Hoy hablamos en el pub O’Brian Madrid con Daniel Bernabé: periodista, escritor, polemista y autor de ‘La Trampa de la Diversidad’, un libro que ha sido tan criticado como aclamado y que ya va por su octava edición siendo uno de los libros de política más vendidos de España. 


 

La izquierda, que históricamente ha tenido una importante tradición de análisis y debate, ahora está en crisis. La ideología que durante años inspiró revoluciones y movimientos de clases, poco a poco se ha diluido en identidades que buscan exaltar las particularidades de las minorías y abandonan el interés común de la mayoría. La izquierda ya no busca cambiar el mundo sino gestionarlo. En este contexto Daniel Bernabé decide escribir La Trampa de la Diversidad, un libro guarda entre sus páginas una feroz crítica al neoliberalismo y sus trampas.

Buenos días Daniel, ¿cómo has llevado toda la polémica entorno al libro? Son varias las veces que te has quejado de que parte de las críticas eran por cosas que ni siquiera aparecen en el libro.

 

Buenos días. Bueno bastante bien. Como dices, el libro va ya por la octava edición, y eso son muchos ejemplares vendidos. De hecho, sin entrar en las cifras probablemente es el libro más vendido de política detrás del de Jiménez Losantos.

Que tenga tanto éxito el libro de alguien desconocido como yo, en una editorial prestigiosa pero pequeña como es AKAL, al final lo que implica es que había una necesidad de que alguien escribiera sobre esto. Si ha habido esas críticas -tan feroces en algunos casos- yo creo que es porque se trata de un libro que ha removido determinada forma de entender la izquierda y que ha habido mucha gente a la que le ha sentado mal.

Ayer por ejemplo veía la enésima crítica relacionada con el libro. Luego ya se descargaban a gusto contra mí en twitter, donde básicamente decían que el libro venía a decir que el feminismo distaba de las verdaderas necesidades de la clase trabajadora. Eso es mentira. Yo no digo eso en ningún momento. Cuando tú directamente planteas la pregunta partiendo de esa base ya has ganado la crítica, porque creas un hombre de paja, una figura que no existe,  y consigues crear un elemento de ficción que no está.

Yo creo que eso en el fondo estas actitudes lo que nos están diciendo es que la gente no quiere entrar a las cuestiones de fondo que el libro plantea, que es básicamente el cómo nuestra relación con la política ha cambiado y por qué la izquierda y el activismo están cada vez más divorciados de los intereses más cotidianos y más cercanos.

 

Me parece muy interesante lo que comentas de twitter. ¿Crees que llevar la política al terreno de las RRSS ha hecho que en cierto modo que la izquierda pierda esa tradición de crítica-autocrítica, de análisis sosegado, para terminar debatiendo sobre quién es el más especial y el más oprimido?

 

Las redes sociales tienen una importancia decisiva en la configuración de nuestro tiempo. Una importancia decisiva pero no total. Lo que ocurre se vehicula a través de las redes, pero el motivo por el que ocurre es diferente al de las redes.

No podemos echarle la culpa de esto solo a las RRSS, aunque es verdad que twitter ha seccionado mucho el debate. Lo ha atomizado, lo ha convertido en píldoras inconexas que hace muy difícil que la gente se haga una idea general de todo, pero yo creo que hay un motivo de fondo para esta especialización de cada uno, y es la terrible angustia identitaria que todos sentimos. Es una angustia identitaria que yo creo que viene de cómo el neoliberalismo en los últimos 30 años ha construido un gran relato llamado clase media aspiracional -diferente de la clase media real- en cuanto a que todos los individuos por la adquisición de bienes de consumo pero también de ideas, acaban creyendo ser parte de una clase social que en el fondo no existe como tal.

Todo el mundo quiere pertenecer a la clase media aspiracional; desde la chica que dobla ropa en el Zara a 800 pavos hasta el tipo que realiza los informes y ajustes de esa misma empresa y cobra 5.000 al mes. Está claro que ambos no pueden pertenecer a la misma clase social, pero ambos creen pertenecer a una misma clase, y eso hace que al ser todos tan parecidos en cuestiones culturales (hoy una persona en Badajoz lee lo mismo que lee alguien en Manhattan, o ve las mismas series), esa uniformización, nos crea cierta angustia que nos hace necesitar ser cada vez más diferentes.

