniqueista con tintes de populismo, está reforzando postulados conservadores haciendo retroceder a la izquierda política. A su vez, si continúa el aumento exponencial de los fieles y la influencia de las iglesias evangélicas, no sería descartable un escenario político donde se debilitaría la separación entre el Estado y la iglesia, solo que esta vez, el lugar que antiguamente ocupaba la alta jerarquía católica, quedaría ocupado por nuevos actores religiosos. La historia enseña que la línea que separa el poder terrenal del poder divino es difusa y poco clara, y que jugar con ella puede conllevar a crear situaciones de extrema tensión política que desemboquen en un conflicto de difícil solución.  

 

 


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