 

 

 

 

A lo largo del libro hacer muchas referencias a Margaret Thatcher y la trampa del liberalismo. ¿Cómo crees que se ha llegado a ese punto en el que partidos que rechazaban completamente el neoliberalismo ahora han asimilado «su trampa» que sustituye la diferencia de clase por la cultural?

 

En el momento en el que Thatcher y Reagan empiezan sus mandatos, el neoliberalismo es una teoría de unos radicales de derechas de universidades norteamericanas. Tienen que empezar a aplicarlo con sumo cuidado, porque si Margaret Thatcher hubiese mostrado realmente su programa, incluso conservadores británicos no la hubieran votado. Yo estoy convencido de que a un conservador en el fondo no le gusta que su país pierda la industria. Hay una serie de valores en economía que pueden compartir conservadores y la izquierda.

 

Yo una vez dije que tenía más que ver con un votante del Partido Popular de mi barrio que con un activista de Madrid Centro. Lo dije de una forma provocadora, pero ahora casi que lo digo de una forma sincera.

 

Thatcher lo que hace es confundir la desigualdad con la diferencia. Ella viene a decir que mientras las sociedades socialistas persiguen no la igualdad sino la homogeneización, el liberalismo en Gran Bretaña con su partido lo que va a dar es la libertad a cada uno de que a través de su diferencia pueda alcanzar el lugar que quiere en la sociedad. El asunto del emprendimiento y ese tipo de cuestiones. Ese es el plan para la diversidad: el que a través de la diferencia, a través de la permanente exageración de la diferencia, acabemos opacando lo que son las clases sociales y lo que es la libertad.

 

¿La trampa de la diversidad es una crítica a la sociedad de las ‘startups’, los emprendedores y la diferencia individual?

 

Es un libro profundamente anti-neoliberal. El libro es una herramienta útil en el mundo en el que vivimos. Fukuyama también ha sacado un un libro que va en la misma línea en la que critica las identity politics.

¿Cual es la diferencia del asunto? Pues que el lo hace asumiendo que el liberalismo es algo bueno y que estas políticas de la identidad surgen de la izquierda naturalmente y que van contra la libertad de la sociedad.

 

 

 

 

A menudo te han criticado porque hay conservadores que comparten ciertas de las tesis que tu planteas. ¿Qué te gustaría responder a la gente que se escuda en este tipo de falacias?

 

Yo una vez, de una forma un tanto provocadora, dije que tenía más que ver con un votante del Partido Popular de mi barrio que con un activista de Madrid Centro. Lo dije de una forma provocadora, pero ahora casi que lo digo de una forma sincera.

¿En qué sentido? Creo que vivimos una época en la que el mayor enemigo al que nos enfrentamos se llama incertidumbre. Vivimos en una sociedad en la que el neoliberalismo la ha hecho que la incertidumbre campe a sus anchas. No sabemos cómo va a ser nuestra vida dentro de 6 meses. En ese sentido, el proyecto político de la izquierda de posguerra lo que intentaba era dar certezas a la gente. Que pudieran tener una casa, un trabajo, una familia… Una serie de certezas.

El problema es que en España, en general, carecemos de conservadores que tengan esa visión de intentar crear una sociedad mínimamente estable frente al neoliberalismo. Aquí el que es de derechas se define como liberal, y es básicamente la moralidad del tendero que se saca una báscula: el robo del sector público al sector privado, destrucción de servicios… Al final yo lo que creo es que si se puede compartir (yo que me considero profundamente de izquierdas) valores con personas que se consideran de derechas, pero no neoliberales sino conservadoras.

 

Los movimientos que surgen en ambientes universitarios, en el Madrid intelectual de dentro de la M30, aunque se consideren de izquierdas ¿realmente tienen algún tipo de conexión con la realidad de un obrero o sencillamente se han creado quimeras en su frustración de no ser lo que aspiran a ser viven fantasías para crear una política que aunque la llamen de izquierdas no deja de ser un liberalismo comodón y útil?

 

Eso es algo que se da a nivel internacional. No es un fenómeno únicamente español o madrileño o de grandes ciudades. Es un fenómeno que se da a nivel internacional y tiene que ver sobre todo con el olvido de cómo se actúa en política.

La izquierda siempre ha tenido un programa económico y un programa de futuro y horizonte. Quería llegar a una parte. Los socialdemócratas querían ir a una, los comunistas a otra, pero el proyecto político era de futuro. Ahora ya no lo hay.

Ahora la izquierda en los últimos 30 años lo ha olvidado. No sabe cómo actuar en la economía. ¿Entonces qué es lo que ha hecho? Actuar en todos los demás aspectos, porque como unos aceptaron el dogma neoliberal y otros no saben qué hacer con el, al final el resto de campos que hay es en los que se actúa.

¿Pero entonces, cuál es el problema? Aparecen fenómenos interesantes como el de Ahora Madrid y Manuela Carmena. Yo me encuentro a progresistas -en un plano moral o ético- que están convencidos de que son personas de izquierdas, pero luego su actitud frente a la economía, la organización social, la política dura… es totalmente neoliberal. Son gente que cree en fantasías de horizonte como el emprendimiento, que hay algo que se llama “el esfuerzo” y “la excelencia” como si eso fuese sinónimo de éxito.

En ese sentido vemos que hay una especie de progresismo actual que en algunos aspectos evidentemente importantes en la sociedad como un lenguaje correcto, ideas para paliar el problema de la LGBT-fobia, posturas con los animales y la ecología…-muy superficiales y ajenos a lo que realmente es la economía- son progresistas, pero luego a meter mano a los alquileres de Madrid no se atreven. No saben cómo hacerlo ni quieren hacerlo.

 

Lo irreal, lo fantasioso y lo absurdo es pensar que siguiendo las reglas del juego puedes hacer unas políticas justas para toda la sociedad.

 

Yo recuerdo que la política, ya no de izquierdas sino la política en general, se trata de la ordenación de la sociedad según una ideología para paliar una serie de problemas. Entonces, lo que no puede ser es que nos dediquemos a todo en general, a hacer la ciudad con una movilidad sostenible y nosequé de la contaminación, y no sepamos luego llegar y poner orden, que es una palabra que la izquierda debería recuperar. La palabra orden.

Precisamente a lo que nos enfrentamos es a una gran acracia o un gran despropósito que es el neoliberalismo.

 

 

 

 

Parece como que se ha asumido la derrota.

 

Están educando a toda una generación de personas en que la política de izquierdas es Carmena. ¿Cómo es posible que la alcaldesa del cambio en esta ciudad haya hecho una de las mayores operaciones especulativas con la banca? La operación Chamartin. Es inexplicable. A mí no me pueden decir que eso entra dentro de ningún epígrafe que signifique ser de izquierdas.

Igual que decir que el ayuntamiento de Madrid ha conseguido rebajar la deuda y tener un superávit de mil millones. Eso es aceptar el dogma neoliberal. Por supuesto que si se pretendía demostrar que son buenos gestores lo han conseguido. Madrid no se ha hundido, y está todo funcionando, pero ¿eso es ser de izquierdas? ¿No era precisamente utilizar los ayuntamientos para enfrentar la regla de gasto y la relación que tenemos con Europa? Eso era lo que se nos decía, y sin embargo se han ido hacia otro lado.

 

¿Se ha establecido que las actuales son las únicas reglas del juego posibles?

 

Claro. La aceptación de las reglas del juego el gran problema que tienen es que estrechan el campo de lo posible. Y lo posible marca lo que puedes hacer en política. En ese sentido te encuentras con que las mismas personas que se definen de izquierdas y tienen una posición progresista hacia la vida, temen cualquier cambio. Cualquier cambio. Ellos mismos se lo niegan porque sienten que tienen que ser realistas cuando precisamente lo irreal, lo fantasioso y lo absurdo es pensar que siguiendo las reglas del juego puedes hacer unas políticas justas para toda la sociedad. Es mentira que se pueda.

Entonces entramos en esa dinámica de cuando la gente se harta y se indigna surge una nueva opción, votan, dura pues cuatro años y vuelve otra vez a caerse porque realmente no hay ningún proyecto.

 

Es curioso cómo hemos llegado de los cánticos de PPSOE, del PSOE partido traidor… a que ahora es “la opción de izquierdas” y el voto útil. Por parte de los mismos que querían tomar el cielo por asalto.

 

A mi hay algo que me descoloca. Se lo comentaba a una amiga periodista, y es que no me creo eso de que estén decepcionados. A mí que me gusta jugar a ser un señor mayor me gusta referirme a los millenial, a la generación del 15M del PP y PSOE la misma mierda son. Porque esa misma gente son los que hoy están hablando del voto útil. Los mismos.

 

 

 

 

Yo entiendo que digan estar decepcionados con Podemos, pero no entiendo los motivos de su decepción. ¿Qué es lo que les decepciona? ¿Qué haya una figura carismática? ¿Entonces por qué votan a Carmena?

¿Les decepciona que hayan sido menos de izquierdas? ¿Entonces por qué votan a Carmena? Todo lo que pueden acusar de malo a Iglesias y a Podemos central, en el fondo parece gustarles en opciones como los “ayuntamientos del cambio”. Hay algo que no me cuadra.

Yo creo que al final lo que hay es una mezquindad generacional en la que la política se entiende como algo que se compra y se vende, que nos sirve para adosarnos una serie de características. Cuando nos repiten insistentemente que tal política, tal partido o tal opción ha caído en desgracia, no nos gusta asociarnos a eso porque pensamos que nos va a manchar.

Pero la política no va de eso. La política va de un esfuerzo común, y no va de votar cada cuatro años. No va de protestar en base a unos procesos de un momento determinado. La política va de integrarse en organizaciones estables, aunque eso esté muy mal visto. Mira los sindicatos que llevan mucho tiempo.

En ese sentido, el PSOE yo lo veo como una vieja política. Todo el mundo dice que lo van a devorar nuevas opciones, pero siempre termina volviendo. No en vano el PSOE es el partido del régimen del 78. El PP está ahí también, pero el partido que sostiene toda la arquitectura institucional es el PSOE, puesto que es el que da legitimidad delante de millones de personas de que esto es un estado democrático aun cuando es un estado parcialmente democrático.

 

Has comentado que la política ya no es actuar sino asociarse a una idea o una simple imagen. Parece el modelo del marketing político estadounidense. ¿Es un modelo importado?

 

Si. En el libro trato de explicar cómo los grupos de pensadores, de estudios de mercado aplicados a la política, lo que hacen es proporcionar a los partidos progresistas de la época una visión muy parcial de la misma. Porque los estudios no se hacían de la sociedad de clase trabajadora sino de la clase media. Es una clase muy pequeñita pero que tiene una gran influencia en el resto de la sociedad. Entonces es cuando los partidos terminan desarrollando el mito del centro aunque el centro político no exista.

A la hora de la verdad, y lo curioso de todo esto es que en la izquierda nos llevan diciendo durante años desde el PSOE hasta Errejon, que si eres muy de izquierdas asustas a la gente, que tienes que ser de centro, que tienes que ser razonable, y de repente vemos que la derecha se ha echado al monte. Entonces a mi me gustaría que alguien me explicara cómo se compatibiliza una cosa con la otra. Cómo se compatibiliza la evolución de VOX, el partido de Pablo Casado o incluso parte de Ciudadanos con ese mito del centro. Pues yo no veo que sea posible compatibilizar.

 

Cuanto más Hooligan más confianza da, es la política del meme.

 

Claro, pero nos han dicho durante años que no era así. Esto hay que recordarlo porque durante años, la izquierda y sus teóricos, sus analistas de prensa, te decían que si tu salías del centro estabas perdido. Eso lo he oído cincuenta millones de veces, por lo que me gustaría que me lo explicasen; si esto ocurrió realmente o si era un esfuerzo para que la izquierda no se radicalizase sus posturas

 

 

 

 

¿Y ahora que opinas de esta cuestión de que la izquierda y derecha se asocia más a cuestiones morales cuando tradicionalmente eran cuestiones puramente económicas? Así hemos llegado a que la izquierda defiende a las minorías cuando tradicionalmente buscaba el sistema de las mayorías.

 

Si, hablando de minorías, los banqueros son una minoría estupenda.

Este siglo es un siglo más sensible a las minorías, efectivamente, pero no las minorías que nos dicen sino las minorías económicas. La izquierda nunca ha sido de minorías. Humanísticamente la izquierda ha tenido una tendencia a apoyar a aquellas minorías que por su condición especial hayan tenido persecuciones de presión de sociedad o problemas determinados, y eso está bien siendo alguna. Pero la izquierda lo que ha buscado ha sido siempre un sujeto político mayoritario con la que cambiar la sociedad, un sujeto político que con su fuerza relacionada con el sistema de trabajo.

Dominar la producción de la clase trabajadora hace una sociedad diferente. Este proceso que hay ahora  de las ideologías de que no hay derechas ni izquierdas, pues nos encontramos con que si hay derecha: extrema y más allá de la extrema derecha, en la izquierda en cambio nos hemos quedado en un campo en donde todo el mundo quiere aparentar que no es lo que es. Además es muy interesante, porque la publicad juega con conceptos típicos de la izquierda con palabras como revolución, gente que levanta el brazo y vota; típicos anuncios que vemos continuamente. Y pues la izquierda pasa de ese asunto.

 

El periodista tiene que ser como el bufón. Un tipo que era capaz de decir todo lo que tenía que decir incluso equivocándose, incluso pasándose de frenada, porque al estar digamos loco, se le permitía incluso meterse con el rey.

 

Entonces como te decía antes, la izquierda queda reducida a unos juegos morales, y hay un momento en el que se olvida el factor económico. Esto me lo he encontrado incluso en mis críticos: «porque esto es solo de los trabajadores, porque claro las mujeres no trabajan, los homosexuales no trabajan, los inmigrantes no trabajan…»

Se intenta atomizar a estos grupos, cuando lo que los une tiene que ser una política económica que intente democratizar la economía de fondo. Eso es lo que nos une. Todo el mundo tiene unas necesidades concretas en cuanto a alquiler, a un trabajo permanente en el tiempo, que tengamos sueldos razonables… en fin, una serie de problemáticas nos unen a todos.

 

¿Esta atomización puede ser una amenazada a la diversidad, entendiendo la diversidad como convivencia? 

 

La diversidad es un hecho, no me parece ni mejor ni peor. Vivimos en sociedades diversas, cada vez más diversas.

Es cierto que culturalmente vivíamos en sociedades mas diversas hace 50 años que ahora. Alguien de una aldea de Lugo tenía más particularidades culturales que la que tiene ahora. Es más, entre un pueblo de Lugo y uno de León, que mira que estaban cerca, había gran cantidad de diferencias.

Sin embargo ahora es lo que te decía antes, que todos los países occidentales nos regimos por una serie de criterios absurdamente similares. ¿Somos una sociedad más diversa? Pues en algunas cosas si, porque yo cuando voy por mi barrio encuentro gente de diferentes religiones y sexualidades. Por ejemplo puedes llevar una pulsera gay, cruzarte señoras con hiyab, señoras africanas, en fin, vecinos de diferentes tendencias, nacionalidades y religiones. Eso es un hecho, y es un hecho que se da en la clase trabajadora porque la gente que es de clase burguesa son muy parecidos: viven en urbanizaciones cerradas, grandes vallas, cámaras de seguridad y los que son diferentes a ellos están fuera ahora.

Esa diversidad que hay muchas veces se sobre-representa porque los socio-liberales o los socialdemócratas necesitan que la política vaya en sus términos. Al final tienes que una gran parte de la población no está representada en eso que se llama “diversidad”, se siente dejada de la mano de Dios.

Es a partir de ahí cuando los ultraderechistas, haciendo mella en esas contradicciones, facilitan que surjan cosas como el racismo o las fobias. Lo que es cierto es que el ciudadano medio de un país determinado de occidente siente que no esta representado en ninguna parte, porque ahora la política va hacia la representación de minorías. 

Y así llegamos a este paroxismo ridículo de decir desde la izquierda que española y extranjera no es la misma clase obrera. Así nos va. Esto va a ir a peor. No se quiere aceptar, se machaca al que lo dice. Se le expulsa, se le marca, se le deniega la tribuna y la columna, y se le niega el poder de expresarse públicamente. A ver a dónde llegamos con todo esto.

 

¿Puede que tengamos cierta culpa los periodistas de haber llegado a esta situación?

 

Si, especialmente los de izquierdas. Los periódicos de la progresía en España, empezando por El País y terminando con los más radicales, digamos que a mi no me han dado un trato precisamente positivo, y es algo que se reproduce constantemente.

Mira, el periodista tiene que ser como el bufón. El bufón de palacio, un tipo que era capaz de decir todo lo que tenía que decir incluso equivocándose, incluso pasándose de frenada, porque al estar digamos loco, se le permitía incluso meterse con el rey.

A parte de todo esto, el periodismo tiene un sesgo de clase importante, y la mayoría de periodistas del centro de Madrid, sobre todo como te digo de los periódicos progresistas, son gente de clase media. Son gente que no ha vivido determinadas vivencias, y que por tanto no se identifican con determinados problemas que tiene la clase trabajadora.

 

¿Qué futuro le ves a la izquierda que se preocupa mas por el feminismo de las vacas que por ejemplo la posición que puede tener España a nivel internacional que es lo que realmente cambia la vida de las personas?

 

Yo es que soy partidario directamente cortar, cortar por lo sano. Que la izquierda corte por lo sano con ese tipo de personas. Con el progresismo postmoderno.

No pasa nada eh, si ellos creen que son mas importantes determinados temas que cosas que afectan a muchísima mas gente, me parece muy bien, pero la izquierda no puede estar permanentemente acomplejada pensando qué van a decir de ella.

 

La izquierda tiene que ser ágil, valiente, audaz y buscar en nuevas formas de expresiones, viejas formas de organización.

 

El otro día me reuní con gente de CCOO. Gente mayor, joven, en fin, de todo tipo. Les decía que ya estaba bien de ir con la cabeza agachada prácticamente por la calle porque no sé que activista te critique. Mira, no. Formáis parte de una organización que puede paralizar el país con una huelga general. ¿Por qué tenéis que agachar la cabeza?

Yo creo que desdramatizando el asunto, la izquierda lo que tiene que hacer es recuperar determinadas formas de lucha y de organización, determinados sujetos políticos, y apostar por ello y tirar para adelante. No va a ser fácil, porque la gente no puede ver un cambio o un giro rápido, pero yo lo veo clarísimo si quieres sobrevivir.

Si lo que quieres es ser subsumida por por esta vorágine de movimientos, digamos de clase media y postmodernos, adelante que sigan. En cinco años no tendremos izquierda en España.

Yo no quiero vivir en un país donde no exista la izquierda o el Partido Comunista. Me parece muy mal negocio para la gente que no tenemos nada.

 

La izquierda necesita una convicción.

 

El otro día leía a la gente decir que necesitamos un Vox de izquierdas. Lo entiendo si a lo que se refieren es que necesitamos un partido de izquierdas que se presente como tal sin ningún tipo de complejos.

Pero mostrarte de izquierdas sin complejos no significa volverte identitariamente de izquierdas, con muchas banderas rojas, retratos de Lenin y diciendo todo el rato “clase obrera”. No va de eso. Va de trazar un programa político que organice la sociedad primero, no en base a esa resistencia del estado del bienestar, sino en base de vamos a poner orden en una sociedad terriblemente caótica dominada por los poderes financieros. Somos nosotros los que vamos a organizar la fuerza social. Hay que decirlo y hacerlo sin ningún tipo de complejo para amordazar y meter en vereda a esos poderes económicos y financieros. Ya está, que eso sea lo que vamos a hacer, y quien quiera seguirnos que nos siga.

Eso es lo que se necesita. Lo demás es dar vueltas a un tiovivo en el que cada año que pasa se des-naturaliza más todo.

 

Esa izquierda que vive de banderas, de viejas glorias… ¿en cierto modo podría ser que es una izquierda comida por el personaje? ¿Por lo que comentabas antes, esa necesidad de sentirse parte de un grupo identitario?

 

El problema es que directamente casi ni existe. Yo recuerdo cómo a finales de los 90 las manifestaciones grandes, muy reducidas en comparación con las que vinieron luego, eran de gente muy ideologizada perteneciente a organizaciones muy estables. Estaban los troskistas, los stalinistas, algunos mao… Eran grupos muy seccionados ya entonces y muy lejanos a lo que es el sentir general y en los que se utilizaba toda esta parfernalia. Pero ya prácticamente no existe.

 

 

 

 

Tras la crisis una parte minoritaria de la juventud se interesó por el comunismo pero, desgraciadamente desde líneas identitarias, de una forma muy parecida a como los activistas se relacionan con la política. Es paradógico ver cómo estos jóvenes que se definen muy ML, en el fondo actúan de una forma muy similar a lo que ellos definen que es la posmodernidad. No buscan la política como un hecho común sino como una forma de representarse ante la sociedad.

La izquierda tiene que ser ágil, valiente, audaz y buscar en nuevas formas de expresiones, viejas formas de organización.

 

¿Actualmente hay algún activismo útil?

 

En el fondo todos son útiles. Si existen es porque hay un conflicto real que les da pie a existir. Hay gente que participa en el ecologismo en líneas muy correctas, por supuesto en el feminismo, el ámbito de los derechos LGTB… claro que son útiles. No lo niego. Lo que sí, es que gran parte de esos activismos están dirigidos hacia unas líneas de acción que van más en líneas culturalistas, en el sentido de que la importancia la ponen en cómo se representan.

El movimiento político actual más fuerte, el feminismo, tiene un problema, y es que tiene una serie de contradicciones y límites que el propio movimiento no ha querido aceptar. Creo que tiene un problema, y es que por la necesidad de ser transversal permanentemente, va a terminar desnaturalizándose como feminismo.

Hay muchas mujeres que cada vez están más enfadadas porque parece que se tienen que ocupar de todo menos de las mujeres, porque ahora el feminismo casi tiene que ir con apellido: feminismo ecológico, feminismo de tal, de nosequé, tienen que ser la tumba del fascismo… al final se tienen que encargar de todo. Estamos siendo increíblemente egoístas, pidiéndole al feminismo cosas que no nos puede dar por su propia forma natural de expresión como movimiento político de defensa de los derechos de las mujeres; que es lo que tiene que ser.

Hay movimientos que están intentando crear un proyecto socialdemócrata, camuflado en el feminismo.

 

Después de haber vivido el momento del fin de los partidos y movimientos de clase, me gustaría conocer alguna reflexión sobre cómo fue para ti este proceso y si realmente el futuro es tan nihilista. ¿Tienes algo de esperanza? ¿Hay algo que te hace creer en que se pueden recuperar estos movimientos de clase adaptados al contexto actual?

 

¿Salvini es un partido de clase? Te pregunto con maldad.

Como explicaban Anguita y Monereo, Salvini siendo nuestro enemigo, ha entendido mejor el significado de soberanía nacional de lo que la izquierda está entendiendo. 

 

Podemos encontrarnos con un nuevo 15M pero con ideas muy diferentes y en líneas más violentas y reaccionarias.

 

Por suerte en España Vox no está teniendo una postura de clase anti-élites y de confrontación con el estado mismo. Por suerte y de momento no tiene una actitud ‘a lo Banon’. Yo tengo muchas dudas y tengo muchos miedos no de lo que vaya a sacar Vox en general, sino de lo que vaya a sacar Vox en las zonas obreras de las grandes ciudades. En ese sentido, yo creo que al final lo que tenemos que ver y por volver un poco al inicio de la charla que hemos tenido, es la cuestión del orden y la seguridad. De vivir en sociedades en las que intentar reducir al mínimo lo que es la incertidumbre.

Al final la ultra-derecha lo que está haciendo es crear un refugio mezquino en el que es muy fácil ser de derechas. Solo te tienes que poner debajo de una bandera y odiar a alguien. Con eso ya eres de ultra-derecha. Ser de izquierdas en cambio cada día es más difícil. Tenemos que pedir perdón constantemente por todo, tenemos que pedir perdón por las ofensas que hemos cometido, prácticamente es como una letanía católica en la que constantemente tenemos que estar pidiendo perdón por quienes somos y por cómo se han comportado nuestros antepasados, o nuestro género. Así es muy difícil que la gente se acerque. Yo creo que las organizaciones además, van justo por el camino contrario a aquel por el que a mí me gustaría que fueran.

Las organizaciones de izquierda buscan el acomodo de diferentes sujetos políticos pequeñitos y que la suma de esos sujetos políticos al final les dé algo. Tenemos que hacer un gesto a los animalistas, otro a los de la ecología… y a mi me da que estos grupos sociales al final nunca votan o votan a PACMA y partidos similares. Sin embargo, las grandes masas de personas que se abstienen en general son de clase trabajadora.

Hay grupos de personas muy amplios que no votan porque la política para ellos no es que estén decepcionados, es que les resulta completamente ajena. Y por cierto, no son imbéciles. No son tontos.

 

Totalmente. Recuerdo una reflexión de un miembro de Casa Pound que me dejó helado. Básicamente decía que en los barrios y en italia habían crecido porque sencillamente fueron a los barrios a hacer lo que el Partito Comunista había dejado de hacer. Por eso, no sabría hasta que punto todavía se puede hacer algo antes de que sea demasiado tarde.

 

No lo sé. Realmente no sé si lo va a haber siquiera. Solo se por dónde creo que se debería ir. El problema en España será si llegan los otros antes. Si llegan los otros antes, va a ser tarde, y ahí vamos a tener un problema muy serio, no la izquierda sino toda la sociedad en su conjunto.

Que una fuerza de ultra-derecha consiga un apoyo social grande de capas obreras, podemos encontrarnos con un nuevo 15M pero con ideas muy diferentes y en líneas más violentas y reaccionarias.